ABC MADRID 10-06-1981 página 73
- EdiciónABC, MADRID
- Página73
- Fecha de publicación10/06/1981
- ID0001356151
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MIÉRCOLES 10- 6- 81 ESPECTÁCULOS ABC 61 Crítica de cine La dolce vita ¡le Federico Fellini Producción: Rioma Films (Roma) GrayPathé Films (París) 1960. Director: Federico Fellini. Guión: Federico Fellini, Tullio Pinelli, Ennio Flalanno y Bruneilo Rondi. Fotografía: Otello Martelli. Blanco y negro. Música: Niño Rota. Duración: ciento setenta minutos. Principales intérpretes: Marcello Mastroianni, Anfta Ekberg, Anouk Aimée, Yvonne Furneaux, Magali Noel, Alain Cuny, Lex Barker, Annibale Ninchi, Jacques Sernas, Nadia Gray. Versión original italiana con subtítulos en español. Salas de estreno: Pompeya, Gayarre y Bahía. La carrera de La dolce vita batió, hace veinte años, todas las marcas establecidas de comercialidad y de escándalo en Europa. En Italia recaudó más de setecientos millones de liras en un año; en Francia, tras haber recibido la Palma de Oro del Festival de Cannes, fue la película más vista y más comentada, y en España, prohibida por decisión gubernamental, se refrendó la postura oficial por sentencia del Tribunal Supremo. La dolce vita marcó la década de jos sesenta con su cinismo, su aparente inmoralidad, su atrevimiento y su capacidad sarcástica, sin que la mayoría de tos críticos advirtiera las cualidades poéticas que contenía. La sociedad romana que salía en los periódicos encontró en el título de la película su denominación más generalizada, en un contexto de inconsciente frivolidad, más o menos orgiástica. La dolce vita es, en síntesis, una sucesión de situaciones alrededor de un personaje, el de Marcello, un periodista inquieto que lo mismo acompaña a una imagen del Corazón de Jesús en su excursión aérea por el cielo de Roma, hasta el Vaticano, que recibe a una estrella americana, opulentísima, que llega a Italia para protagonizar una película italiana, o cubre la información de una supuesta aparición de la Virgen a dos niños, que ocasiona un grotesco y patético show de periodistas y enfermos que esperan el milagro Marcello es, a la vez, protagonista y testigo. No sólo informa de las incidencias sentimentales de príncipes y magnates, en una descarada postura que inauguraba otro aspecto de ia Prensa del corazón sino que participa de ella, asumiendo su absurda angustia, su mezquindad. Así, acompaña a la exuberante diosa rubia por las calles de Roma, soñando un romance que acaba en baño, en la fontana di Trevi, y vive una corta relación con una muchacha, Maddalena, obsesionada por su propia obsesión sexual, mientras su novia intenta suicidarse en el piso que ambos comparten, cegada por los celos. Marcello vive sin rumbo preciso, ansiando ser escritor, alcanzar la dorada serenidad de Steiner, su ejemplo vital e intelectual. El suicidio efectivo de Steiner, un hombre que lo tenía todo y temía perderlo, desnorta aún más al desorientado Marcello, que se integra entonces en el espejismo de las noches locas partiendo de la bullente vía Véneto hacia el castillo de cualquier aristócrata semiarruinado o el chalé industrial que compagina el trabajo con el trato de los bufones que pueden divertirle las madrugadas. Fellini juega a la sorpresa- -la de hace veinte años- -con el espectador desde ia plataforma de su propia biografía, cargando a Marcello Mastroianni- -su protagonista- -con su saco de dudas y sinceridades. La imagen del Corazón de Jesús sobrevolando el cielo romano se convierte, al tiempo que en síntesis de la condena felliniana, en alusión chocante que puede ser considerada desde un ángulo de impiedad, como el disfraz religioso con que la espectacular estrella as- Está muy avanzado el rodaje de Una chica como tú dirigida por Germán Lorente, en cuyo reparto figura José Luis López Vázquez. Esta es la segunda película del actor en lo que va de año. Pocas, comparadas con el año anterior, en que rodó cinco, algunas de gran éxito, como Patrimonio nacional o El divorcio que viene Quizá por eiio López Vázquez está especialmente preocupado por la situación actual de la cinematografía española. Federico Feilini y Anita Ekberg ciende a la terraza de la basílica de San Pedro. Pero ya el escándalo ha