ABC MADRID 09-08-1968 página 7
- EdiciónABC, MADRID
- Página7
- Fecha de publicación09/08/1968
- ID0000861444
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JOSÉ LUIS VÁRELA Y LA CULTURA GALLEGA losé Luis Várela y señora son recibidos en Ezeiza por el presidente del Centro Gallego de Buenos Aires, don Ramón Mourente; por el secretario de Cultura de dicha institución, don Ricardo Badía, y por el autor de esta nota. J OSÉ Luis Várela podrá decir a su regreso de la Argentina lo que dicen que dijo Julio César después de la conquista de las Gallas. Pero nada más lejos del espíritu del autor de La palabra y la llama que repetir frases hechas, por muy históricas que sean. Llegó con la modestia gallega en la cara y el talento escondido en los bolsillos. Anduvo unos días así vestido por las calles de Buenos Aires, sin más compromisos con la vida que sonreír. Después actuó. Y lo hizo ante un público adusto, que juzga siempre con severidad al que viene de España: quiere verlo a la altura de lo mejor de Europa, y, si es posible, algo por encima. Ese público escucha durante el año duras lecciones de derecho, de política internacional, de historia, de economía. Una visión literaria de Galicia, ¿cómo será recibida por ese público? Pero un gallego que llega de allende el océano tiene que tener la misma o mayor estatura que esos maestros de tan duras disciplinas y aún mucho más. Para eso es gallego. En este caso ese público había sido objeto de un débil injerto: el aporte de los paisanos del conferenciante. Y Várela habló: sin énfasis, sin ademanes, sin ampulosidades, sin palabras definitivas y patéticas, sin soberbia, sin excesiva modestia, sin jactancia, sin resentimiento. ¿Cómo es posible qus la salva final identifique a un público heterogéneo con un hombre que no le hizo ninguna concesión? La cultura gallega- -sobre todo la cultura literaria- -osciló siempre entre dos extremos: el ditirambo sin el más ligero asomo crítico y el desdén y el olvido injusto. Esta ha sido su suerte desde Munguía hasta nuestros días. José Luis Várala, gallego de Orense, que recibió directamente l a s enseñanzas de Vicente Risco, nos trajo otro enfoqus: la valoración crítica de todo lo bueno que tiene esa literatura y el olvido de lo que debe ser olvidado. Este lenguaje fue admitido y comprendido inmediatamente por quienes lo escucharon en las cinco conferencias porteñas. José Luis Várela vino a decirnos algunas verdades sencillas, y por eso más urgentes para ser dichas: que Europa es una realidad cultural y una verdad geográfica, y que Galicia es un pedazo de Europa. La cultura gallega no puede ser nunca un fenómeno aislado, ajeno al resto del mundo cultural que la conforma. Tampoco es un fruto para ser gustado con exclusividad por determinados paladares. Esa cultura es una realidad, y está enraizada en el contorno humano y social del que nació. Ese contorno lo forman todos los hombres y todas las mujeres nacidos en tierra gallega. Hay mentes que de vez en cuando estallan con originalidades como ésta: Galicia somos nos A estos abogadillos de aldea -así los calificó Várela- -hay que decirles, con toda la humildad que se quiera y con suficiente fuerza persuasiva, que Galicia somos todos: los de ahí, los. de aquí y los de todas partes. Galicia dio los frutos que puede dar un pueblo generoso en su tronco matricial, y lo demás lo hace el tiempo, la historia, la cultura. Los gallegos tienen la doble virtud de ser gallegos y españoles, y aun de otras patrias. Esto no es hibridez de sentimientos, sino capacidad psicológica para ver la vida con ojos realistas. Han sabido construir patrias de vigorosa solidez, como la que tienen en la Argentina (el conferenciante hablaba en el vestíbulo del Centro Gallego, a la sombra de la estatua de Rosalía de Cistro) y se sienten en ellas como creadores genuinos y hombres en libertad para disfrutar sus esfuerzos. Utilizan