ABC MADRID 12-03-1960 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación12/03/1960
- ID0000601994
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u 1 ARI 0 I R AD O I L U s. DE I N D i A R 1 0 i L y T R A D O DE i NF 0 R M AC I 0 N G ENN E R A L FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA 0 E TENA F 0 RM A C I 0 N GENERAL ICEN que Adolfo H i t ler, viendo ya a Berlín, desgarrado, se pegó un tiro en la boca ante Eva Eraum, la mujer que amaba. Alemania recibió entonces el golpe de gracia. Los aliados se dieron la mano y firmaron el parte de la victoria con esta palabra: democracia. La guerra se había ganado bajo el signo de los principios democráticos. A partir de entonces todos los jefes de Estado, sin excepción, ge apropiaron del término. Y la democracia se adjetivó. Al ciudadano medio le resulta muy difícil distinguir ahora los matices que diferencian la democracia occidental, la democracia nacionalista, la democracia pop u l a r o 1 a democracia orgánica. No entiende cómo Kruschef, Einsenhower y Fidel Castro pueden proclamarse a la vez representantes de la verdadera democracia. Este término se aplica ya a todo y vive en una anarquía pavorosa. Se llama democrático lo mismo a un restaurante barato que a un bloque de viviendas de renta limitada o a una gentil duquesa aficionada al flamenco. Incluso si un Empeiador, cuyos antepasados fueron contemporáneos de los Césares romanos, casa a su primogénito cOn la hija de un fabricante multimillonario, se dirá de él que es un Emperador muy democrático. El impreciso resultado de este nueve mito es que hoy nos sentimos gobernados por la opinión de las mayorías. Con la democracia se ha implantado el reinado de los más sobreseí de los mejores. La multitud ha Sustituida, como era de esperar, 1? elegancia por el mal gusto y la educación por la grosería. El mundo actual prefiere la cantidad a la calidad. Las gentes van a ver las generosidades físicas de Sofía Loren y leen a la Sagan por el splo motivo de que vende las novelas por centenares de millares. Hoy el mundo enteIO desea un coche de inútiles líneas fabulosaj y se admira ante la altura de los rascacielos americanos, que, no son otra cosa que la estupidez general hecha arquitectura. Esta pérdida del buen gusto y del sentido de la calidad y la medida, apena y divierte a la vez. Un inglés que enseñaba el Parlamento a unos amigos norteamericanos se asomó a la terraza y dijo con Orgullo: Señores, he aquí el Támesis. ¡Oh- -exclamó uno de los turistas- este río no es muy grande! Me gustaría que viera usted el Hudson o el Mississípí. A pesar del estupor que le invadía por instantes, el inglés atinó con la respuesta perfecta: Amigo mío, he visto el Hudson: es agua. He visto el Mississipí: es agua sucia. El Támesis es historia líquida. La anécdota no quita hondura al hecho- crucial de que hoy estemos negando al hombre en sus mejores valores: los religiosos, los espirituales, los intelectuales. Está de moda todo lo primitivo, lo intuitivo, lo salvaje, lo natural, lo que hay de animal en el hombre. La técnica ha avanzado, diez siglos en diez años, peí o la filosofía y el humanismo los han retrocedido. El hombre retorna a las cavernas. El desnudismo de ciertas playas internacionales sólo sirve de botón de muestra para los filósofos de la Historia. Porque es la sociedad entera la que se ha quitado el traje para ponerse el bikini Y resulta lógico que en un mundo que anda en bikini y que es tan vulgar, se ame a Marilyn Monroe y se lea a la Sagan. Ante la situación actual, lo fácil es dejarse llevar por la corriente diciendo amén a la pornografía anfermiza de Lolita o considerando genial a cierta pintura y a ciertos ísmcs que son sencillamente una tomadura de pelo. Pero si uno se coloca contra la corriente, que es lo arriesgado, forzosamente tendrá que buscar una explicación a tantos absurdos. Es posible que la raíz de todos los males de la sociedad contemporánea se encuentre en que el hombre se ha olvidado de Dios, asombrado, tal vez, ante el progreso técnico y científico. La sociedad vive igual que si Dios no existiera. Si Dios ha muerto, como escribió Nletzsche, no hay ninguna ley moral que deba obedecerse y todo está permitido. El hombre se coloca entonces más ailádel bien y del mal y la humanidad ente ra hace lo que le dicta su democrática gana. Pero la moneda tiene un reverso amargo. Hay que ser consecuentes. Si Dios no existe, el ser, como afirma Sartre, es un ser para la nada, es un ser para la muerte. La tragedia de la vida sin esperanza de un más allá le mete al hombre en un agrio camino de angustia sin límites. El aprovecharse del presente sin preocuparse por el futuro, que es la gran máxima existenciaíista, el carpe diem de Horacio a Leucoma, no consuela ni satisface a la larga a nadie. A f ortunadameníe estamos contemplando ya una reacción de las minorías contra este sentido de la vida. Gracias a Dios, el rapto de Europa no se ha consumado. La propiedad económica de la nave occidental ha pasado a América, pero Europa aún. conserva el timón. Todavía hay quien defiende la sentencia de Séneca; Ubi multitudo, ibi malum. Porque los individuos inteligentes, una vez metidos entre la muchedumbre, obran solo por instinto. Se hacen entonces espontáneos, violentos, feroces y, en ocasiones, justo es decirlo, heroicos. Pero no razonan. Cada uno tomado aparte- -decía Schillér- -es pasablemente inteligente; en multitud no forman ya todos sino un solo imbécil. Por eso la religión, el arte, la ciencia e incluso, la política seria, no pueden estar dependiendo en cada momento de la opinión de las mayorías. Si dejamos al existencialismo en el centro nos encontraremos a la izquierda con el comunismo y a la derecha con el catolicismo. De la lucha entre estos tres sistemas que hoy imperan en el mundo depende el destino de la Humanidad. Son las ideas las que mueven a los pueblos. La rivalidad Estados Unidos- Rusia es artificial porque no se funda en motives teológicos. El mayor enemigo de Moscii no está en Londres ni en Washington, sino en el Vaticano. La cúpula de San Pedro es centro de atracción para las. gentes de todo el mundo. Pío XII, tan claro, tan blanco, tan humilde, vencía a la más descarada de las actrices de mod- en los alardes fotográficos de los grandei semanarios internacionales. Erraron los que predecían la agonía del cristianismo. Los hombres todavía responden a la llamada del amor y la verdad. El Kremlin podrá enviar a la luna un cohete portador del escudo ateo de la hoz y el martillo. Pero la Cruz se ha quedado en la tierra. Y no está lejano el día en que el dilema se presente en su máximo radicalismo y las gentes tengan que elegir entre la Cruz y la hoz y el martillo. Porque cabalgan ya los jinetes del Apocalipsis. La guerra de las ideas, la guerra entre el bien y el mal, entre el Cristo y el Anticristo, que anunciaban las viejas profecías bíblicas, está ya crudamente planteada. La monarquía del zar rojo cuanta con los Estados, con los ejército? con las armas nucleares, la fuerza increíble de la propaganda y de las sectas. La Iglesia carece de todo esto pero tiene algo, sin embargo, que le dará finalmente la victoria: Dios. Hemos llegado ya al centro neurálgico de la cuestión. Aquí es donde se equivocó Nietzsche. Porque Dios no ha muerto. ¡Luis María ANSON FUENCARRAL. OílOE ¿PEÍULVEfi Ü-