ABC MADRID 06-10-1966 página 25
- EdiciónABC, MADRID
- Página25
- Fecha de publicación06/10/1966
- ID0000792980
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MIRADOR E l ESCRITOR Y S ü ESPEJO RAFAEL NARBONA El escritor que no recoge el latido humano ni el pulso de su tiempo poco interés puede ofrecer a sus lectores. La S. G. A. E. desarrolla una labor admirable para los autores de teatro, pero no para los escritores. R AFAEL Narbona no viene aquí empujado por un premio literario, surgiendo de pronto de la nada, sino acreditado por mía larga labor y un perseverante esfuerzo. Es un escritor de los que trabajan sin descanso y sin desánimo, lo que quiere decir que es, temperamentalmente, un luchador. Por eso hallándose aún en su fase de plenitud ya tiene tras de sí una importante labor realizada y una larga serie de títulos. Narbona publica libros, escribe en los periódicos y pronuncia conferencias, hondamente preocupado por los problemas del hombre en nuestros días, lo que le hace estar en la brecha constantemente y lo que le obliga a una vigilia intelectual permanente. Ahora le obligamos a mirarse a sí mismo y a su alrededor para contestar a nuestras preguntas sobre problemas y cuestiones personales y generales y él lo hace con un tono de sinceridad indiscutible. ¿Está satisfecho con la labor literaria que ha realizado hasta la fecha? -Pocas veces el escritor está satisfecho totalmente de su obra literaria. En su afán de superación se va señalando nuevas etapas que no acaba de cubrir nunca. En literatura- -lo he dicho ya otra vez- -se está empezando s i e m p r e Recuerdo la impresión que me produjeron las palabras de Albert Camus cuando recibió el Premio Nobel: Yo no he hecho nada todavía; mi obra aún no ha empezado. Esta confesión sincera, hecha con la honradez que carantizaba a Camus, me pareció una lección de sencillez y de humildad que el escritor debiera tener presente. ¿Qué influencias admite en su obra? -Muchas; desde la de los grandes escritores europeos- -principalmente los rusos- -hasta la de los clásicos españoles, esencialmente Quevedo. El escritor no puede sustraerse al influjo de los grandes maestros a través de los que se ha hecho y formado. ¿Cuál es, a su juicio, la principal misión del escritor en la sociedad que le rodea? -Dignificar al ser humano, hacerlo mejor de lo que es, ayudarlo a encontrarse a sí mismo, defender la justicia social contra la injusticia permanente del mundo, decir lo que siente sin trabas ni concesiones a nada ni a nadie, ser testimonio vivo de su tiempo, hacer reflexionar a quienes lo leen sobre el conflicto permanente del Hombre sobre la tierra, en relación con sus semejantes, defender a los desgraciados y humildes, y encender en sus almas, si le es posible, la luz de la esperanza. ¿Puede el escritor ayudar al hombre? ¿Cómo? -Puede y debe prestarle su ayuda a través de sus escritos, alentándole en su empeño para vencer las dificultades- -espirituales, sociales y humanas- -que se le presentan. Recuerdo a este respecto la anécdota que me ocurrió después de dar una conferencia. Un desconocido se me acercó para decirme: A mi lado lo escuchaba un amigo mío, de treinta y cinco años, que padece cáncer. Sus palabras le han estimulado hasta el punto de sentirse más fuerte y de aceptar las cosas con entereza. Le ha hecho usted un gran bien. Tal reacción, que no sospechaba yo siquiera, me produjo una emoción muy superior a la que pueda causar cualquier triunfo. ¿Qué piensa del compromiso del escritor? ¿Se considera un escritor comprometido? -Si ser un escritor comprometido es defender la justicia social, el amor a nuestros semejantes y la independencia de criterio, soy un escritor comprometido, ya que empiezo a serlo conmigo mismo. Creo que éste es el valor esencial, humano, que diferencia y distingue al escritor comprometido de los demás y el que lo acerca al hombre y lo identifica con su angustia. ¿Tiene que dar el escritor testimonio de la época en que vive? -Desde luego, ya que no es ajeno a ella. Por lo tanto, debe dar testimonio de Jos conflictos sociales, morales y políticos, transcribir los problemas que afsctan al individuo, ligados por lo general a los prejuicios y dificultades de su tiempo, y ser, también, notario testimonial de su época. El escritor que no recoge el latido humanó ni el pulso de su tiempo, poco interés puede ofrecer a sus lectores. A los de hoy y a los del futuro, si los tuviese. ¿Qué piensa de la crítica? -Que salvo muy contadas excepciones, no es capaz de crear un clima propicio al libro, ni hace nada que sea constructivo o favorable al mismo. La falta de interés por el libro se pone de relieve en algunas reseñas- -ya que no son críticas- -en las que con eitar la literatura que consta en las solapas, basta. Esa carencia de amor y de pasión por el libro explica tantas cosas y es culpable de la escasa atención que el público presta a las obras literarias. Consecuencia, es el aislamiento del escritor y su lucha en un clima indiferente y frío la mayoría de las veces. ¿Qué le sobra y qué le falta, a su juicio, a la novelística, española actual? -Le sobra el afán de epatar al lector con narraciones tremebundas o nauseabundas; la chabacanería y el mal gusto; el deseo de llamar la atención a toda costa. Y le falta sinceridad- -sinceridad rabiosa- -y honestidad en el propósito. Con todo hay una buena novelística española. ¿Qué dice del debatido problema de si debe la S. G. A. de encargarse de la defensa de los derechos de autor, procedentes del libro? -Que debiera hacerlo, pero que no hará nada. Los escritores tendremos que crear una Sociedad o Sindicato que nos sirva de defensa, protección y previsión para el futuro. La S. G. A. desarrolla una labor admirable para los autores de teatro, pero no para los escritores. ¿No cree que ha llegado la hora de que el autor de libros se vea a cubierto del desamparo económico en la enfermedad y en la vejez, mediante un Montepío? -Desde luego: el escritor no debe estar a la intemperie. Yo redacté, con un grupo de escritores, entre los que figuraban Dolores Medio, Santiago Riopérez y Milá, D o m i n g o Manfredi Cano, Antonio de la Granda, Joaquín Gómez Burón, etc. un proyecto de constitución de la Sociedad Española de Escritores En ella figuraban un capítulo muy importante de ingresos, y estaban previstos los Montepíos, jubilaciones, segaros de enfermedad, administración de derechos de autor, etc. así como todas las conquistas sociales de la legislación laboral. Sin embargo, ignoramos por qué, no se nos autorizó a fundarla, a pesar de que sus fines eran apolíticos y sólo tendían a la administración y de previsión social del escritor. ¿Qué prepara? -He terminado un libro de ensayos- Polémica de n u e s t r o tiempo -y he empezado una novela larga en la que pretendo reflejar la lucha del hombre contra el hombre en la selva de asfalto de las ciudades civilizadas, y la lucha que el hombre, acosado como ser humano, mantiene en su i n t e r i o r consigo mismo.