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ABC MADRID 18-09-1968 página 32
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ABC MADRID 18-09-1968 página 32

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C. MIÉRCOLES 18 DE SEPTIEMBRE DE 1968. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 32. ABC nOSMSA ESPAAOU, 8 A. SEDAOCIOK, ADMDnSTBACIOK T 8: SEHEUNO, CU MADHTO. NO SE PUEDE JUGAR CON EL CRÉDITO DE LA PESETA Hace un mes aproximadamente, en plena temporada turística, cuando nuestras playas y campings rebosaban de extranjeros, se deslizó en la Prensa una información alarmante: se había iniciado una evasión masiva de capitales españoles que podía amenazar a la peseta. En estos casos no hace falta probar nada. Basta con apuntar, sugerir, presentar indicios y esbozar conjeturas para que cualquier infundio se crea como una realidad indiscutible. Surgen entonces los comentarios de los enterados y, al revuelo de la agitación periodística, proliferan las inquietudes y las consultas, casi siempre resueltas con evasivas, que acentúan el clima alarmista al difundirse con evidente amplificación de sus aspectos menos gratos. Lo que quizá comenzó coma simple y subjetiva apreciación, en alas de la ligereza y de la hipersensibilidad, pronto remonta el vuelo. La pequeña larva se transforma en una negra mariposa cuyas alas pueden entenebrecer el panorama económico de todo el país. No exageramos. Si la economía es una ciencia social y está condicionada por el comportamiento y las decisiones de los hombres, la política monetaria se basa en un entramado tan sutil que requiere suavidad y tacto extremados. Un movimiento torpe, una presión excesiva pueden provocar verdaderas crisis que de psicológicas se transforman en reales. En nuestro país, vocacionalmente entregado al bulo y a la exageración, es irremediable caer en el tremendismo económico con el menor pretexto. Una tendencia agravada por tratarse de materias muy popularizadas últimamente, entregadas a los lectores con la certeza de una ávid? receptividad, pero en las que los comentarios no se caracterizan muchas veces ni por su rigor ni por su veracidad informativa. Esto es peligroso y nos duele tener el deber de proclamarlo. ¿Es que no estamos preparados para una completa libertad de Prensa? Nos apesadumbra tener que reconocerlo en determinadas ocasiones. Porque en el caso de la presunta evasión de capitales, en el de la posible devaluación de la peseta, para ser más concretos, las informaciones alarmistas, sus correspondientes glosas, el eco de las mismas en el extranjero y en esa nuestra América, en la que palpitan tantos intereses españoles, nos ha h e c h o mucho daño. Un daño tonto y absurdo, pero inevitable ante la lógica irreflexión de quienes tal vez en una pequeña cuenta de ahorro arriesgan el trabajo de toda una vida. No se puede jugar con esos intereses. No se puede olvidar que la peseta, como cualquier otra divisa, es algo más que un signo monetario, es el signo de toda una economía, el reflejo de la salud material de un país, que se enreda incluso y afecta al talante nacional para enervarle o fortalecerle. Qué diferentes los ejemplos de otros países que se atacan y despedazan internamente en sus políticas posiciones personales, pero mantienen unánimes la d e f e n s a del prestigio de su moneda, a la que tratan de evitar las salpicaduras de cualquier adversa situación, en esfuerzos a veces heroicos y siempre honrosos. Hace un mes, todos abrieron sus ojos y sus oídos, pero pocos se preocuparon de recabar informaciones exactas de quien podía darlas, de intentar comprobar la realidad de los movimientos monetarios, de reflexionar sobre la coyuntura de plenitud de ingresos turísticos, sobre la estable cotización exterior de la peseta o sobre la normalidad de las actividades de compra y venta del Instituto Español de Moneda Extranjera. Fue más fácil y más celtibérico creer en el desastre como el que cree en las brujas. Ahora, el ministro de Comercio acaba de informar en San Sebastián que durante el pasado mes de agosto el movimiento de divisas arrojó