ABC MADRID 20-10-1989 página 68
- EdiciónABC, MADRID
- Página68
- Fecha de publicación20/10/1989
- ID0001708977
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68 A B C QUINTO NOBEL DE LITERATURA PARA ESPAÑA VIERNES 20- 10- 89 Camilo j E L teléfono de ABC me avisa que Camilo José Cela ha recibido el premio Nobel. Aunque nunca me han interesado demasiado los premios, ni creo que signifiquen mucho ni sean lo que debe interesar a un escritor, el hecho de que el más famoso de todos haya recaído esta vez en un español es para mí motivo de alegría. Pero además de este motivo tengo otros: mi amistad con Camilo José Cela desde 1934, cuando él tenía dieciocho años y yo veinte; es decir, durante cincuenta y cinco años, casi la vida entera. En rigor, Camilo fue primero amigo de la que había de ser mi mujer, Lolita, la persona más importante para mí, ya desde entonces, y con abrumadora diferencia. El verano de 1934 lo pasé en la admirable Universidad Internacional de Santander, recién creada el año anterior. En el Tomo I de Una vida presente puede leerse: Lolita pasó el verano, con su numerosa familia, en Las Rozas, en un chalet junto al cual estaba el de la familia, casi tan numerosa, de Camilo José Cela. Éste, dos años más joven que yo, era un muchacho alto, flaco, enfermizo, muy tímido y educado, que buscó la compañía de Lolita, sobre todo para hablar de los poetas y leerle su propias poesías. Lolita lo orientó hacia los clásicos y le aconsejó asistir en Madrid al curso de Salinas. Yo lo conocí en octubre. Desde entonces, la amistad iniciada no se ha interrumpido nunca. Lolita y yo conocimos a la familia de Cela- los padres, Camilo y Camila, los hermanos, todos menores que é l- A los que lean estas líneas ahora les extrañará tal vez la caracterización que de él hago en las líneas citadas, pero creo que en lo fundamental es válida. Mi amistad personal con Camilo era inseparable de Lolita, porque se había iniciado a través de ella, y Camilo le tuvo siempre ilimitada estimación y gran cariño; cuando murió, pienso que lo sintió profundamente. Otra persona que me era próxima, Fernando Vela, conocía a Cela, sobre todo por su relación con su padre, funcionario de Aduanas como Vela había sido, y era, con Lolita, de sus primeros y más atentos lectores. Después de la guerra, dos años y medio después de su final, llegó a nuestra casa un pequeño libro con una dedicatoria que decía así: Para Lolita Franco y Julián Marías, que siempre han demostrado tanto interés por todo lo mío, con la más sincera amistad de Camilo José Cela. -Nochebuena del 42. En la portada, bajo su nombre, se leía: La familia de Pascual Duarte Después, libros y libros, suyos y míos, hasta hoy. Y ahora, el reconocimiento máximo que la sociedad de nuestro tiempo concede a un escritor. Hace nada menos que veintisiete años escribí una introducción a un libro sobre Cela que había escrito un americano inteligente, Paul llia. Quiero recordar algunas cosas de las que dije entonces: Camilo José Cela es sin duda uno de los más fuertes, sabrosos y originales escritores españoles de este tiempo. Su aparición, a fines de 1942, señaló el comienzo de una manera de escribir- y de novelar- que había de tener, sobre su atractivo personal, una honda influencia. En un período caracterizado con frecuencia- con demasiada frecuenciapor hablar interminablemente de cosas inexistentes y callar acerca de muchas que existen, Cela ha representado una excepción: se ha hablado mucho de él, y a la vez ha existido... Por sus espontáneas, frescas cualidades, por sus muchas destrezas también, por su rara mezcla de borbollón y alambique, de ingenio y alquimista, de vagabundo y cacique gallego, siempre ha dado que hablar Y para dar hay que tener. Y todavía más adelante: Lo que se ha salvado de la tradición anterior en los novelistas actuales que son verdaderos escritores- y Cela es en esto el mejor ejemplo- es la conciencia de que es menester que la novela esté escrita quiero decir desde el mismo autor, no desde los decires tópicos de la gente por tanto que tenga calidad de página -l o que desde el 98 se echó de menos en Galdós, y fue la causa de un momentáneo desdén hacia él, con olvido de sus egregias calidades- La colmena está llena de ejemplos de lo que pudiéramos llamar la salvación por la palabra y gracias a ella, al excepcional talento en el decir, es una novela, a pesar de que sus requisitos estén constantemente eludidos. Y La catira está apoyada, como una frágil catedral en sus arbotantes y contrafuertes, en una serie discontinua de mínimos nodulos narrativos -s i vale la expresión- conseguidos mediante un prodigioso acierto en el decir, y que sería muy sugestivo unir en una singular antología. Comentaba al final el desenfado con que se inició esta etapa de la novela española, que llevó a hacer un gesto frivolo de desentenderse del pasado. Y concluía: Los miopes no vieron cuánto de juego y desplante de divertimiento, en suma, había en esa postura de Cela, hombre mucho más respetuoso de lo que parece, que siente esa veneración, casi sacro terror, que ha de tener todo hom- bre bien nacido e inteligente cuando se acerca a las figuras de Unamuno, Valie- lnclán, Baraja, Azorín, Ortega y otras cuantas mas. Tomaron en serio lo que era, a lo sumo, insolencia juvenil con un poco de histrionismo, en el fondo más auténtico una manera de homenaje. Ninguno de los autores que acabo de nombrar recibieron el premio Nobel. Debemos celebrar que Cela lo haya alcanzado. Tiene una profunda vocación de escritor, lo que no es hoy demasiado frecuente; posee un extraordinario talento verbal, lo que también es importante, más de lo que se piensa. Entre todos sus libros, prefiero sin duda dos: Viaje a la Alcarria y La colmena Son, a mi juicio, los que tienen más probabilidades de luchar victoriosamente contra el desgaste del tiempo. Temo que la obra de Cela quede afectada por su abuso de las zonas marginales del lenguaje, de sus registros más detonantes, indefectiblemente destinados a pasar. Es el peligro que la acecha, del cual debería defenderse en el futuro. Porque, dadas las condiciones de la vida en nuestro tiempo, debería tener un porvenir creador y dilatado. ¿De qué le serviría si no haber nacido en 1916? Permítaseme, al felicitar a Camilo, hacerlo también en nombre de Lolita: hoy hubiera sido para ella un día alegre; y espero que de alguna manera habrá tenido noticia de lo que estamos celebrando. Julián MARÍAS de la Real Academia Española