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ABC MADRID 24-03-1983 página 89
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ABC MADRID 24-03-1983 página 89

  • EdiciónABC, MADRID
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GENTE 1 P M i fe L A sonrisa de Mickey Mouse es una mueca prehistórica, un mickey- mausoleo La patosa verborrea de Donald, una reliquia. Los antiguos personajes de la mitología infantil pierden terreno ante el avance incontenible de la épica computerizada. El pasado año, los norteamericanos menores de dieciocho años invirtieron tres mil millones de dólares en videojuegos, cuatro veces más de los que supuso el programa de la lanzadera espacial. La ficción tradicional está a punto de saltar hecha astillas. La ilusión ha caído en manos de la magia negra electrónica. Invasores del espacio Star treck Pac Man he aquí los nuevos héroes. La industria del cine, temerosa de perder a esa gran generación de público en edad escolar, que supone el 50 por 100 de su clientela, se ha subido en marcha al vertiginoso tren de la nueva tecnología. De pronto, las pantallas gigantes se han llenado de películas atiborradas de sofisticadísimos efectos especiales La guerra de las galaxias Superman El imperio contraataca Dark Crystal JUEVES 24- 3- 83 f Ú fw r- 5 5 f w Tron primera muestra del cine del mañana 1 Disney en él país de las computadoras E. T. en las que las máquinas, como soñó Marinetti, roban, paulatinamente, el protagonismo a las criaturas de carne y hueso. En esta carrera en pos del cetro de la electro- fantasía en celuloide, la factoría Disney, tradicional guardián del fuego sagrado de la ilusión, ha dado un paso revolucionario con Tron el primer filme del año 2000- -según algunos que esta noche se estrena en Madrid. Tron abreviatura de electrón es la primera criatura del matrimonio entre el cine y la computadora. Steven Lisberger, treinta años, un fanático de los juegos de video, imaginaba que, al otro lado de la pantalla, palpitaba todo un mundo, una vida extraña y misteriosa. Y, como Alicia, decidió atravesar el espejo. Tron es el resultado de ese viaje alucinante en el que, además de nombres de tanto peso en el universo del comic y del diseño como Syd Mead, Moebius o Phyl Lloid, han trabajado cuatro compañías de computadoras gráficas, por separado, para conseguir ese look electrónico nunca visto hasta ahora en una pantalla. ¿El secreto? Doscientos ochenta de los trescientos cincuenta decorados del filme han sido creados exclusivamente por un ordenador. La técnica es endiabladamente complicada. Cada imagen está constituida por dos millones de puntos luminosos, con colores de una intensidad variable. Cada punto tiene un valor cifrado y codificado, que pasa a la memoria del ordenador para que éste lo transforme luego a su antojo. Con lo que nos encontramos con dos millones de puntos- información por imagen. Si se tiene en cuenta que el cine marcha a veinticuatro imágenes por segundo, las posibilidades combinatorias son casi infinitas. Quince minutos de mi película no han pasado por ias manos del hombre comenta pletórico de orgullo el director, quien, en un rapto de delirio megalomaníaco, llega incluso a afirmar que, haciendo la película, llegué a sentirme Dios en el momento de la creación Verdaderamente, los jóvenes prodigios norteamericanos no tienen demasiado sentido de la medida. El resultado puede resultar ligeramente frío, comoi el mundo que intenta captar, en el que las máquinas tienen sentimientos humanos y los hombres intentan parecerse a las máquinas. A ambos lados del espejo, todo es igual. No hay diferencia entre la técnica y la naturaleza. Con Tron se cierra la puerta al cine hasta ahora conocido y se abre la del cine del mañana. Llegará un d í a- -a f i r m a n estas nuevas hornadas de técnicos magos- -en que, con un ordenador al servicio del cine, se podrá reconstruir un personaje desaparecido de las pantallas. Se podrá ver un doble exacto de Bogart o de Marilyn. Una película podrá ser la copia milimétrica del sueño de urr cineasta. Hasta el punto de que hay quien vaticina ya un futuro en el que los actores puedan acabar sustituidos por androides cibernéticos. Pese a todo, resulta difícilmente imaginable ver la efigie de una criatura electrónica pasearse con la morbidez que lo hacía Marilyn en Niágara José Alejandro VARA A B C 89

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