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ABC MADRID 18-02-1964 página 69
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ABC MADRID 18-02-1964 página 69

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C. M A R T E S 18 DE FEBEEKO DE 1964. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 69. ACTUACIÓN DE LA NAL EN EL MONUESPECTACULOS ESTRENO DE LA PELÍCULA EL VERDUGO EN LOS CINES POMPEYA, VOZ, ROSALES, PALACE Y GAYARRE mayores. Esa constante de la muerte al costado de la vida cotidiana, ese vivir la muerte, la muerte ajena, como ejercicio de una profesión vital despegada del hosco espectáculo aún teniéndole tan cerca a todas horas, es en El verdugo un trabajo tan virtuosista, tan amenazador, tan afilado que sólo la pericia de Berlanga le saca adelante con rigurosa emoción, con realismo amargo y caudal, con una especie de literaria ferocidad risueña que le proyecta en la pantalla con tintas de palpitantes matices. Metida en ese clima va otra historia de tragedia grotesca que medra y se agiganta en un caldo de cultivo bien dispuesto a la temperatura de sus necesidades vitales Es el cuento del verdugo, del pobre y honesto diablo que, declinante por los años, justifica su oficio con lógica macabra y bien humoradas consideraciones, que busca en la apretada familia un heredero para el instrumental que habla de su profesión y la recuerda con piadosas y honestas y justificadoras memorias. Los dos escenarios de El verdugo se trenzan, andan, viven y ríen en acorde inteligencia sostenidos por un diálogo mordaz, con segundo y hasta tercer sentido, donde en golpes a la contra salta muchas veces la risa, asustada de su propia música, al abrigo sobrecogedor de la congoja; donde el ingenio descarga el fortísimo voltaje de una emoción inesperada al socaire de cualquier inocente circunstancia visual. El verdugo es una película intelectual de originalidad estremecedora. En El verdugo se truecan los términos espectaculares que habitualmente y de manera lógica acompañan a las invenciones dramáticas. La muerte en la película de Berlanga anda del brazo de la risa, de una risa patética; y la vida, en cambio, se arropa con mil amargas y cotidianas desventuras. Un humor sarcástico se derrama desde estas imágenes y disuelve en su acidez, acaso sin proponérselo, el con- Ha sido auténtico acontecimiento para la vida musical española la presentación con la Orquesta Nacional del director Enrique García Asensio. Lo aprendido y lo personal se juntan en él de manera asombrosamente madura. Es discípulo, discípulo preferido, ganador de sus premios, de Sergio Ce. lebidaohe, el mayor técnico de la dirección orquestal. Pues bien: García Asensio, que ha heredado los gestos fundamentales para el ajuste, para el sonido, para resolver problemas de estructuración que sólo tienen una salida, no ha caído en la tentación de imitar lo que en el maestro son gestos personalísimos de su visión interior de la obra. García Asensio lleva su música dentro, bien vivida y por esto transmite fácil, sobria, elegantemente su idea. Ni un gesto desmesurado, ni una de esas violencias que enmascaran en los directores jóvenes tantas Inseguridades y tanta falta de fondo: modesto en la apostura, en los saludos, en todos los detalles, pero revelando al mismo tiempo, una plena seguridad interior, una muy honda convicción. El público aclamó mucho, como si supiera lo que los críticos deben saber y decir: qué suma de sacrificios, de constancias, de renuncias, cuánta acechanza en torno, componen el ¿ambiente en torno a un músico joven apoyado sólo en el estudio, en la lealtad, en la muy honda esperanza, confirmada en este caso, da que el público puede tener instinto para saber donde está lo auténtico. Las dos jornadas, la del Palacio de la Música y la del Monumental, han sido de gloria, para García Asensio y para la Orquesta Nacional, entregada a alquien que, con edad de hijo, les mandaba con cariño, pero sin debilidad, como maestro verdadero. El concierto comenzó con la alegre, lúcida y muy simpática obra de Echevarría para Aula de Música Después, García Asensio acompañó muy bien a ese violoncellista extraordinario. Maurice Gendrón, que posee uno de los más bellos sonidos que puedan oírse, admirable de musicalidad y de temperamento, bien patente aun en obra como las Variaciones de Tschaikowsky, graciosas de tema, parvas de materia verdadera, tontas y dificilísimas a la vez en las más que arriesgadas cadencias: el violoncellista obtuvo el éxito inmenso que merece. Una versión muy cuidada del Tombeau de Couperin de Ravel- -una de esas obras que la Nacional necesita mucho para purificar su sonido- iniciaba la segunda parte: también al terminar hubo aclamación, pero lo importante fue la Sinfonía italiana de Mendelssohn, preciosamente dirigida, salvada en su segundo tiempo del peligro del sentimentalismo, vibrante y justa, calurosa y sitil. Repito e insisto: ni un solo gesto innecesario, ni una sola concesión a la galería usó García Asensio. El éxito, el clima de entrega, la honda paz de lo auténtico se consiguieron a través de una viva, honda concentración. Estados de enhorabuena. -P. Federico SOPESA. FORMACIÓN BE COROS PAEA EJL I FESTIVAL DE LA PERA A quienes pueda interesar formar parte de los Coros que actuarán en el I Festival de la Opera en Madrid, que se celebrará del 1 de mayo al 10 de junio próximos, se les convoca pasa el próximo jueves, día 20 del actual, a las doce de la mañana, en el teatro de la Zarzuela, de Madrid. Los interesados deberán llevar consigo alguna partitura para la oportuna prueba. -R. Coproducción Naga Films, Madrid- Zebra Films, Roma. Argumento, guión y diálogos: Luis G. Berlanga, Rafael Azcona y Ennio Flaiano. Fotografía: Tonino delli Colli. Música: Miguel Asins Arbó. Decorados: José Antonio de la Guerra. Director: Luis García Berlanga. Intérpretes: Emma Penella, José Isbert, Niño Manfredi, José Luis López Vázauez, Ángel Alvares Guido Alberti, María Luisa Ponte, Maruja Isbert, Julia Caba Alba, Lola Gaos, Félix Fernandez, Erasmo Pascual, Alfredo Landa y José Luis Coll. El hacer confluente la tremenda vulgaridad de la muerte con el trote cansado y no menos vulgar de la vida; el perderle el respeto a la convivencia con lo macabro a fuerza de tomar el sol, el pan, Niño Maníredi, Emma Penella, José Isbert y José Luis López Vázquez el vino y el amor al lado de esa escenografía negra, acartonada y mentirosa, de esa pompa fúnebre que acompaña a la gente en el último paseo, es uno de los lados dramáticos de El verdugo quizá el de mejor categoría dentro de la otra agudeza tremenda de la historia. Berlanga ha querido meter la vida, la sonrisa y el amor en el escenario permanente de lo mortal. Es un gran tema muy español además y de lejana resonancia en el vasto complejo literario de nuestras letras BIRECTOB DE CINE- y entonces llegaba el protagonista y hacía eso.

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