ABC MADRID 12-08-1956 página 45
- EdiciónABC, MADRID
- Página45
- Fecha de publicación12/08/1956
- ID0000522644
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Tarifa 9. n Las Aceiteras, lugar donde, se cree- naufragó el crucero- Reina Regente se están recuperando restos de barcos hundidos, De los periódicos. A noticia que encabeza estas líneas aviva el recuerdo del naufragio del Reina Regente suceso luctuoso que afligió a nuestro país en las postrimerías del pasado siglo e hizo olvidar momentáneamente todos los asuntos políticos y de Gobierno que suscitaban el comentario popular, incluso los problemas de la campaña de Cuba- -dura y difícil ea aquellos momentos- -y los alarmantes sucesos de Mindanao, qus ponían en peligro la seguridad de una de las mejores islas del archipiélago filipino. Una serie casi ininterrumpida de desdichas marítimas se sucedieron durante el año 1895. Empezó la recha funesta cori la catástrofe del Gravina hundido en aguas del Pacifico con toda su tripulación. En Lisboa, el vapor Hersent estalló por la presión de sus calderas, sembrando el pánico en la zona portuaria de la capital portuguesa. Un barco francés naufragó cerca de La Coruña, sin que pudieran salvarse sus cien tripulantes y pasajeros. El cañonero Tajo desapareció en aguas de Pasajes y el crucero Sánchez Barcááztegui se hundió tan rápidamente en la bahía de La Habana, al ser abordado por un mercante, que muchos de sus hombres perecieron a muy poca distancia del asco urbano de la bella capital antillana. En este mismo año ocurrió la pérdida del hermoso crucero Reina Regente en una travesía de apenas tres horas, cuando regresaba de Tánger, tras haber cumplido la misión de trasladar a Marruecos a loa representantes del Sultán, que habían celebrado entrevistas con los políticos españoles respecto al pago de ciertas indemnizaciones de guerra. El mar se presentaba borrascoso en el Estrecho, pero el comandante del crucero, capitán de navio don Francisco de Paula Sauz de Andino, creyó quizá poder entrar en Cádiz antes de que el temporal llegase a su apogeo. Tal vez consideró oportuno internarse en el Atlántico, y por ello se propalaron infinitas especies sobre la supuesta aparición del buque en puertos de Canarias, Marruecos ¡y Portugal. Nada pudo concretarse sobre las causas del desastre que privó a nuestra Armada de uno de sus mejores barcos, orgullo de la 7 arquitectura naval de aquella época, porque el océano se lo tragó para siempre sin dejar huella ni señal de los cuatrocientas veinte hombres que llevaba a bordo. El hecho de que el mar no devolviese ningún cadáver se explicó en las informaciones periodísticas como una consecuencia de hallarse los tripulantes atados a sus cuestos al ocurrir el hundimiento, para evitar el ser arrastrados por el furioso oleaje. Nunca pudo satisfacerse la dolorosa curiosidad de saber el lugar exacto del naufragio, ni hacer fundadas con- je turas sobre las causas que lo originaron. Desde el domingo 10 de- marzo de 1395, en cuya noche se supone ocurrió el naufragio, la suerte del Reina Regente fue una pesadilla para todos los españoles, que se esperanzaban del más leve indicio y taladraban con ansiedad el horizonte fotografía del crucero español desaparecido. desde las costas gaditanas, creyendo poder ver aparecer sobre las aguas del Estrecho el que ya la gente llamaba barco fantasma El hallazgo de una botella flotante con un supuesto autógrafo del segundo comandante del crucero se consideró como una burla indigna que falsificaba el documento de un heroico marino muerto en el cumplimiento de su deber. La emoción pública superaba a todos los movimientos posibles de interés. Las sesiones del Parlamento quedaron casi reducidas a las interpelaciones y consultas sobre el posible paradero del barco, sin que las autoridades navales lograsen calmar la ansiedad de la Cámara ni responder a las preguntas de los diputados. La calda del Gobierno presidido por Sagasta, que en otras circunstancias hubiese suscitado los naturales comentarios políticos, apenas encontró eco en una opinión que estaba pendiente del único suceso capaz de acaparar en aquellos momentos toda su apasionada atención. A medida que pasaban los días, las noticias eran más pesimistas y la triste pesadilla adquiría todos los caracteres de una realidad. Perdidas ya las esperanzas de que el crucero se hubiese, internado en el Atlántico, eludiendo el temporal, o tomando rumbo a Canarias, cuyo cable estaba interrumpido, la hipótesis del hundimiento hubo de ser aceptada como un Don Francisco de Paula Sanz de Andino, comandante del Reina Regente según un dibujo publicado en la Prensa. Don Francisco Pérei Cuadrado, segundo comandante del Reina Regente hecho irremediable. Un largo mes duró la ansiedad de las gentes, y sólo transcurrido este tiempo lleno de incertidumbrés, la Gaceta de Madrid publicó una noticia oficial, con orla de luto, por la que el Gobierno consideraba el barco como definitivamente perdido y ponía fin a una situación angustiosa, que durante muchos días conmovió profundamente a los españoles. Mientras los jefes de Estado de todo el mundo dirigían a la Reina María Cristina expresivos mensajes de condolencia por la catástrofe del Reina Regente el Gobierno, la Prensa, el Ejército y todo el país procuraron con su generosa y espon tánea colaboración hacer menos aflictiva la situación de los familiares de los náufragos. El sentimiento católico de la nación se manifestó en las honras fúnebres ofrecidas en todos los templos de, España. La Reina y las infantas acudieron de riguroso luto a las solemnes exequias que se celebraron en él templo madrileño de San Francisco el Grande. -La recuperación de restos de los barcos hundidos en el Estrecho de Gibraltar a que se refiere la noticia que ha sugerido este rápido comentario puede aclarar, al cabo de más de medio siglo, la incógnita del lugar del hundimiento del crucero español Reina Regente que con tan pertinaz codicia guardó durante a ñ o s el océano Francisco RODRÍGUEZ BATLLORI