ABC MADRID 29-08-1965 página 15
- EdiciónABC, MADRID
- Página15
- Fecha de publicación29/08/1965
- ID0000754497
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MI familia J ULIA Minguillón era, una mujer de silencios. Apenas se atrevía a tocar el agua por temor a herir su paz. De vez en cuando, muy de vez en cuando, cogía sus cuadros y, calladita, por la sombra de las calles, iba hasta una sala de arte, los colgaba y volvía al hogar. Ksto podía ser, incluso, la definición de su arte: humilde, sin estridencias ni efectismos. Seleccionaba para su obra temas sacados de las casitas aldeanas, unos tejados de pizarra, unas callejas, el perro Tyla una niña de ojos claros, los alumnos de una escuela rural... Casi todos los personajes que transitan sus cuadros van descalzos. En estos pies desnudos, casi instintivamente, Julia Minguillón acertó a expresar la clave de su mundo personal y artístico. Julia nació en Lugo, la bien murada. Entre Burgos, Valladolid y Madrid pasa los años de las primeras ansias; y de Benedito, Pinazo y Moreno Carbonero aprende el arte eterno. La primera aparición oñcial es en 1934, en la Exposición Nacional de Bellas Artes. El óleo Jesús con Marta y María obtiene la tercera medalla. No es mal paso para empezar, unos años más tarde, ya precozmente madura, en 1941 r en la Exposición Nacional, es honrada con la Medalla de Oro. La obra: Escuela de Doloriñas El cuadro representa una escuela de Lorenzana, pueblo lucense. Doloriñas, la maestra, pacífica, maternal, está sentada frente a un velador. Tiene un libro abierto y sobre el libro una varita incruenta y tierna de abedul. La rodean unos rapa zuelos rurales, cada uno haciendo sin demasiadas prisas sus labores. Un gran encanto, una gran paz llena la- escena. La cara de cada alumno es un prodigio de interpretación. Las tonalidades a l c a n z a n suma delicadeza. La obra, que se expone en el Museo de Arte Moderno, de Madrid, fue exhibida por las principales ciudades de Europa y América y, posiblemente, sea la mejor pintura española del siglo. Cuando Manuel Abril, el famoso crítico de arte, hace años fallecido, se encaró con La escuela de Dóloriñas escribió: ¡Qué cua dro, amigos! Naturalidad, humildad, sencillez, sobriedad; a u s e n ci a absoluta de anécdota, de sentimentalidad, de efectismos. Pero, en cambio, ¡qué abundancia de poesía, de emoción directa y sana, de buena, de bonísima pintura! En 1948, Julia Minguillón corona su obra con el Gran Premio del Círculo de Bellas Artes. En los óleos de Julia abundan los paisajes de Vivero, Lugo, Lorenzana, Toledo, Mallorca. Mas la vocación auténtica era la figura humana. Ahí están para demostrarlo La Vtogen del Aire Juventud Autorretrato Tyla y yo Pepiña en la fuente La toora de la siesta Mi fa- milia Donde más acusadamente la pintura de Julia se hace trascendental es, repito, en esos pies desnudos de sus perso- najes. Se nota que son pies fechos casi para el vuelo, libres de la pesadumbre del polvo. En La escuela de Doloriñas todos los niños calzan las zuecas típicas de la bisbarra. Son zuecas del abedul- que crees copioso en la inmensa Tierra Llana, que los artesanos labran en las veladas de invierno y qué luego venden por- íeíias y mercados. Pues bien, una de las niñas de la escuela, sentadita con el libro entre las manos, se ha sacado del calzada un piececillo insignificante y lo restriega contra la otra zueca puesta. Es apenas una minúscula anécdota, o lo pareced en la extraordinaria totalidad de la oora. Pero uno siente que daría por poseer ese pie lo mejor. Toda la biografía humilde, resignada, sufrida de aquellos niños gallegos de otros tiempos, está en ese pie. Se nota que la niña siente ía extremidad dolorida, que, desnuda, restriega satisfecha contra el calzado de abedul y que luego se queda quieta, en silencio. Pero con los ojos inmensamente abier- tos... En silencio se ha quedado ahora Julia Minguillón. Ella, que había inventado todo un mundo, que había inventado unos pies sin polvo... Carlos GARCÍA BAYON