ABC MADRID 22-09-1994 página 98
- EdiciónABC, MADRID
- Página98
- Fecha de publicación22/09/1994
- ID0001947511
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98 ABC ESPECTÁCULOS Crítica de teatro JUEVES 22- 9- 94 Fortunata y Jacinta denso concentrado de Galdós en el Español Fortunata y Jacinta Versión teatral, Ricardo López Aranda, sobre la novela de Benito Pérez Galdós. Realización: Palacio de Festivales de Cantabria. Dirección: Juan Carlos de la Plaza. Intérpretes: Nuria Gallardo, Maru Valdivielso, Juan Gea, Manuel Galiana, Angela Capilla, Fernando Chinarro, Luis Marín, Isa Escartin, Avelino Cánovas, Lidia Ruiz, Mónica González, Ruth Díaz, Angela San Martín, Isabel Tapia, Sara Mora y Vicky Lagos. Teatro Español. No se ha podido con la amplitud espacial, temporal, humana, déla novela de Galdós: este digest teatral es otra cosa. Una cosa que impone una silenciosa atención al espectador varias y simultáneas pesadillas, que la realidad, que la vida. Así es como esta versión no es un Pérez Galdós descafeinado, sino recafeinado, un concentrado teatral de una novela de Galdós. Aunque a veces se grita mucho en estas escenas y la pasión más que el grito está en los adentros del alma y la expresión dramática, Nuria Gallardo alcanza escenas muy sinceras junto a otros que lindan con el guiñol, en su Fortunata; esta correcta, contenida, la Jacinta, de Maru Valdivielso, más declamatorio de lo debido ese gran actor que es Galiana en el boticario Rubín, seco, artificiosamante teatral, como ha sido puesto el Juanito de Gea, y atenidos al tono expositivo, presentativo, más que humano, que real, del resto de los personajes. La aventura se se salda así: No se ha podido con la amplitud espacial, temporal, humana, de la novela de Galdós. Este digest teatral es otra cosa. Una cosa que tiene mucha fuerza, que impone una silenciosa atención al espectador, al que se impone con la calidad literaria de un texto ceñido, tembloro, en límpido castellano que es el de López Aranda. En el fondo se trata de un montaje de Festival, no escapa a esos orígenes el resultado de este esfuerzo considerable del que habría que hablar más. Lorenzo LÓPEZ SANCHO Galdós escribe en menos de dos años (1886- 87) su novela más larga, quizá la mejor, y a su título: Fortunata y Jacinta añade este subtítulo: Dos historias de casadas Si algunas otras novelas como Casandra La loca de la casa las ha hecho pasar a la forma teatral, ese gran panorama social, costumbrista, psicólogo y moral que es Fortunata y Jacinta no. Lo hace ahora, mucho años después, un escritor, un dramaturgo de brillante carrera creadora, Ricardo López Aranda, entre cuyas obras figuran Noches de San Juan premio Lope de Vega, Isabelita la Miracielos que en 1983 llega a ser estrenada en Nueva York, que acreditan su talento de dramaturgo. Pérez de la Fuente, director cuidadoso, rico en el gusto por las escenografías lujosas, vistosas, se oprime ahora en un escenario multisignificativo, liberado de todo detalle realista desengaño, con palabras de un gran poeta, cada vez que Juanito vuelve, la seduce y la abandona, las monjitas son utilizadas para un momento cómico, único que aligera este drama obsesivo y concentrado. Pérez de la Fuente, director cuidadoso, rico en el gusto por las escenografías lujosas, vistosas, se oprime ahora en un escenario multisignificativo, liberado de todo detalle realista, lo que suprime irremediablemente el tiempo y el espacio en un asunto que necesita mucho las dos cosas. La presencia pasiva en cierto modo simbólica de unos personajes en escenas en las que no deberían estar presentes acentúa la impresión onírica que obliga al espectador a pensar que presencia mucho más un sueño, una o Dos mujeres López Aranda, ambicioso, no quiere hacer una comedia de costumbres aunque en no pocas partes la gran novela lo sea. No quiere dos o tres actos con escenarios realistas. Renuncia a hacer la estampa del Madrid de finales del siglo pasado que la riqueza descriptiva de Galdós le ofrece. Opta por una selección de escenas concretas, por una síntesis de esencialidades, e imagina una suerte de competencia, de rivalidad, de identificación última de dos de las mujeres: Fortunata, la