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ABC MADRID 15-12-1965 página 3
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ABC MADRID 15-12-1965 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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J) I A R I 0 I L U ST R A D O 3 DE I N F 0 R M CIÓN A G EN E R A L FUNDADO EN 1805 POR DON TORCUATO DIARIO ILUS T R A D 0 DE F O R MA C I Ó N GEN ER AL LUCA DE TENA H feriorídad, ya ha formado una E escrito mucho sobre costumbre tal que en dos meses la costumbre. Es uno de me hace recordar, con dificulesos temas plácidos que tad, como era mi vida anterior. me apasionan. Con una impar Con un esfuerzo tan ridículo como casi criatura de la que aprendí tantas cosas orden severamente mantenido. Toda caída y que para siempre dio honor a mi vida, progresiva se debe a la condición fatal- heroico, logro escribirme cada mañana 4o n Gregorio Marañón, hablé mucho de mente progresiva del desorden. El des- un articulo, primero porque económicala costumbre. (Para entendernos, no me orden engendra una desmoralización y mente me es necesario, pero más aún porrefiero a las costumbres s i n o a la ejerce al mismo tiempo de duro juez del que comprendo que si no puedo vencerrepetición ordenada de actos, de actitudes desordenado que se sabe fuera de órbita, me y hacerlo se me apoderaría una o de aptitudes que pueden igualmente de sistema, ensayando un suicidio lento tristeza cuyas consecuencias moralmente pertenecer a la virtud o al v i c i o pero que intenta disfrazarse de felicidad y de serían terribles y me acercarían a una suponen un escaso aprecio por la novedad, egoísmo cínico. Por fuerza ha de ser un muerte segura, al tener constancia, con por las innovaciones vitales en la v i d a resentido consigo mismo que no se sabe la dimisión de una costumbre, de mi inuordinaria, en los programas cotidianos, ayudar, ordenar, y un resentido con una tilidad absoluta. Para el segundo artículo en nuestras preferencias, gustos y disgus- sociedad que pasa del halago fácil al va no logro, aunque lo intento, dominar cruel desprecio y desinterés hastiado. mi postración y mi recientísima falta de tos. Idénticas razones y sinrazones intervie- entrenamiento. Es algo tremendo cómo Don Gregorio creía en las excelencias de la costumbre; estaba convencido de nen en la formación de la costumbre vir- una costumbre adquirida durante muchos que ella era fuente infalible de provechos, tuosa que en la viciosa. Tan fácil es acos- años, sin ningún esfuerzo se pierde en y en más de una ocasión me habló de los tumbrarse a la virtud- como al vicio, y la unas semanas y es sustituida por otra inmensos b e n e f i c i o s de la monotonía. virtud no tiene tampoco menos deleites, costumbre inoperante. Porque todo es un Basaba en la costumbre buena parte de incluso materiales. Se puede uno acostum- problema de costumbre, de cupo de cosla monogamia, por ejemplo. Y yo, que brar a fumar lo mismo que puede uno tumbre. Aun admitiendo que me canse también en este sentido fui un ser muy acostumbrarse a no fumar, acudiendo a ahora más que antes, e incluso que esté inferior a él, le decía cómo amorosamente un ejemplo vulgar y de comprensión fá- algo más torpe que lo habitual, la cabeza la novedad, incluso desde muy joven, me cil. Aunque yo, personalmente, sea mal me sigue rodando, y mejor que una incapacidad creo en una capacidad disminuida a t r a í a poco, me llenaba de incómodos ejemplo. Estos días, ya largos, dolientes y desdi- por un prejuicio absolutamente teórico desconciertos y, contra lo que generalmente se piensa o se dice, lejos, de has- chados que más mal que bien voy pasan- que me podría llevar, de no vencerlo, sitiarme, me gustaba mucho más una cria- do, sin seguridad de que los pase, me tie- quiera en parte, a dejar por completo de tura según pasaba sobre los dos el tiempo. nen propicio al pensamiento y menos o escribir. En mi juventud, como en mi madurez, Entonces hablábamos del donjuanismo. nada propicio a la ejecución o puesta eñ Sus teorías sobre Don Juan, acaso un marcha de ninguna tarea por mínima que tengo bien observado que en el capítulo poco exageradas, y encerradas en aquel ésta sea. Tener que inclinarme, forzándo- amoroso- -tal vez el vitalmente más imintento de comprensión- -no de acepta- me para ello en la cama por alcanzar algo portante- -el ejercicio espiritual del amor ción- -de lo homosexual que en Marañón que está relativamente lejos en la mesilla se amplia o reduce según su mayor o mellegó a extremos obsesivos, son de cual- de noche, es un esfuerzo tal que me lo nor frecuentación. En épocas de intensiquiera bien conocidas. Para mí, Don Juan pienso durante varios minutos y, con fre- dad hay una capacidad casi asombrosa, era principalmente un hombre que no sa- cuencia, me hace renunciar a ello. Le- incluso para hacer compatibles varios arbía fijar el estado amoroso, que sufría vantarme para instalarme en un sillón, gumentos simultáneos sin ningún indicio precoces desencantos y necesitaba una a medio metro de distancia, me supone, de fatiga y sobrando tiempo, dentro de un nueva búsqueda de triunfo, ya que, en justificada o psíquicamente- -en fin de tiempo oficialmente escaso y apretado. substancia, para él todo éxito suponía en cuentas, tanto importa- sufrir un ataque En épocas de no frecuentación, la presenrealidad un secreto fracaso. Don Juan es de disnea que venzo, en plena angustia, cia de algo casi contraría, supone un vercomo esos seres que necesitan viajar con- con ejercicios respiratorios y tomando dadero problema; dedicar al amorío un tinuamente por algo, en esencia, muy des- oxígeno. Pues bien, en poquísimo tiempo par de h o r a s durante las cuales casi dichado y vulgar: porque en nigún sitio esta terrible situación, de humillante in- ciento veinte minutos están acribillados de bostezos y de secretas incomodidades entran en costumbre ni saben hacer fundación. O esos seres que toman el al- que convierten lo que pudiera ser un placer en un estúpido deber, más bien filancohol como tm simple sistema de evatrópico. sión. La costumbre, incluso la que. nace de La misma lectura es un acto de cosAbra mercados t mala índole, a mí me ha traído siempre, tumbre. Yo he pasado años enteros de ras producios en al menos por lo que tiene de formación de leer como mínimo y con atención un un orden, lo que debo de considerar como libro diario, y unas vacaciones mal entodo e l mando grande cosa, porque no conozco en realitendidas me han traído incluso meses de dad otros quebrantos, sinsabores o retroanunciándose en la no leer ni los periódicos. cesos más irreparables que los que tienen Voy creyendo firmemente que todo reEdición Aérea d su origen en el desorden. El desorden no side en la costumbre. Y que, muchas vesólo produce forzosa pérdida en algo, sino ABC ces, la muerte puede consistir en ir perque se sinonimiza, en la conciencia, como diendo la costumbre de vivir. un malestar, como una angustia. Nadie cae, socialmente hablando, dentro de un César GONZALEZ- RUANO LA COSTUMBRE

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