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ABC MADRID 25-08-1957 página 3
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ABC MADRID 25-08-1957 página 3

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DI A R I O I L US T R A DO DE I N F 0 B M A C I 0 N GENERAL FUNDADO EN 1906 POR DON ABC D I A R I 0 IL T R A D O DE US IN. F. 0 R M A C I 0 N G EN E R AL rORCUATO LUCA DE TENA A variedad de Lo mismo cabe arla novela pogumentar tratándose licíaca, dentro de la novela policíadel género novelesca. Muchas veces es co, tiene, indudablemente, unos caracte- función, habrá que decir que, sin pre- cuestión de nombre: se denominan nores propios, una finalidad definida; tie- tenderlo, ha de resultar incuestionable- velas policiacas las que no son sino disne su arte, su intriga, su Categoría. Ha mente moral. La inmoralidad presupone parates manifiestos o engendros deteslogrado un número insólito de lectores una intención, una objetiva deformidad tables. que buscan en ella el interés acuciado a que lesiona los principios del orden o Claro es que la objeción más frecuente través de sus complicaciones y sus sor- de la honestidad. ¿Y hay algún principio que a la novela policíaca suele hacerse presas, no exentas de lógica, aunque tan- o canon que determine una exigencia in- no es la de la inmoralidad, la de ser cotas veces parezcan arbitrarios sus lances moral en la concepción, en la estructura rruptora de costumbres o vehículo de y recursos. El hecho mismo de que cuen- o en el desarrollo de la novela policíaca? enseñanzas malsanas, sino más bien la te entusiastas partidarios y lectores ávi- Torpeza insigne sería condenar un gé- de ser causa de desvarios, exaltaciones dos entre hombres de profunda cultura, nero literario, como tal género, siempre imaginativas, chifladuras, o de inducir que buscan en la novela policíaca solaz que no implique un propósito, una in- a la aventura peligrosa, al gangsterismo, y esparcimiento a sus estudios e investi- tención o una ejecución que hiera las al detectivismo, etc. sobte todo gaciones, ya constituiría de por sí un normas de la moral, de la decencia o del actúa sobre la imaginación virgen cuando y proargumento válido de su calidad y exce- buen gusto. Y nada hay en la novela la a las alucinaciones lencia. No se trata, como es natural, de policíaca que, en principio y por defini- pensa a Es sugestión yque, en la juventud fáciles. la mal llamada novela policíaca, comer- ción, tropiece con los postulados del buen sobre todo, innegable de los libros de el influjo cializada y torpe, que sólo procura el gusto ni de la moral, imaginación y de intriga es extraordilucro con la explotación del gusto apleLa novela policíaca converbeyado de las gentes ignaras, sino de la tirse en disparatadero. ha podidohan con- nario. Pero no creo que el mal radique como se cabalmente en los libros que, de suyo, auténtica novela policíaca, que tiene sus vertido de hecho, casos, la cánones y su modalidad especifica. El que novela realista, laen no pocos y la de tienen como ingrediente necesario el inpsicológica las novelas de Caballería, tan extensa- costumbres, en escuela de obscenidad y terés, la intriga, la complicación, para retener y excitar la afición y el gusto del mente solicitadas n su tiempo, se convirtieran en disparatadas producciones, de pornografía; pero no por culpa del lector. El mal, más que en los libros, no quiere decir que el género fuera de- género, sino de quienes se sirven de ella estará en este caso en la falta de mode testable en sí mismo. En el famoso es- como de instrumento de explotación o ración del lector, en el apasionamiento crutinio de los libros de Don Quijote de especulación. Un género literario no con que se entrega a la lectura voraz, hubo piedad y comprensión para fábulas es condenable por el posible mal uso y en convertir lo que debe ser una disde Caballerías, que ciertamente acredita- que de él se pueda hacer, pues en ese tracción, un solaz legítimo del espíritu, ban la excelencia del género y la triste caso habría que proscribir lo mismo la en una necesidad absorbente, en Una condición a que el desenfreno imagina- novela que la poesía, la oratoria que el desaforada manía de entregarse a esas teatro. Ya en su tiempo, fray Luis de lecturas hasta constituir poco menos que tivo las había arrastrado. León condenaba los excesos y abusivas una aberración o un desvarío de tipo IDe idéntica manera, no cabe cerrar utilizaciones que di la poesía y de la no- quijotesco. sin distinción ni mesura, contra el gé- vela pastoril y bucólica en que daban Los estragos tan de la nonero de novela policíaca, fundados en algunos autores, haciendo servir a la vela policíaca son, ponderados achacarles pues, más poesía, de suyo noble y santa, como de esa superabundancia viciosa de novelas lectores a nial llamadas policíacas, que no son ni escuela y cátedra de perversión de las. a losque, si es incontinentes quelos la nobuena requi siquiera un mal remedo, sino más bien costumbres; pero nunca se le ocurrió al vela, de la auténticay cumple policíaca, novela grart maestro condenar, en su elocuente sitos su caricatura y deformación. Al hablar fuerza ha de la novela policíaca no nos referimos, invectiva contra los profanadores de la porimaginación de interesar y de intrigar con sus peripecias y enpues, a esta plaga de novelas detestadas, poesía y de la novela, ni a la novela ni la a la poesía. La condenación que de los redos. El peligro de la novela policíaca, que constituyen una agresión al buen tantas cosas gusto, al sentido común, y no pocas ve- libros de Caballería se hace en el Qui- como el del cine como de artísticas en honestas y nces a la moral. Lo que se trata de evitar jote no alcanza sino a aquellas novelas que son lícitas yque buscarlo siempre en és la generalización en la condena, y que había dado en la perversión del buen sí rnismas, hay en el abuso, en la in dejar a salvo, como género literario, sentido y en desatinadas imaginaciones. la inmoderación, que aceptable y aceptado, el de la novela po- Pero, en cambio, se cuida bien de salvar contenida voracidad con ya un se entreproblema novelas dignas ds encomio, como el guen a ellos. Pero eso es licíaca, que tiene su. origen y su culminación en autores de todos conocidos, Amadís y otras similares que acreditan de educación, de formación individual. Creo que en el caso de la novela polique hayan quedado agotadas, ni mu- un género literario. cíaca, la auténtica y digna de llevar ese so menos, las posibilidades de nuevas nombre, más bien es dable señalar para mifestaciones o frutos nuevos de la el lector sensato, no para el inmoderado e ininteligente, una fuente de estímulos, FAhora bien: ¿qué cabe afirmar de la un acicate dei ingenio, un reactivo de ¿vela policíaca en relación Con la mola imaginación, una huida de la realidad dalidad? ¿Es el género policíaco reprocotidiana, un manantial de sana alegría bable desde el punto de vista moral, tany un excitante del ímpetu juvenil. to por su concepción como por su desarrollo? Ni por su objeto, ni por su fin. Lo que hay que exigir, desde el punto íni por las circunstancias, existe motivo de vista artístico y moral, es que ss esalguno que haga condenable en sí mismo, criban buenas novelas policíacas y que o a priori a un género literario que las lean quienes puedan y sepan leerlas. Y que no se amparen bajo ese nombre tiene una finalidad determinada, que no engendros y mercancías que sólo sirven sólo no implica oposición alguna con la para pervertir, si es que lo tienen, el moralidad, sino que más bien, si se mangusto de los que no son capaces de otras tiene dentro de unos cánones estéticos lectura y de na lógica que condiciona rectamente el juego d s los actos humanos en P Fílix GARCÍA L DE LA NOVELA POLICIACA EL A L I M E N T O PARA ENFERMOS UMVERSALMENTE USADO,

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