pecadora, Jacinta, la pura. Todas las demás mujeres de la novela, y son no pocas, pasan a segundo plano. Se permite López Aranda modificar el desenlace. Lleva la rivalidad de las dos mujeres, enamoradas y a la par víctimas del despreocupado, del egoísta Juanito Santa Cruz, hasta el mismo lindero de la muerte. Fortunata, agonizante, entregará su hijo, el hijo de Juanito, a Jacinta, confundida con una amiga, negándose a rendirla a su rival. No es ése el desenlace de la novela. Fortunata entrega su segundo hijo a un contertulio que conoce, Estupiñá, para que lo confíe a Jacinta. Es más melodramático el nuevo final, en el gran melodrama sintético que el adaptador construye cortando todo lo ocasional, convirtiendo la historia en un duelo de amor de dos mujeres. Fortunata, que lo ha perdido todo por el desesperado amor a Juanito que la abandona reiteradamente, la perdida, la pecadora y Jacinta, la perseverante enamorada de su marido cuyas infidelidades conoce desde el mismo día de su boda. La novela, de largo aliento, está convertida en la expresión de dos obsesiones femeninas. Son los dos personajes esenciales, esas dos mujeres. Juanito queda reducido a un figurón, a un pretexto para las pasiones exacerbadas de las dos mujeres, cuyas pasiones, representadas como obsesiones, son el centro, el alma en que se apretuja el vasto mundo galdosiano. Juanito no es ni un tipo. Es un estímulo. Maximiliano Rubín, el boticario enfermizo que amará desesperadamente a Fortunata y se casará con ella, queda reducido a un episodio secundario, demostrativo de la incapacidad de Fortunata para negar la mirada al claro El Ballet Nacional vuelve a Madrid con un programa copado por los estrenos Madrid. Julio Bravo Cinco estrenos absolutos componen el programa que el Ballet Nacional presenta hoy en el Teatro de la Zarzuela, un escenario del que falta desde hace casi dos años. Es la segunda aparición de la compañía en Madrid desde que se hicieran cargo de ella sus tres directoras actuales, Aurora Pons, Nana Lorca y Victoria Eugenia. El programa incluye Leyenda y Cuentos del Guadalquivir dos coreografías de José Granero con música de Albéniz José Luis Greco y Joaquín Turina, respectivamente; La oración del torero y A mi aire dos solos de Victoria Eugenia sobre música de Turina y Granados; y A ritmo y compás un lienzo flamenco coreografiado por Currillo, con música de José María Bandera y José Carlos Gómez, y dirección escénica de Luis Olmos. Aurora Pons argumenta que la económica ha sido la causa principal de que no hayamos podido presentar hasta ahora un nuevo programa. También la falta de tiempo para prepararlo como es preciso, porque hemos viajado mucho en estos dos últimos años. La falta de dinero, sin embargo, agudiza los sentidos, y creo que mostramos un espectáculo muy digno y variado Uno de los principales atractivos es el regreso al Ballet Nacional de José Granero, el coreógrafo con mayor talento de entre los que se dedican a la danza española. He encontrado a los chicos con mucho más ánimo que antes. El bailarín necesita estar alimentado por cosas nuevas. Y durante los ensayos los he visto muy ilusionados, haciendo un trabajo muy serio. En todo el programa- añade Aurora Pons- hemos querido dar paso a mucha gente, darles oportunidades. Cada una de las coreografías tiene primeros bailarines distintos: Lola Greco, Aída Gómez, Maribel Gallardo, Antonio Márquez, Óscar Jiménez... y uno de los artistas de la compañía, Currillo, firma su primer trabajo coreográfico Antonio Márquez y Aída Gómez bailan en este programa dos solos creados para ellos por Victoria Eugenia, toda una especialista en estos bailes. El mío- dice Márquez- es una fantasía sobre el mundo del toreo, tan cercano a la danza. Me da posibilidad de interpretar, aunque sea una historia abstracta Aída Gómez califica su baile como un solo muy exigente, pero es lucido, y me encuentro muy a gusto en él, me ofrece la oportunidad de expresarme a través suyo, requiere carácter, y por eso me gusta El Ballet Nacional actuará, como es normal en sus comparecencias en la Zarzuela, acompañada por la Orquesta Sinfónica de Madrid, bajo la dirección de Enrique García Asensio, y como invitada actúa Mila Vargas.