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ABC MADRID 01-11-1986 página 52
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ABC MADRID 01-11-1986 página 52

  • EdiciónABC, MADRID
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VIII ABC ABC ÍITcrafio 1 noviembre- 1986 transgre Para colmo, en el patio hay un frutal ambiguo; mitad naranja, mitad limón. La casa de Juan Goytisolo en Marrakech, a la orilla del fabuloso mar humano de la Gran Plaza, como todas las casas árabes se abre hacia adentro. Un coco cerrado y fresco, marrón por fuera, blanco por dentro, desmochado por arriba. La luz cegadora de esa terraza, minarete privilegiado de horas de lectura y sosiego, baja tamizada al patio. El calor resbala por las paredes y acaba dormido en los tonos verdes ocultos en brillos blancos (Es miércoles, el día es espléndido y Goytisolo es feliz. Bastante más locuaz de lo que te habían prevenido. Esta es la transcripción- n o literal, pero espero que sí exactade una jornada larga de conversaciones a saitos, sin magnetofón n ¡block. Por primera vez en meses no tengo nada que hacer hasta que pase diciembre. He entregado el manuscrito que completa a Coto vedado En los reinos de Taifa aparecerá en noviembre y he encontrado ya la clave o la primera pieza de mi nueva novela. Un verso de San Juan de la Cruz. Ahora y hasta enero, a viajar con Abdelladi. Primero a Almería, luego a Valencia y un largo mes en Egipto para hacer un reportaje sobre el tremendo vacío que me voy a encontrar en el que hasta hace poco era el país más vital del mundo islámico. (Es miércoles y el día es muy claro; el regocijo de este vasco catalán español irreverente excede sin duda el disfrute de esas merecidas vacaciones El más inclasificable de nuestros escritores jóvenes- é l se considera ya viejo- acaba de perpetrar la última de sus transgresiones. Goytisolo está feliz porque ha cerrado por fin el gigantesco ciclo que hace casi dos décadas abrió en su vida literaria y personal, sentado en un café de Tánger, mirando a la península de los denostados cárpetos. El ruido no entra, siquiera sea de puntillas. Caracola invertida, contrapunto y cofre, eco sordo de oleajes, la casa de Goytisolo parece diseñada en la frontera misma de la soledad, dispuesta para buscar un rápido refugio humano a la menor señal de alarma. Torre de marfil, arca de alianza para la frágil paz de un hombre que se ha plantado en el justo medio que separa la ternura de la desesperación. Sólo tres recodos de la mugrienta calle del virtuoso separan el limpio cobijo del gentío que puebla la Xemáa. mos- primero la religión católica, después el marxismo- hacia un sistema de vida mucho más imprevisible y mucho más personal. En los reinos de Taifa no es la segunda parte, ni siquiera ía conclusión de Coto Vedado Ambas son la misma obra. Fueron concebidas unilateralmente y si se publican separadas es por una mera razón de espacio. Ambas se superponen y sus contenidos están como yuxtapuestos. (La luz del sobrio despacho de puerta mudejar- anaquel con libros, mesa de pino grueso, una sola silla- comienza a debilitarse. Bajamos a almorzar y salimos a la calle. Todo indica que la biografía desnuda que Goytisolo acaba de completar apunta entre líneas el epitafio de unos modos ya caducos de entender su oficio. Renuncio- dice el neófito casi en profesión bautismal- a la vida literaria y opto por la literatura. En los reinos de Taifa según lo cuenta el autor, se hace una especie de balance o arqueo de tesorería personal y vital. La transgresión de esquemas literarios que se inicia en Señas de identidad se consagra en Reivindicación del conde don Julián A partir de Don Julián -l e brillan los ojos cuando lo dice- mi literatura, por fin, se explica por sí misma. Podría incluso abjurar de todas mis obras anteriores, que adolecen de lo mismo que casi toda la producción literaria en España. Coto vedado y En los reinos de Taifa -aviso para lectorescontienen