el idioma gallego para hablar de sus cosas, de su tierra lejana, de sus costumbres, de sus poetas, y de los marineros y de los labriegos. Pero ese idioma no puede ser nunca instrumento de la subversión, sino vehículo de comunicación José Luis Várela señaló algunos hachos muy concretos: no debemos resignarnos a admitir una Galicia hecha de retazos sectarios, sino que nos conviene comprender que a Galicia le hacen mucho bien l o s vientos que le traen otras corrientes culturales, y en primer lugar la que se expresa a través del español, lengua universal No hay oposición posible entre una lengua y la otra. Las dos caben en el perímetro cultural de Galicia y las dos tienen un brillante papel. Además de las cinco conferencias- -una en la Institución Cultural Española, y otra en el diarto La Prensa Várela y su mujer estuvieron en Mar del Plata y viajaron a una estancia, porque María quería ver la pampa La vio, y le gustó. El visitante fue sometido a reportajes periodísticos y de radio y televisión, y soportó estoicamente la rivalidad en agasajarlo. En estos actos se prodigaron por igual argentinos y gallegos, y él tendrá ahora una idea aproximada de su propia importancia. Várela demostró que es un valor, legítimo. Su ponderación, su deseo de ajustar las palabras a ideas culturales maduradas y estudiadas en años de maceración- en el libro, en la tribuna y en la cátedra, le granjearon el respeto, la adhesión y la admiración de la gente. En la Sociedad Argentina de Escritores el conferenciante español analizó la naturaleza ética y estética del esperpento vaHeinclanesco. Y de este análisis surgieron ideas críticas que en vida de Valle- Inclán nadie empleó. El problema social, lo tosco y lo rural, la leyenda y la realidad sirvie- ron a Várela para presentar el esiperpento como una actitud de crítica frente a la tradición y a la España oficial Dijo después que Valle- Inclán predicó la necesidad de volver al arroyo, de estar de parte de los de abajo No tuvieron sus conferencias, ni siquiera sus conversaciones, ningún sentido polémico, ni estuvo en el ánimo del profesor de Vailadolld el despertar ninguna tormenta a su alrededor. Lo polémico stá en el enfoque no tradicional con que estudió aspectos sobresalientes de la cultora de Galicia. Para juzgar la cultura gallega hay que huir de los extremos: ni la hipérbole insensata y torpe, ni el gesto desdeñoso de quienes se consideran por encima de todo. José Luis Vareta, adopta la actitud que corresponde frente a un tema que ya había estudiado en plena juventud (acababa de salir de la categoría de estudiante) en La restauración cultural de Galicia en el siglo XES Allí ya nos muestra que el término medio- -y alguna ironía a costa de la grandeza pregonada insistentemente de algunas figuras que nunca fueron ni serán grandes- -es el que corresponde para no desnaturalizar una realidad rica en sí misma, pero manejada de acuerdo con una tabla de valoras políticos que el tiempo no tolera. El método crítico introducido por Risco es el que se ajusta a la verdad: la mirada por encima de las barbas del corral para columbrar, más allá del horizonte, la grandeza de un mundo al que Galicia pertenece por propio derecho. José Luis Várala dejó en Buenos Aires una impresión inmejorable: ha sido todo él, en su palabra y en su actitud, el intérprete de un punto de vista nusvo sobre un viejo tema. Su honestidad intelectual, su amor a la verdad, su desdén por las grandes farsas (aunque estén hábilmente montadas) le granjearon el aprecio y la simpatía de nutridos auditorios. Los mitos gratuitos, sostenidos en nombre ds interpretaciones irracionales, se desmoronaron al ritmo del análisis severo de un espíritu qus tomó lo gallego como una realidad ajena a toda deuda con lo que no tenga genuina autoridad intelectual. Debemos ssr amigos ds Platón, es cierto, pero debemos ser más amigos de la verdad. José BLANCO AMOR