Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 01-08-1983 página 68
ABC MADRID 01-08-1983 página 68
68/72
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 01-08-1983 página 68

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página68
Más información

Descripción

GENTE M UCHOS pintores de fama, como Toulouse Lautrec, Picasso, Solana, Chagall o Buffet, dejaron plasmados en sus lienzos las figuras de cientos de payasos de lánguidas miradas, como si trataran de encubrir bajo su máscara, ese viejo drama del circo que le llena de dolor y amargura. Pero el rostro de Charlie era diferente. Sus ojos brillaban como dos curruscantes lentejuelas por encima de esa enorme nariz acartonada que parecía cabalgar de alegría a lomos de su ingenua y perenne sonrisa contagiosa. Aquel rostro se hizo muy popular fuera de España y aunque su humor no era aquí fácilmente asimilado por un público habituado generalmente al payaso parlante lo cierto es que su refinada sensibilidad acabó cautivándonos a todos por igual. No acostumbraba a ridiculizar defectos ajenos, ni políticos; jamás en sus labios una palabra obscena ni un chiste subido de tono. Lo suyo era mucho más difícil y profundo: ei valor del gesto sobre la palabra. Una forma de expresión que, arrancando de las propias raíces de la Commedia dell Arte, toma cuerpo en un nuevo personaje llamado clown cuya imagen habría de revolucionar en el mundo el sentido del humor. Nombres como Grimaldi, Charlie Chaplin, Crock y Charlie Rivel pasarán a la his- ¡Adiós, Charlie! toria como sus personajes más representativos. Pero lo que muchos ignoran de Charüe es que, además de payaso internacional, sentía el orgullo de ser español. Al término de nuestra guerra civil, actuando en el extranjero, fue llamado para inaugurar el circo Magyar, -de Budapest y, como ya era su costumbre, pidió que en su fachada principal ondeara la bandera española. Su sorpresa fue que, al llegar allí, se encontró con la enseña republicana en lo alto del edificio. Charlie se negó a trabajar. Dijo que sólo conocía una: la roja y gualda. Y aquella bandera se puso. Cuando en 1968 lo traje para actuar con sus hijos en el Price madrileño, hice llegar aquel hecho al Jefe del Estado. Franco ordenó entonces que se le concediera la Cruz de Isabel la Católica y su imposición se llevó a cabo en la pista. Fue una de esas noches memorables que difícilmente olvidaremos quienes tuvimos la dicha de estar a su lado. Paco Martínez Soria fue uno de ellos. El teatro y el circo, la palabra y el gesto se fundieron aquella noche en un abrazo. Después, Charlie emprendió de nuevo su acostumbrada gira por Alemania. Un día de enero de 1972, acompañado de su esposa, Carmen, y de sus hijos Juanito, Charly y Valentino, llegó al aeropuerto de Stuttgart procedente de Berlín. Debían tomar otro avión que le conduciría a Viena donde estaba anunciado que actuaría al día siguiente. Aquella mañana soplaba un viento helador, y el feliz matrimonio, para desentumecer sus músculos, decidió tomar algo caliente, mientras sus hijos se ocupaban de aligerar el despacho del equipaje. Ya se dirigían al bar cuando, de pronto, Carmen se sintió repentinamente indispuesta. ¡Charlie... no sé que me ocurre... no me encuentro bien... -Ten calma- -le repuso animoso- Esto es debido al frío. Vamos a tomar este té calentito y verás cómo se te pasa. ¡Charlie... Charlie... -repitió esta vez angustiada, aferrándose fuertemente a su brazo. ¡No puedo más... ¡Llama a un médico... me muero... Aquellas fueron sus últimas palabras. La que durante más de sesenta años consagró su vida al payaso como ejemplar esposa inseparable, como madre y compañera, dejaba de existir en los temblorosos brazos de Charlie, sin que éste ni sus Charlie Rivel, en esta fotografía de 1968, recibe la felicitación del autor de este artículo, tras serle impuesta, en la pista, la Cruz de la Orden de Isabel la Católica hijos, ni nadie de cuantos la contemplaban aterrados puedieran hacer nada por salvarla. Y el payaso como cuenta esa vieja leyenda, acudió puntual a la cita para hacer reír a los demás, mientras trataba de ocultar bajo su rostro el dolor más amargo de su vida. Algunos periodistas se acercaron al clown momentos antes de que éste saliera a la pista. -Charlie, ¿te importaría decirnos cómo has logrado superar los dolorosos sentimientos de esta tragedia... ¿Superarlos... No piensen ni por un instante que eso se pueda lograr. Yo comprendo que el público debe quedar ajenóla estas desgracias. Ellos han v e nido aquí a ver al payaso y lo demás no les interesa. El que tiene que llorar esta enorme pena que me ahoga- -decía intentando contener sus lágrimas- -no es precisamente este tonto que tenéis frente a vosotros, sino el otro que hay debajo de esta estúpida nariz colorada. Los payasos estarnos destinados a vivir dos vidas diferentes. Una, la que hemos hecho famosa, esa jamás llora ante los ojos del público; la otra, a que sólo conocen nuestros seres más queridos, esa se rompe a solas en el largo silencio de la noche. Mucho se ha escrito sobre esa doble imagen de los payasos, pero quizá el que más se haya acercado a ellos sea el ilustre Ramón. En su libro El Circo umversalmente conocido, recorre con su prodigiosa pluma hasta el último rincón de la farándula, entresacando definiciones de sus más pintorescos personajes. Sus famosas greguerías especialmente las dedicadas a los payasos, fueron traducidas a todos los idiomas del mundo. Tan extraña es su cabeza- -dice en una de ellas- -que si se guillotinase en plena actuación la cabeza de un clown seguiría su rostro haciendo gestos alegres y caprichosos, guiñando un ojo... y después el otro indefinidamente. Y no le faltaba razón. Aquella fantástica visión surrealista de Ramón Gómez de la Serna, sobre la eterna ingenuidad de los payasos frente a la tragedia, jamás escapó a la realidad. El propio Charlie nos lo recuerda ese mismo día que tuvo que aparecer en la pista disimulando su tremenda desgracia. En aquel instante su extraña cabeza, como si de pronto hubiera sido segada por la acerada cuchilla de la tragedia, continuó a pesar de todo haciendo gestos alegres y caprichosos... guiñando un ojo... y después el otro... Y así es como finalmente se ha ido de nosotros el más famoso payaso español de Cubellas. ¡Hasta siempre, Charlie Arturo CASTILLA 68 A B C LUNES 1- 8- 83

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.