ABC MADRID 14-04-1962 página 23
- EdiciónABC, MADRID
- Página23
- Fecha de publicación14/04/1962
- ID0000656382
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de a: bo do- -del día 14, el comandante del Títanie entró en la cabina del radiotelegrafista y le dijo: Hemos rozado un iceberg Lañes la llamada de socorro. Phillips lo hizo seguidamente manipulando el C. D. Q. y dicen las crónicas que susrestlortado, seguramente, por la insumergibilidad del barco, no sin cierto toque de humor. El comandante volvió a aparecer e insistió: Lance el c. D. Q. puede ser la última oportunidad para salvarnos. Phillips 1o bedeció dando su posición y diciendo ijue el barco se hundía de proa. Obtuvo contestación del trasatlántico Curpathia en el sentido de que inmediatamente hacia rumbo, a todo vapoi hacia el Titanlc Entre tanto, Phillips, y su segundo radiotelegrafista, Bride, se dieron cuenta de íiue se arriaban los botes salvavidas al toando del comandante Smith, y de que Ja sala de máquinas se estaba anegando. Sin disposición ya de los equipos normales cíe energía eléctrica, la última llamada de Phillips al exterior fue para informar que se abandonaba el barco. El y Bride subieíon al techo de la cabina Maroonl y se esloriaron en poner en disposición de uso tin bote desmontable. Bride llegó a situarse en él, pero fue arrastrado por una ola y por la succión ocasionada por el hundimiento. Eventualmsnte se salvó. La ultima vez que vio a Phillips fus erguido en pie f, obre la cabina Marconl, pedestal de su heroica hazaña, con el que entró en el abismo y en una eternidad de gloria. Después de una noche de agradables entretenimientos y sin que nada permitiera, prever la catástrofe, el pasaje se habla retirado temprano a descansar y fueron contados los que oyeran el ruido del roce del asco del buque con el iceberg Kl orden J ue, pues, completo hasta qua, inedia hora después de la colisión, sonaron por los corredores las voces imperativas: Todos los pasajeros a cubierta con los chalecos salvavidas puestos! Se produjeron entonces un pánico y una confusión enormes ante lo tan inesperado. Mujeres, hombres, niñoi se agolpaban trepando por las escalas, presos de teiTor, con la más variada y ligera indumentaria. No era, ciertamente, la rudis indlgestaquae mole de Ovidio; esta masa estaba formada, en su mayor parte, por lo más selecto o atrevido dé la sociedad: financieros, comerciantes, magnates industriales, políticos, artistas, familias de cepa, logreros, emigrantes. Los Ouggenheim, Astor, Strauss, slr Bruce Ismay, presidente de la Whlte Star Line etc. y algún pasaje distinguido español. Entre tanto, se anunciaba con bengalas la precisión de auxilio y la situación del buque. Fue, efectivamente, a las once treinta de la noche cuando los vigías, frotándose los OJOB, vieron, pleno de cara, un iceberg de 30 metros de altura. Repicaron, instantáneamente, la campana de alarma, y el oficial de guardia ordenó rugiendo: ¡Todo timón a la derecha! El coloso, lanzado a 22 nudos, obedeció ágilmente, pero rozó al iceberg por estribor. Se sienten una ligera sacudida y un raspado de roce. Sin embargo, la doble cubierta del Tltanic estaba rasgada. El sin- duda vanidoso optimismo sobre la insumergibilidad, ocasionó un fallo tremendo qus cobró tributo a la hora trágica: el Titanio no estaba dotado del número suficiente de botes salvavidas en relación con el pasaje y su dotación, ni entrenada ésta para el salvamento. Así fue que el comandante Smlth esforzó la voz autoritaria de mando a fin de que, con rígido cumplimiento, embarcasen primero en los botes salvavidas las mujeres y los niños. Aqui se dieron las escenas desgarradoras de separación en las familias, con madres e hijos que había que arrancar materialmente de los brazos del esposo y padre. Benjamín Guggenheim íie vistió da etiqueta para morir en gentleman Mrs. Isidor Strauss, con valor de amazona espartana, le dijo a su marido: Me quedo contigo el coronel Astor, roto el corazón, embarca a su joven esposa, diciendo: Hasta luego, amada mía Sir Bruce Ismay encontró camino para refugiarse entre las crinolinas Las lágrimas se mezclaron abundantemente con la espuma salitrosa de las olas que azotaban al barco. Hubo esposas heroicas y hombres que supieron serlo; mujeres