quedado lejos. Las modas y los modos del cine, a los que tanto ha contribuido el propio Fellini, han limado las aristas de La dolce vita Las diferencias generacionales, que Fellini subrayaba en el encuentro de Marcello con su padre, la visita al cabaret y el apunte de aventura erótica, discurren hoy por otros cauces mucho más torrenciales. En 1981, lo que brilla más no es la superchería del milagro anunciado, ni la desesperanza de unos ¿eres que buscan denodadamente un horizonte entre madrugadas de borrachera y strip- tease sino la ironía contenida en el título. Fellini fabricó una suerte de documento sociológico, de estudio de costumbres, acomodado a su época, que hoy se ha alejado veinte años de nuestra cotidianeidad, aun sin perder sus características fundamentales, y que revela ai realizador como un moralista que condena a sus personajes cortando cruelmente sus posibles vías de acceso a una existencia menos angustiada y más auténtica. La dolce vita resulta hoy, más que en el momento de su estreno, para casi todos excesivamente larga, con sus secuencias dilatadas, con un amontonamiento de imágenes y de diálogos, cargando secuencias bien imaginadas. Su complejidad exigiría una mayor capacidad de síntesis, aunque algunos de sus episodios estén ya en las antologías del cine de nuestra época, con su carga de crueldad y de lirismo, con sus insistencias en una vertiente filosófica y existencial. En 1960, La dolce vita escondía su moral entre los muchos minutos de ocurrencias y de alusiones, mientras Fellini parecía más un propagandista que un censor de costumbres, escandalizado por la vida que contemplaba, y compartía, a su alrededor. Marcello Mastroianni encarna con absoluta propiedad a su personaje homónimo, al periodista Marcello, en el que vierte elementos autobiográficos el propio Fellini. A su lado, Anouk Aimée, como Maddalena, brilla especialmente, mientras Anita Ekberg compone de modo espectacular el tipo de la estrella aposentada en su desarrollo anatómico, ofreciendo una imagen que ha dado la vuelta al mundo como símbolo de un tiempo. Aunque Fellini muestre de modo inequívoco su maestría dirigiendo al extenso reparto, y muchas de las interpretaciones sean ya historia, algún personaje, como el de Steiner, que incorpora Alain Cuny, revela su escasa consistencia, acusada con el paso del tiempo, que no perdona filosofías apresuradas. Nunca es tarde, reza el refrán español. Y en el caso de La dolce vita sigue vigente el tiempo de la curiosidad general y el del estudio para el cinefilo. -Pedro CRESPO. -Cuando t e r m i n e este rodaje pasaré s integrarme en la Crisis amenazante con mayúsculas; es decir, en e! p a r o Porque la crisis cinematográfica existe a pesar de las declaraciones del director general en cuanto a las soluciones para resolverla. Porque ya se sabe, en cuanto cambian de director genera! se hacen muchas promesas, pero todo sigue igual o peor que antes... -Pero existía una importante cifra que iba a solventar, a través de Televisión Española, parte de esta crisis... -Ese dinero habrá ido a parar a otras manos más pobres porque yo, que tengo un curriculum bastante extenso y limpio, no he trabajado en ninguna película que haya recibido esa ayuda. -José Luis López Vázquez ha protagonizado decenas de películas, y otras muchas obras teatrales, y de televisión, a lo largo de su carrera, con importantes logros que todavía se recuerdan. ¿No hay papeles para las figuras relevantes de nuestra cinematografía? -En el cine, ya digo, al paro; de teatro no hay nada y de televisión parece que se han olvidado de que existo a pesar de que todavía se me recuerda por mis intervenciones en La cabina con Chicho Ibáñez Serrador; Ese señor de negro serie original de Antonio Mingóte; Tercero izquierda Y de haber sido uno de los pioneros del paseo de La Habana. Pero si no se me ha tenido en cuenta en los últimos años, ahora con el nuevo equipo directivo, menos. La crisis cinematográfica, poco a poco, va influyendo en el estado de ánimo de los actores, no ya sólo de los de reparto o los que empiezan, sino que afecta, y gravemente, a las principales figuras de nuestro cine, con cualidades para intervenir en importantes realizaciones. Lo cierto es que éstas no llegan. -C. G.