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ABC MADRID 26-04-1992 página 78
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ABC MADRID 26-04-1992 página 78

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC Pág. 78 LA FIESTA NACIONAL- Séptima corrida de la feria de Sevilla DOMINGO 26- 4- 1992 Los toros de Manolo González, que no se cayeron, impusieron su mal genio Hermoso toreo a la verónica del sevillano Fernando Cepeda Los aficionados sevillanos son de los más cordiales, espontáneos y afables de España. Rara es la tarde en que no se acercan varios para desearle a uno suerte como si el crítico fuera a hacer el paseíllo, o para lamentarse de que la feria no va todo lo bien que quisiéramos o para inquerir la opinión de tal o cual torero, aunque ya la hayan leído en estas páginas. Alguna vez he escrito que el aficionado es llorón por naturaleza. Lo somos todos. Empedernidos nostálgicos. Convencidos de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Vamos por la vida con la- añoranza a cuestas. Y no recordamos que hace diez, veinte, treinta o cuarenta años- y o me acuerdo muy bien- se decía invariablemente lo mismo. Claro que ahora sólo recordamos las tardes de excepción de los toreros también excepcionales. La corrida de toros es un espectáculo que para aquel que no j tiene capacidad de análisis casi siempre está- -y estuvo- mal. Fernando Cepeda Por la sencilla razón de que es muy difícil que salga bien porque la brillantez del festejo depende de mil factores, empezando por la colaboración de el de negro el toro, también por el ánimo y oficio del torero, y no digamos de la climatología. Hasta el viento se puede cargar el resultado de una corrida. El toro desborda por momentos al torero, y es que el dominio, como decía más arriba, debe llegar de la mano de la seguridad. Y este sólo se produce cuando el torero se encuentra centrado, tranquilo, reposado. No fue con este toro el Emilio Muñoz de sus buenas tardes de estas últimas temporadas, si no que recordaba al de la etapa negra, que mejor sería olvidarla. Tampoco anduvo fino con el capote con el cuarto. No acabó de confiarse en los lances de salida. Las ovaciones más fuertes sonaron para el banderillero Gregorio Cruz Velez, por dos formidables pares de banderillas. Sobre todo el último, dándole todas las ventajas al toro, para cuartear con facultades y salir limpiamente de la suerte apoyado en los palos. Emilio Muñoz que empezó torero- ¡ese pase de la firma! -sufrió un importante descenso de ánimo, derrumbándose estrepitosamente en la faena, cuando el torero trató de enderezarse en unos muletazos en los que el público percibía el estado medroso y dubitativo del joven maestro. El nervio del toro, la repetición de las arrancadas de la fiera muy cerca de los tobillos, descolocaban al de Triana, que no podía disimular la desconEl dominio fianza. En resumen: una tarde mala, decepHoy me han preguntado diversos aficiona- cionante, para sus partidarios, que en Sevilla dos por mi opinión sobre algún joven torero, forman legión, porque no en balde es de los al que la Maestranza ha silenciado con una poquísimos toreros en activos nacidos en Sefría indiferencia hace unos días. Y yo les digo villa capital. El público se enfadó con él que para juzgar a un torero (atención, jóve- cuando mató de estocada atravesada y siete nes compañeros de la nueva hornada) hay descabellos. que tener no sólo en cuenta su aptitud creadora, sino su poder y su capacidad torera. El El toreo de capa toreo no consiste únicamente en un sueño Bien de verdad toreó Femado Cepeda a la fantástico de arte. El dominio es clave. No cabe duda de que el torero ideal, el hipotéti- verónica el segundo de la tarde. Echó el cacamente perfecto sería aquel que dominara pote adelante para traerse muy embarcado a con más arte; pero para llegar a tanta belleza su enemigo en unos lances rítmicos, soltando se impone contar previamente con la co- los brazos con el estilo parsimonioso y elelumna vertebral de esta profesión: e l valor. gante de quien domina tan importante suerte. Sin valor no hay nada que hacer, porque el La afición recibió con alborozo el magnífico toro, tan vituperado en esta época, más quite del de Ginés. pronto o más tarde, sobre todo en las plazas Pedro Santiponce sufrió una aparatosa code primera categoría, sale astifino y se en- gida