ABC MADRID 24-06-1975 página 11
- EdiciónABC, MADRID
- Página11
- Fecha de publicación24/06/1975
- ID0001145545
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FIRMAS EN ABC FERNANDO VELA Y LA GENERACIÓN DEL 27 A pasados los primeros siete años de! a muerte de Fernando Vela, fui invitado por su viuda, doña María Vignier, a visitar su biblioteca, antes de que pasara ai Instituto Internacionai de Enseñanza de fa calle Miguel Ángel, donde estará ordenada y a disposición del público lector, junto a tas de Ortega y Melchor Fernández Almagro. Allí encontré, entre otros libros de ¡a época, para mí entrañables, España virgen del judío norteamericano Waldo Frank (1929) Empecé a repasar las hojas. Muchos párrafos estaban subrayados a lápiz por don Femando. Descubrí algo para mí más sugerente y evocador: entre ¡as hojas del libro había fragmentos de tabaco desprendidos del inseparable pitillo de Vela, en los últimos años veinte. ¡Qué bien me huele ahora este tabaco, que se cayó de ios cigarros de don Fernando hace más de cuarenta años y conservaron aprisionado las páginas de Waldo Frank! Y Vela, entre el Oviedo de su infancia y el Gijón de su juvenil impulso intelectual y periodístico (Redacción de El Noroeste secretaría del Ateneo) tuvo otra geografía apasionante en su madurez: la villa veraniega de Llanes, en la cornisa cantábrica. Hacia ella llevó a su consuegro, el gran periodista don Gregorio Corrochano, y a don José Ortega y Gasset, que, gracias a aquellas visitas, escribió deliciosas páginas sobre las plurales Asturias El escritor Fernando Vela había nacido en Oviedo, en la Vetusta de Clarín en 1888. Sólo orneo años después de haberse escrito La Regenta Como tantos españoles excepcionales, Vela dio a Madrid lo mejor de su vida y recibió lo que devuelve a cambio ¡a capitalidad: una proyección universa! de su pensamiento y su obra. Añora, al recorrer en su piso de la calle Menéndez Pelayo, las estanterías de su biblioteca, descubro su último perfil humano. También vuelvo a recordar aquel 6 de septiembre de 1966 er Llanes. Vela ¡legó como todas las tardes al viejo café Pinín para la diaria partida de ajedrez, con su habitual contrincante provinciano. Tomó el último café. Y empezó la partida que no iba a terminar. No sospechaba Vela que, como en la peHciria de Bergman, su contrincante de aquella tarde era la muerte. En un momento suspendió el juego, que no volvería a reanudar. Murió sin dar jatjue a! rey En su librería encontré además de la docena de sus obras publicadas, desde El Arte al cubo hasta Grano de pimienta pasando por algunas magníficas biografías (que ahora publicará en una edición de Obras Completas! a Revista de Occidente a la que entregó Veía el caydal de su ingenio y claridad mental) el medio centenar de traducciones del inglés y el alemán. Pero quizá lo mejor de Vela se quedará en sus dispersos artícuios aeriodísticos. Fue editoriaüsta y director de 6! Sol fundó el Diario de Madrid de vida efímera, pero del que fueron redactores: Lino Novas Calvo, Corpus Barga, Francisco Lucientes, Antonio Espina y otros de gran estirpe. También fundó y dirigió España Semanal de Tánger, de próspera vida y gran difusión en toda ¡a Península. Recuerdo una tarde madrileña, una más a lo largo de veinte años. Una tarde intemporal que ahora se forma en mis recuerdos, con fundidos fragmentos de muertas tardes idénticas. Dejábamos la tertulia en un viejo café de la calle infantas. Ya nos habían echado de otros, cuando en ios años cincuenta se convertían en Bancos. El último fue el portasoleño Levante que hoy es una zapatería. Seguíamos el paseo hacia la Revista de Occidente a través del barrio castizo de los chisperos (San M a r c o s Barbieni, Góngora, Piamonte, plazuela de Chueca) A ¡a entrada de esta plazuela compraba Vela sus caramelos de Hm 6 n. A! a saHda dos cigarrillos de caldo gaüina (sólo dos por prescripción facultativa) en el quiosco del ciego, esquina a la calle de Gravina. Nuestro recorrido peripatético terminaba frente a! número 12 de la calle Bárbara de Braganza. Allí, en el segundo piso, esperaban a don Fernando las múltiples tareas de la Revista: selección y anotación de las obras postumas de Ortega; traducir y aclarar ideas de muchos filósofos alemanes que, gracias a Fernando Vela, hemos comprendido en castellano. Se ha dado en llamar generación de 1927 al grupo de poetas y prosistas que, en tos últimos años veinte, formaron una promoción, ciertamente importante, en torno al gran diario El Sol y a la Revista de Occidente dirigida por Ortega y Gasset. Eran, en cierta forma, los hijos espirituales de la generación del 98, que trataban de injertarse en la nueva estética europea que constituían los movimientos llamados de vanguardia. Ultraísmo español; futurismo italiano; dadaísmo, cubismo, creacionismo, franceses de origen, con ¡influencia- universa! Nuevos cauces a las aspiraciones evolutivas del arte. Acequias conductoras de las aguas líricas- -nuevo lirismo- -de los ismos de posguerra. Entre los prosistas figuraban, Ramón Gómez de la Serna, Antonio Espina, Benjamín Jarnés, Valentín Andrés Alvarez, Antonio de Obregón, Ramón Sender, Francisco Ayala, Max Aub, el chileno Vicente Huidobro y otros más jóvenes. En la poesía sobresalían Sos andaluces, llegados de la mano del moguereño Juan Ramón Jiménez: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Con algunos de otras regiones como Jorgs Guillen, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Migusl Hernández, Cernuda, Aleixandre, Vivanco, Alfaro, Rosales. Y los cuatro hispanoamericanos, Bodet, Borges, Vallejo, Neruda. Lo que pocos saben, ai menos de las últimas promociones ñe posguerra, es qué la rigurosa selección y agrupación estética de los que traían las nuevas corrientes literarias -la mayor promoción desde el 98- -la hizo la Revista de Occidente y desde ella su primer secretarlo de Redacción, el asturiano Fernando Vela, de quien decía Ortega que era la mente más ciara que había conocido En Oviedo he visto una calle que lleva el rótulo: Fernando Vela. Es una calle modesta, un poco a trasmano, como corresponde al gran escritor que nunca quiso estar en primera fila. Juan Antonio CABEZAS