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ABC MADRID 09-11-1996 página 65
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ABC MADRID 09-11-1996 página 65

  • EdiciónABC, MADRID
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SÁBADO 9- 11- 96 XVI PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS ABC 6 5 por el Rey Todos los españoles teníamos que llegar- sin abdicar de nuestras propias ideas y creencias- a un acuerdo esencial, a un pacto fundamental de concordia que es necesario renovar cada día. Así lo hicimos bajo el amparo de la Corona algún momento he llegado a pensar que yo fui víctima política de la práctica de la concordia. Si así fue me enorgullezco de ello. Alteza Real: Si la concordia fue posible hace veinte años, pese a los obstáculos que a ella se oponían, no podemos dudar de la capacidad de los españoles de hoy y del futuro que Vuestra Alteza representa. Hemos demostrado nuestra aptitud para la convivencia en libertad. Hoy debemos consolidar nuestra voluntad de concordia. Hemos conseguido, desde ella, nuestra integración en la Unión Europea y en los más importantes foros internacionales. Hoy España está abierta al mimdo y el mundo valora los esfuerzos reañzados desde la Transición. OY, sobre todo, los españoles somos conscientes de que cualquier violación de los derechos humanos o de la dignidad de la persona, que se produzca en nuestro país o en cualquier otro lugar del mundo constituye asimismo una violación que se hace a nuestros derechos y a nuestra dignidad personal. Y debemos actuar con la solidaridad debida y la eficacia necesaria. La España de hoy, con sus luces y sus sombras, apenas tiene que ver con las zozobras de la España de ayer. Somos un pueblo que ha superado muchísimos problemas en estos años, pero que debe seguir aprendiendo la gran lección de la concordia, de la convivencia en libertad y en justicia. En el futuro España podrá superar cuantas dificultades se le planteen y realizar su decisiva aportación a la concordia de las naciones. Para ello, los españoles puede que sólo tengamos que hacer una cosa: cultivar, día a día, allí donde nos encontremos, la buena semilla de la concordia. España será decisiva en el siglo XXI S H UPONE para mí un gran honor recibir tan alta distinción en esta ciudad rica en tradiciones. Me alegro muy especialmente de recibirla en compañía de Adolfo Suárez. Considero este premio un acicate personal. A la par es un estímulo para cuantos se consagran a la causa europea, a la unión de nuestro continente. Les doy las gracias por ello. Al mismo tiempo no puedo por menos de agradecer a España en nombre de todos mis compatriotas que nos respaldara con su leal amistad en el proceso de la reunificación de Alemania. Como gran país europeo, España, con su gran historia y estoy seguro que futuro, también tendrá una participación decisiva en la evolución de nuestro continente en el siglo XXI. Los nombres de Oviedo y Asturias evocan una región europea con una historia y cultura extraordinarias. Por esta ciudad pasó en la Edad Media una de las grandes vías de comunicación de nuestro continente, el Camino de Santiago. Lo recorrieron innumerables peregrinos, muchos de eUos procedentes de mi tierra, el Palatlnado. Confluían en Espira, otro de los grandes focos de aquella época. Desde allí emprendían su largo viaje. No era sólo un viaje en el sentido corriente de la palabra, por cuanto también significaba una introspección. Los caminos de peregrinación como la Ruta Jacobea nos recuerdan que, por grande que sea la diversidad de las culturas, los europeos tenemos raíces comunes. Europa no es sólo el magnífico proyecto construido a lo largo de los últimos cuatro decenios. Los planos de la casa europea que estamos construyendo ahora son más antiguos. Las ideas y tradiciones en que se basa esta casa común nos unen a todos. Por eso los europeos deberíamos reparar más a menudo en nuestras tradiciones europeas, en las correlaciones e influencias recíprocas. No me refiero únicamente a las obras maestras de la Uteratura, la música, la pintura o monumentos inigualables. Estoy pensando sobre todo en el espíritu que impregna esas obras de arte y les confiere su grandeza y belleza a través del tiempo y por encima de las fronteras. En este espíritu confluyen tanto la filosofía de la Antigüedad clásica y del humanismo como la racionahdad de la Ilustración y naturalmente, sobre todo, la impronta vivificadora del Cristianismo. De la conciencia de esos orígenes comunes surgió el ideal europeísta. Ese ideal abarca también un sistema de valores de vigencia intemporal, con el cual queremos forjar un futuro humano. Se basa en la unicidad del ser humano, en el respeto de la vida, en el respeto de la dignidiad humana y de las libertades públicas individuales. Señora y señores: El año pasado conmemoraomos el cincuentenario del final de la Segunda Guerra Mundial. El siglo hacia el que hoy- en los albores del nuevo milenio- volvemos la vista no pudo ser más contradictorio. En dos guerras mundiales los seres humanos lucharon unos contra otros, causando muerte y destruccitn. La barbarie nacionalsocialista infligió sufrimientos inconmensurables a Europa. Luego sucedió algo que para más de uno, y esto incluye mi propia persona, sigue siendo un milagr Los enemigos de antaño se tendieron la mano, el odio mortal se trocó en entendimiento, cooperación y amistad. La construcción de la casa europea obedece a muchos y plausibles motivos. Para mí lo fundamental es que convivamos en el siglo XXI en paz y libertad en Europa y no recaigamos nunca más en los oscuros tiempos de la barbarie que dejamos atrás. Queremos construir una casa europea sólida, a prueba de las inclemencias del tiempo. En nuestra Europa no debe recurrirse nunca más al uso de la fuerza para dirimir discrepancias. No queremos una fortaleza Europa No eliminamos las fronteras internas para levantar murallas externas. No es ésa la Europa que yo anhelo. Europa tiene un venturoso porvenir por delante si sigue abierta al mundo. Queremos cooperar con nuestros vecinos del Este y de la otra orilla del Mediterráneo. Queremos cooperar con otros continentes. Estoy pensando en particular en América Latina, región a la cual nos sentimos muy próximos y estamos unidos por lazos muy estrechos. Los pueblos de nuestro continente son muy distintos. Nuestra concepción de Europa no es otra que la unidad en la diversidad. La clave de la pujanza de Europa estriba precisamente en esos dos factores. Su patrimonio cultural y su acervo espiritual constituyen uno de los pilares fundamentales de la creatividad humana y, por ende, del éxito económico y político. ODO lo que venimos haciendo en el momento presente lo hacemos antes que nada por la generación joven. Lo que está en juego es su futuro, es precisamente por los jóvenes por quienes queremos materalizar el designio de la Europa unida. Porque todos necesitamos esa Europa para vivir duraderamente en paz y libertad. Hace cuatrocientos años Lope de Vega escribió que incluso la meta más lejana es alcanzable para quien espera con cordura. Afrontemos los europeos esta tarea. No cejemos nunca en nuestro empeño en pro de una Europa unida en libertad, por nosotros y por las generaciones venideras. T Adolfo SUÁREZ Helmut KOHL

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