al salir de un par de banderillas. Paco carga de hacer la criba o selección con rara y Puerta, de la cuadrilla de Finito de Córdoba, puntual exactitud. le salvó la vida en un quite prodigioso. La Ficha de la corrida Plaza de la Real Maestranza. Sevilla, 25 de abril de 1992. Séptima de feria. Cuatro toros de Manolo González y dos de Sánchez Dalp. No se cayeron (esto es ahora noticia) Astifinos, encastados, con dificultades para los toreros. Primero y tercero fueron (os mejores. Emilio Muñoz, de gris plomo y oro, estocada atravesada (silencio) En el cuarto estocada y siete descabellos (pitos) Fernando Cepeda, de verde y oro, pinchazo hondo (palmas) En el quinto media estocada (palmas) Finito de Córdoba, de blanco y oro, pinchazo y media atravesada (gran ovación) En el sexto tres pinchazos y dos descabellos (palmas) Tuvo la mala suerte de llevarse en quinto lugar el peor toro de la corrida. Toro áspero, bronco, manso, con genio del malo, que no dejó a Cepeda torear a su gusto. Sin embargo, le encontramos muy dispuesto, valeroso en una porfía en la mismísima boca de riego, exponiendo una barbaridad, porque el cornúpeta carecía de fijeza en el engaño. Mató con brevedad y el público, comprensivo, respetó al torero. De cualquier manera, los lances de capa al segundo quedan como recuerdo artístico de esta séptima corrida de feria. El toreo por bajo No es nada fácil torear por bajo. Las suertes realizadas con remate por debajo de la pala del pitón resultan bellísimas, sobre todo si se ejecutan con el sabor, el temple y el regusto que imprimió Finito de Córdoba al tercero. Especialmente un muletazo a dos manos, genuflexo le salió rebosante de plasticidad. Con la mano diestra, a los sones del pasodoble, ligó un serie espléndida de muletazos en redondo que alborotó a los graderios. Producía la impresión de que la obra del artista de Córdoba escalaba las más altas esferas taurómacas, pero no encajó con la zurda el genio del animal. Volvió a la diestra para sacar una serie nada más que aceptable, finalizando con suaves, toreros y muy sentidos pases por bajo a dos manos, pinchó antes de dejar media estocada y refrendar con un descabello. Fuerte ovación para Finito, que debió haber acelerado un pelín más; en mi opinión le faltaron unos gramos de arranque para redondear la faena a su encastado enemigo. Faena larga Instinto defensivo en sus cortas arrancadas y agilidad de cuello en la prontitud de sus derrotes. Finito porfió con arrojo y no poco denuedo. Lógicamente, la faena no podía resultar brillante. Se sucedieron los muletazos de escaso relieve, mientras el público palmeteaba mecánicamente en agradecimiento a los indudables buenos deseos del joven torero. La faena resultó excesivamente larga, provocando el cansancio del público. Dio lugar a que escuchara un aviso, cuando mató de tres pinchazos y dos descabellos. Pese a ello, fue despedido con palmas. Deslucida tarde Abrió plaza un cárdeno de Manolo González, que sacó muy poca fuerza, lo cual provocó las protestas del público, pero el astado se recuperó noblemente en banderillas, no volviendo a blandear en el resto de la lidia. Emilio Muñoz comenzó su faena en terrenos del seis, muy molesto por el viento, no se acopló por el derecho. Cambió de terrenos. En el terreno del nueve enjaretó un seria buena, con la zurda; pero enseguida llegarían los altibajos. Faena sin acomplamiento, falta de ideas, torpona, dominado totalmente por los nervios. o; e 3 Gxs a i Maestranza ovacionó, puesta en pie, al subalterno sevillano, pero el torero, humildemente, no se desmonteró, precisamente ahora cuando cualquiera saluda con un vulgar par de banderillas. El toro de Sánchez Dalph tomaba la muleta con desgana, mansurroneando, impidiendo a Cepeda que se centrase con él. Faena sosa, carente de vibración, deslucida. La voluntad Este cartel de toreros jóvenes no consiguió contaba con la brújula que le marcara el remontar las dificultades que presentaron los norte del triunfo. toros de Manolo González. Por unas causas Esta clase de toreros, tan altos, tan fuertes, -o por otras la feria no acaba de embalarse cuando no dan con el toro al que pueden imcon esa gran tarde toros que soñamos todos. poner la armonía de su toreo, resultan un tanto desgarbados y ramplones. i C J VicenteZABALA bi, v J Í 1

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