ABC MADRID 09-06-1960 página 45
- EdiciónABC, MADRID
- Página45
- Fecha de publicación09/06/1960
- ID0000608582
Ver también:
ANDANZAS Y AVENTURAS DE TROTSKY EN ESPAM A estancia de Lieon, Trotsky e n v a- to en el nuevo arte de la postguerra, anrias ciudades españolas, unos imeses sioso de vida) Desde París pusieron a Trotsky en conantes de estallar en Rusia la trágica revolución bolchevique, n la que des- tacto con el socialista francés Gabier, que empeñó el doble papel de precursor y vic- a la sazón se encontraba en Madrid. P: stima, no ha sido suficientemente divulgada teriores entrevistas secretas con otros psren sus- curios: detalles. Expulsado de. -sonajes de análoga sisnriicaci. n política Francia por sus actividades revolucionarios, decidió atravesar clandestinamente nuesi ia. ¡frontera y permanecer oculto en España basta que se presentase ocasión. de poder Instalarse en otro ais europeo o de continuar viaje a América en alguna de Jos buques que partían de puerto peninsular. Kt trayecto de París a Irún lo hiao rigurosamente vigilado por agentes de la Po. ücía francesa, cuya benévola indulgencia trató de conquist a t s e hablando tes animada- mente de Pascal y Descartes, de Ibsen y Toístoy, Al pisar tierra española tomó un 7 tranvía hasta Saíi Sebastián, ip roourando d a r s e- aires de turista paía. ÍES despertar sospechas de la Policía española, extremadamente sagaz y recelosa Ocurría esto al íinal del otoño de 1016, jen pleno desarrollo de la primera guerra m u n d i a l Curioseó Trotsky durante unas horas por calles y plassas de la puJcra ciudad donostiarra, dando tiempo a tomar el tren que Ihabía de conducirle a la capital de ll paña, donde pensaba poder pasar desapercibido al amparo de la clandestinidad de su viaje. Instalado en un modesto hotel madrileño y sin el m á s elemental conocimiento de nuestro idioma, usaba y abusaba del Diccionario para intentar desentrañar el texto de las noticias que publicaba la Prensa española, scihre todo aquellas que resumían la tremenda; lucha entablada en los Trotsky, en la época en que organizaba el Ejército rojo. campos de Europa. L Oon paciencia y nerviosidad aguardaba inútilmente respuesta a unas cartas que había dirigido a sus correligionarios de Italia y Suiza, países en los que esperaba ser admitido. La soledad y el aburrimiento le obligaron a acogerse al lenguaje del arte: (horas enteras pasaba en el MU- seo del Prado, alternando el discreto disimulo CCJI Ij. sincera- admiración por el tesoro inefable que allí se custodia, syente a un lienzo famoso anotó un día esta observación en su libro de apuntes: Entre nuestra jépoca y estos artistas antiguos vino a interponerse antes de la guerra, sin eliminar ni empequeíiecer lo viejo, el arte núévo, mas íntimo, más- individual, j n á s matizado, más sugestivo- más movido... No es fácil qu retornemos a las- formas antiguas, a esas formas ds belleza, anatómica y botánicattiénté perfectas, a las caderas d é u n Rubens (si bien las caderas tendrán probablemente gran- predicamen- sirvieron de pista a la Policía- ipara dea- cubrir la. presencia en España del revolucionario ruso; una mañana recibió la visita de dos agentes con. orden de conducirlo a. la Dirección de Seguridad, donde le -seftalarcá Un plazo para abandonar nuestro país, cuya, frontera había cruzado üegalmsnteV 1 Quedaría, entretanto, redjuídoen la cárcel Modelo; cuyo régimen interno debió de inspirar curiosidad al conspicuo huésped, no. obstante su vasta experiencia en la utilización forzosa de esta clase dé aloijamiento: En la. cárcel I ¿í t n t i e t t i i p o después- liabia é i r pe ídas. de pago Uria celda deprimera césta- bá ipe. séta- y inedia, y siendo de segunda, setenta y cinco céntimos al, día. O l p r e tenía opción a üáa habiE tación álflüiiada; pero áo se le reconocía derecho áréoKazar la que lé daban gratis. M 3 celda era una de las de primera cía se, de las caras... Como puede observarse, el fanático inspirador dé la revolución ¡proletaria, no desdeñaba los o fmodss y odiosos hábitos burgueses. Tres días después recibió Trotsky orden ie partir, hacia Cádtó. Desde los Montes Urales tiafe ía llegado á San Betersburgo en un trineo tirado por renos; de allí pasó a Austria; de Austria, a Francia, atravesando Suiza, y, por última, recorrió- toda la Península Ihasta llegar al MediteiTáneo. Millares de leguas Ihubb de salvar en su errante andadura el famoso organizador del Ejército rojo. 6 (Contrarió a Trotsky la decisión de las autoridades españolas de embarcarle en un tras; atlar ticd próximo a salir para La Habana, pues su intención era instalarse en Norteamérica, según había manifestado a la Policía y al (gobernador civil de Cádiz. Cursó nerviosos telegramas a la Direccün de ¡Seguridad, al ministro de la Gobernación y al pi sidenibe del Ctonséjo de Ministros y le fue permitido aguardar hasta la salida del primer barco con destino a Nueva York. Permaneció varias semanas en la capit l andaluza, donde 1 un vendedor ambulante 3 e mariscos, tomándole por frivolo turista, le exigió la fabulosa suma de sincüentá sentimos por una docena de camarones, bajo la mirada taladrante del policía que, a corta distancia, observaba el picaresco lance. iMarcíhó por- óltimo a Barcelona, en cuyo puerto tíabria de embarcar- -en unión de su familia, recién llegada de Francia- -en el vapor iMontserrat de la Cotnipañlíi Trasa- tlántioa, que transportaba a N: rteamiérioa un. abigarrado pasaje compuesto casi totalmente por desertores de varios países y gentes indeseables que la guerra arrojaba de Europa como un lastre podrido e inútil. Al comenzar el t o 1917, el IMionitsérrat entraba en aguas de la baüíii de Nueva York y navegaba pausadamente frente a la. estatua de la Libertad. Sólo seis meses permaneció Trotsky en iNorteaméríca, pues el triunfo dté la revcluciJíin bólohevisiue le franqueaba de nuevo, aunque sólo fuera temíporalmeñté, las fronteras dé su país. XJn día volvió al continente americano, pero de este viajé no regresó jamás. francisco ROORIÓUIEZ ÍKATI- tLORJ