un superávit de 73 millones de dólares y que las reservas, al término de los ocho primeros meses del año, ascendían exactamente a 1.168,3 millones de dólares. Un contraste distinto, rotundo y alentador. El señor GarcíaMoneó ha lamentado la publicación de informaciones erróneas que pueden perjudicar la consideración pública de nuestro s i g n o monetario. Permítasenos ser más radicales que el señor ministro: pedir más seriedad no sólo en las informaciones, sino en los comentarios que a veces se cuelgan sobre tantas cuestiones económicas. No podemos dudar que con la mejor intención, con el afán más generoso de aportación informativa, pero también, a veces, con absoluta falta de solvencia y del mínimo imprescindible de especialización. Cuando están en juego intereses tan importantes, no se puede jugar. planetario LA MISA DEL PADRE BOULOGNE A los cien días de haberle sido cambiado su corazón por otro, el padre Boulogne ha vuelto a decir misa. Cien días, aunque a primera vista no lo parezca, son un período exacto de tiempo. El que b sta para ir de Golfe Juan a la isla de Elba, pasando por París y Waterloo. El justo para ir desde el umbral de la muerte hasta el humilde altar de campaña en un desnudo, monástico, cuarto de hospital. El padre Boulogne ha hecho ese camino para poder alzar de nuevo entre sus dedos exhaustos el pesado cáliz y sentir en su corazón nuevo de su atrevida indignidad el espanto Don Juan Manuel, mi viejo y lejano profesor de primeras letras, me decía que la bondad y la previsión de Dios se advertían en que había dado al hombre dobles órganos para todas las funciones importantes: dos ojos, dos oídos, dos pulmones... En aquellos tiempos el corazón no era todavía más que una metáfora para poetas románticos. Su importancia era más literaria que funcional. A mi maestro le asombraría hoy descubrir que de lo que es realmente importante, vital, imprescindible, no hay más que un ejemplar en nuestro organismo. Más le asombraría quizá ver que estamos logrando que nuestro organismo sobreviva a sus elementos. Gracias a ese corazón implantado en su pecho, el padre Boulogne se sobrevive, y tras dos años de aflictiva incapacidad física recupera el acto perdido de la consagración. Ningún acto más puro, más alto, más misterioso, puede realizar el hombre que cree. Los dedos ungidos del religioso carecían de la mínima fuerza para alzar ese peso, mínimo e inmenso, de su Dios. Y ahora su corazón no ungido, su corazón extraño, le devuelve su plena capacidad sacerdotal. La ciencia suple, enmienda, lo que mi maestro jamás se hubiera atrevido a considerar como una imprevisión de la Naturaleza. Gracias a ella, un altar más enciende su mística llama y an trozo de pan ázimo deja de ser pan para ser carne, sustancia de Dios. Si el hombre puede cambiar así las cosas, argumentaría don Juan Manuel, haciendo de pan Dios, ¿cómo no va a poder cambiar un corazón por otro? Pero las cosas no son tan sencillas como mi maestro las veía, o, tal vez, como gustaba de mostrárnoslas a tos chicos para que viéramos claro lo que está escrito con renglones confusos. El arzobispo de París, monseñor Marty, a quien llaman monseñor Dos Caballos sí que debe tener el don de ver las cosas claramente, simplemente, como don Juan Manuel, porque pocos días antes de esa misa del padre Boulogne había ido a visitar al religioso convaleciente a su celda del hospital de Broussais. Si yo fuera Dios- -puede haberle dicho el arzobispo al monje, con palabras iluminadas de Maurice Materlink- -tendría piedad del corazón humano. Y ¿qué mayor piedad que ésta de poder cambiarlo, relevarlo? Dándole a un corazón un pecho nuevo, el cirujano une dos prodigios. Hace vivir el pecho moribundo y permite a un corazón el tierno espanto que expresaba Lope. No. No podemos saber fácilmente qué es eso de ir contra las normas de la Naturaleza. -Lorenzo LÓPEZ SANCHO. ESCUELA INTERNACIONAL DE ARTE Y DECORACIÓN INFORMACIÓN Y MATRICULA BARBARA DE BRAGANZA, 6 Teléfono 23146 85 LOCAL CÉNTRICO MUY COMERCIAL Teléfono ZZ 1 4? 63. Sólo mañanas.

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