quizá las últimas claves de referencia para entender esa literatura sin más en la que a partir de ahora se enfrascará el nuevo Juan Goytisolo. Carpetazo, pues, a las fáciles muletillas de trazos autobiográficos que tantas veces ha padecido un escritor original en cierto modo malgré luí Don Julián es algo más que un brusco cambio de rumbo en mis modos de escritor. Acaba la novela con la violación del niño por el guardián de la obra. Una influencia perturbadora, salvaje, que destruye de un solo golpe toda la educación anterior. El niño renace entonces con una piel nueva y es esa evolución la que me lleva a hacer incursiones en el relato autobiográfico con planos cronológicos y temporales mezclados, en un esquema original dentro de la narrativa española y, sobre todo, en un exigente ejercicio de rigor que corta los vuelos de la imaginación literaria para ceñirse a los hechos, a mitad de camino entre los dos extremos típicos de este género: el cinismo y la exhibición. A partir de Don Julián o- s i se quiere- a partir de Tánger, comienza una inflexión vital que me exige un gran esfuerzo. Para ser un mitoclasta, primero hay que hacer mitogénesis. Para destruir una imagen, primero tienes que crear otra que sea más fuerte que esa que pretendes destruir. No se trata de un proceso racional. La técnica la patentó ya genialmente Goya. No hizo razonamientos, sino un impresionante derroche de imaginación para pintar mitificada y esperpéntica a esa España que rechazaba. Ese es, a mi juicio, el punto clave en la historia personal que más claramente explica la evolución y las rupturas que se han querido ver en mi obra. (Sentencia firme. Goytisolo no se regodea nunca mirándose el ombligo. No escribe autobiografías- -afirm a- para liberarse de sus recuerdos, sino precisamente para conservar una cierta explicación de la peripecia vital. En los reinos de Taifa es un título deliberadamente ambiguo para una obra muy concreta. A pesar de los múltiples significados que a la palabra Taifa se le pueden encontrar en la lengua árabe, el uso más común se refiere a la desmembración de la España musulmana. En mi caso podría valer, pues el libro no hace sino describir mi trayectoria personal hacia una clara multiplicidad, el abandono de dos monolitis- El Conde Don Julián Me identifico con ese personaje ambivalente y terrible del Conde Don Julián, traidor y redentor al mismo tiempo, vendedor de esencias a la morería, destinado por más señas a ser castigado do más pecado había La sierpe, todo un símbolo. Después de una amarga experiencia juvenil, decido que nada tengo ya que hacer en España (lo que hago, me lo prohiben) He dejado el Partido Comunista; he abandonado el marxismo. Rompo con todo y al mismo tiempo busco un nuevo árbol para mi nueva patria, la personal. que se editan en España. Confesiones tendría una solemnidad un poco cómica y no tengo nada que confesar. Si yo no fuera español, probablemente no habría emprendido un relato de semejantes connotaciones; sin embargo, obras de esta envergadura no existen en España, mientras que son absolutamente habituales en Francia o Inglaterra. (Hay que entenderle en síncopas, como su escritura; no se traga vocales, pero sí frases enteras en la medida que entrevea que enturbian lo que va a decir. Acabo por perder el hilo y opto por seguir el índice de la nueva obra. Comienza con un capítulo titulado Ladrón de energías título prestado de Rimbaud, que utilizaba la frase para referirse a Cristo; yo la refiero a Franco, ladrón de tiempo e imaginación, muy valiosa de generaciones enteras que lucharon contra su dictadura, olvidándose quizá de tantas cosas importantes. Ladrón de energías Es la historia de mi exilio a partir No me gusta hablar de memo- de 1956, años duros desde un punrias; no hay nada más desmemoria- to de vista afectivo, pero positivos do que los relatos autobiográficos en el sentido de que me permitiei n

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