ABC MADRID 28-12-1990 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación28/12/1990
- ID0001816628
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 28 DICIEMBRE 1990 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC en el libro de sus sueños, el admirable Persiles Gilberto Freyre es el autor que mayor luz ha proyectado sobre las conexiones dentro de un mundo común entre los países de lengua española y lengua portuguesa. Lo habían sentido otros autores, y muy principalmente Valera y Unamuno, después Ortega, del mismo modo que Oliveira Martins o Fidelino de Figueiredo y otros; pero Gilberto Freyre, con inmensa capacidad, con conocimientos profundos de sociología y de historia, con una inmersión radical en lo que son las formas de vida, dedicó gran parte de la suya a investigar, esclarecer, formular la rica variedad de algo que le parecj á ante todo unitario. A veces habla de la Península Hispánica, expresión que le parece tan adecuada como la más usual Península Ibérica. Estudió el sentido hispánico del tiempo, ligándolo a sus matices tropicales, tan desarrollados en la América de las dos lenguas. Y encontraba los valores del ocio -e l lazer -tan desdeñados en el mundo actual como relevantes para el sabor- y el valor- de la vida. Consideraba que un brasileño culto tenía la ventaja, la fortuna de poseer como propias dos lenguas: la portuguesa y la española, y poder leer en sus originales lo mismo a Camoens, Gil Vicente, Ega de Queiroz o D r u m m o n d de A n d r a d e q u e á Fernando de Rojas, Cervantes, Ganivet, Unamuno u Ortega; o a Rubén Darío y Borges. He pensado muchas veces qué diría, si llegó a enterarse, de que hay españoles que, por tener además una lengua particular de su región, dicen que el español no es su lengua. Pero, sobre todo, Gilberto Freyre publicó en 1975 un libro- q u e me avergüenza no ver traducido- O brasileiro entre os outros hispanos Se dirá que por qué avergonzarse, si todo hispanohablante lo puede leer en su original; puede sí, pero ¿cuántos lo hacen? Recuerdo muy bien que cuando se planteó, entre mis amigos paulistas, la conveniencia de que se tradu- DOMICILIO SOCIAL s DL: E R R ANO, 6 61 2 800 MADRID M- 13- 58. PAGS. 112 mutuos entre España y Portugal, y se han celebrado diversos actos que tienden a remediarlos. Esto parece excelente, con la única reserva de que los actos más o menos oficiales, reuniones y congresos no son probablemente los medios más eficaces de que unos países tomen posesión de lo sustancial de otros. Más todavía cuando esas sustancias se pertenecen mutuamente, quiero decir cuando están hechos de la misma realidad fundamental, que permite y aun reclama todas las diferencias y matices. Tengo la impresión de que la comunicación efectiva entre Portugal y el Brasil es muy inferior a la que sería posible y, más aún, obligada. Han sido traducidos al portugués, en el Brasil, una docena de libros míos, y uno solo en Portugal. Lo normal sería que todos ellos circularan a ambos lados del Atlántico, pero no es así, salvo en una medida muy escasa. La situación española es bastante mejor, pero no hay que exagerarla: los libros americanos en español, salvo que sean editados en España, llegan en corto número, y casi exclusivamente si proceden de México o Buenos Aires; los españoles llegan a América, pero por supuesto no todos, ni mucho menos, y casi siempre en un número muy limitado de ejemplares, que rara vez se renuevan. Intervienen en ello causas económicas, dificultades de pagos, impuestos, divisas, por supuesto el atroz estado actual del correo- e l último libro mío publicado en el Brasil tardó en llegar a mí exactamente tres meses, lo que me hizo sentir viva nostalgia de las carabelas, ya que Colón zarpó el 3 de agosto y llegó a América el 12 de octubre- Hace muchos años, al quejarme de la tardanza de los libros españoles en llegar a la Argentina, se me explicó que había escasez de sacas de correo Temo que las razones de ese aislamiento, de esa fragmentación de un mundo en tantos sentidos unitario, son mucho más profundas. Aunque de lo que no estoy seguro es de que sean razones sino más bien sinrazones. Al escribir mi último libro, Cervantes clave española me he acordado mucho de Gilberto Freyre, la figura intelectual de mayor magnitud que ha producido el mundo de lengua portuguesa en más de un siglo. Creo que lo hubiera comprendido muy bien. El puesto que lo portugués tiene en la vida y en la obra de Cervantes es mucho mayor de lo que suele pensarse. Quizá porque se olvida que durante treinta y seis años de su vida, desde 1580 hasta su muerte, Portugal perteneció a la misma Corona, y sus Reyes fueron los de Cervantes, Felipe II y Felipe III. Y al ser rescatado del largo cautiverio de cinco años en Argel, pasó por Portugal, que aparecerá una y otra vez en su obra, hasta s E ha hablado recientemente de los olvidos LA FRAGMENTACIÓN DEL MUNDO IBÉRICO La Casa Cartier. jeran mis libros al portugués, algunos opinaron que no valía la pena, porque los leían en español y estaban en las librerías- l o que no es cierto a la inversa- pero cuando se tradujeron, las ventas se multiplicaron y pasaron de unos cuantos centenares a bastantes millares; primero, porque son mayoría los que prefieren leer en su propia lengua, aunque puedan hacerlo en otra; y sobre todo porque los libros del país entran en los cauces normales de circulación. Con todo, como no son muchos los libros que se traducen, sería oportuno que los escritos en lenguas tan próximas añadiesen a una parte de su tirada un par de páginas de vocabulario con las palabras en que tropieza una persona cultivada de la otra lengua, lo que facilitaría enormemente la lectura y sería un factor decisivo de integración. La unidad de nuestro mundo no puede limitarse a los países de lengua española, sino que incluye los de lengua portuguesa; sobre todo el Brasil, cuya magnitud y vitalidad son preponderantes en la porción lusitana. Diversas formas de nacionalismo han oscurecido el hecho de que la constitución del Brasil se realizó muy principalmente durante el período de unión de las dos Coronas bajo los mismos Reyes; se olvida también que por eso mismo España permitió la expansión del Brasil en inmensos territorios al oeste de los límites que le estaban legalmente fijados, lo que fue el motivo de su actual grandeza. Una de las causas principales de los problemas que afectan a los países hispánicos de América es el ocultamiento de una parte esencial de su historia, la retracción artificial a un pasado reciente privado de sus raíces, o al entroncamiento verbal con el remoto pretérito anterior al descubrimiento, que sería accesible -y por tanto, fecundo- si se contara realmente con el tiempo verdaderamente transcurrido en el conjunto de la historia. El hacer violencia sobre la realidad y falsificarla u omitirla tiene siempre malas consecuencias, porque la realidad no cede, no desiste, y acaba por vengarse del que le falta al respeto que se le debe. Y no se trata sólo de los pueblos americanos, todavía jóvenes. No se crea que los viejos europeos, y en este momento me interesan España y Portugal, están libres de ese pecado. El general desconocimiento de la historia, en buena medida voluntario, es una de las causas más graves que actúan en la descomposición de un mundo que funciona mucho peor de lo que sería posible. Pocas cosas serían tan aleccionadoras como un examen perspicaz de lo que podríamos llamar las cuentas con la historia en el conjunto de los países que la poseen más rica, variada y creadora, es decir, los occidentales. Julián MARÍAS de la Real Academia Española