ABC MADRID 15-08-1978 página 69

EN BUSCA DEL HIPPY PERDIDO C ONFIESO que el título recuerda demasiado a otro bien conocido de Maree! Proust. Y si lo he modificado levemente ha sido más por escrúpulo literario que por auténtica necesidad. Es claro que este artículo podría muy bien titularse en busca del paraíso perdido Corrían los años cincuenta cuando un nuevo movimiento revolucionario y liberador surgía en el mundo. Eran los tiempos de la beat generation de la música y de la literatura underground de la contracultura, del fJower power Había nacido el movimiento hippy Miles de jóvenes de todo el mundo se sintieron muy pronto atraídos por 4 a nueva religión, que tenía sus ciudades santas en San Francisco y en Katmandú, iniciando una cruzada contra la deshuocasiones, y casi siempre injustificadamente, se seguía contra ellos. Los otros, tos que se quedaron en las islas de Ibiza y Formentera, fueron en muchos casos devorados por el sistema. Y como escribió un estudioso de la fenomenología hippy también nosotros podríamos decir aquello de que sobre vuestras flores y sobre vuestros vestidos harapientos construiremos un imperio Por eso pienso que hay que salvar a los últimos hippies que aún quedan aquí, porque ellos son ya- -aunque a algunos no les guste- -parte integrante de la vida y cultura ibicencas. Cualquiera que recorra, como lo hago yo a menudo, los mercadillos hippies comprenderá mejor lo que quiero decir. Uno se da entonces cuenta, viendo a estos hombres y mujeres, muchos con sus hijos nacidos en la isla, sentados en el suelo junto a un pañuelo o tela extendido sobre el que se alinean una docena de objetos hechos a mano, mientras los posibles compradores pasean a lo largo del mercado, uno se da entonces cuenta, digo, que ibiza no sería la misma sin ellos. El mercado hippy es hoy un atractivo turístico de primer orden. Por eso existen varios en la isla, aunque sin lugar a dudas el más representativo sea el de los miércoles en el Club Punta Arabi, sinfonía de bungalows blancos en puro estilo ibicenco. En este mercado, ai que cada semana acuden numerosos autocares cargados de turistas de todas las nacionalidades, se pueden encontrar desde objetos de plata, piedras preciosas, cerámicas, tejidos bordados y cinturones de cuero trabajados a mano, hasta un plato de arroz preparado en rústica cocina improvisada con un viejo bidón. También este año ha nacido otro mercado hippy en Fantasylandia, cerca de San Antonio, que hasta el momento presenta muestras auténticas de la artesanía que se hace en Ibiza. A estos mercados no sólo acuden turistas. También es punto de cita obligada para muchos ibicencos que gustan de aquel ambiente o que acuden a él en busca de ese objeto caprichoso, distinto, muchas veces único, siempre con el sello, hoy tan raro, del trabajo auténticamente artesano. Pero por desgracia, con el hippy verdadero convive el falsificado. También aquí ha llegado la adulteración. Y junto a tos productos de pura artesanía se encuentran otros muchos industrializados, idénticos a los que se pueden adquirir en los grandes almacenes de cualquier ciudad. Y el turista, que no tiene por qué saber distinguir lo verdadero de lo falso y que además busca siempre io más barato- -que es, lógicamente, lo que fabrica una máquina y no lo que sale de ias manos de un artesano- -terminará por sentirse estafado. Es uno de los muchos peligros que se ciernen sobre la comunidad hippy de Ibiza y sobre esos mercadillos que, como el de Punta Arabi y Fantasylandia, tanto contribuyen a dar a Ibiza ese sello característico, personal, que hacen de ella algo único y singular. Juan Manuel SANCHEZ- FERREIRO manización, la guerra, la corrupción, la tecnocracia, la alienante explotación del hombre por el hombre, los crímenes contra la Naturaleza, etcétera. Y en aquel peregrinar de una juventud de pies descalzos, largos pelos, vestidos harapientos, rebelde a cualquier orden establecido, pura e idealista, consumidora de hierba que viajaba con sus mochilas desde San Francisco al lejano Nepal, surgió de pronto una estación intermedia, luminosa y mediterránea: Ibiza. Desconocida hasta entonces para el gran turismo internacional. Las Pitiusas- -Ibiza y Formentera- -están en deuda con los hippies Durante años, ellos han sido uno de los mayores atractivos de estas islas. Muchos turistas viajaban hasta Ibiza simplemente para ver de cerca el fenómeno hippy acercarse hasta sus comunas, fotografiar a sus miembros tumbados al sol y comprar uno cualquiera de esos mil objetos, ¡pura artesanía! que eran su único medio de subsistencia. Pero el tiempo pasó y los más puros representantes del movimiento hippy se marcharon de Ibiza, cansados de la política discriminatoria que en tantas 13