fuertes, románticas, que eligieren morir abrazadas a su esposo, y ssres despreciables que, atropallándolo todo, buscaron cobijo entre faldas y bebés para seguir viviendo con la honra mandilada. La grandeza terrible del momento llevó tanto al acto sublime como al Fue eficaz el auxilio de la radio, que venció al terrible aislamiento en el mar. El comportamiento de la navegación fue correcto, evitando comunicaciones qué hubiesen perturbado la prestación de socorro. Las comunicaciones marítimas tienen carácter internacional por razón del alcalice y de- la interferencia. Debetí ser reguladas intftrnacionalmente. El Primer acuerdo preliminar fue el de Berlín (1903) que no firmó Inglaterra, entre otras naciones; siguió el de la Conferencia Diplomática de Berlín (1806) que consagró el principio de la intercomunicación entre las estaciones de a bordo y creó la Unión Radiotelegráfica siempre con reservas de Gran Bretaña, y, tan sólo dos meses después del naufragio del Titanic recayó él acuerdo de Londres (1912) quev. es el mes fun mental. Los delegados de ésta Coñfé réíficiá. diplomática se reunieron bajo la influencia de la fuerte emoción producida por la gian catástrofe marítima, y esta disposición do ánimo influyó mucho para que se resolvieran de plano cuestiones absurdas que ponían en peligro la vida y la propiedad humana en el mar, como tueron, por ejemplo, las ds la. s guardias ti observaciones permanentes y las de comunicar solamente con barcos o estaciones terrestres que dispusieran del mismo sistema. Reunidos en Londres 54 Estados, proclamaron unánimemente la obligación absoluta dé intercomunicación entre barcos y entre éstos y las estaciones costeras establecieron la llamada de socorro S. O. S declararon preceptivos los períodos de silencio, etcétera. Gran Bretaña, sangrante la herida del Titanic fue c a m p e ó n del acuerdo. Sobrecogidos por el recuerdo de un hecho magno, con sabor de verdadera tragedia helénica, en el que se ensamblaban la Mr. Smith, el cepiUn del Titanio retratado unos ellas antes del naufragio. El comandante Smith cumplió hasta el final su deber de marino, y se dice que quizá se suicidó en última instancia, o bien pereció con su barco al ser engullido éste por las fauces del mar, mientras la orqussta de a bordo tocaba, sobre cubierta, acordes breves de himnos magistrales religiosos, como el Nearer, my God, to Thee Más eercfc de Ti, Señor Hundido el Titanic verdadera lucernaria, el mar recobra tranquilidad, y en la noche muy fría, estrellada, sin luna, flotan los botes desperdigados albergando almas en pena que lanzan gemidos y gritos para señalar su presencia. ¿Coros que llaman a las almas gemelas? Se rema y se rema, creyendo huir de la muerte. ¡Qué tenazmente se agarrota uno a la vldat La sima gigantesca, sellada sin másula, que se apropió de los seres queridos, les inspiraba horror. ¿Qué habría sido de estos náufragos sin la telegrafía sin hilos? Y, ¿sin un héroe como Phillips? Las llamadas de éste, por radio, con un alcance de más de 300 millas a la redonda, alertaron al Carpathia al Olimpic Baltlc Virginian y a otros muchos barcos que se dispusieron a prestar auxilio y a informar del siniestro al mundo. El Californian el más próximo al Titanio no se enteró del desastre hasta la madrugada, a causa de no tener guardia permanente de radio a bordo. El Carpanthia es tuvo a las cuatro de la mañana en el lugar del naufragio y llevó a su bordo a todos los ocupantes de los botes salvavidas. Estos tuvieron tres horas de espera de inenarrable ansiedad, sufrimiento y frío. Mime, y M. John Astor. gloria y el dolor, rindamos tributo de admiración y afecto al gran inventor Guglielmo Marconi, bienhechor de la huniahidad, y al valiente y serenó, hombre ds cuerpo entero, J. G. Phillips, radiotelegrafista del Titanic ue ofrendó su vida- -con caridad inmensa- para salvar la del prójimo. Y rendiremos tributo con él a tantos radiotelegrafistas de los servicios móviles de nuestra Patria, que en todos los mares y en el aire, hicieron igual ofrenda trabajando ansiosamente, en las recoletas cabinas de radio, asi como a los de la costa que- -aun sin peligro de vida- -socorren coh devoción y sin tregua ni descanso a los que son actores en los accidentes de m a r Alberto