ABC MADRID 08-07-1947 página 11
- EdiciónABC, MADRID
- Página11
- Fecha de publicación08/07/1947
- ID0000408017
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REVISTA DE PINTORES t és (fácil recordar a Módigliani. a Derain, a Picasso. Y, sm embargo, los lienzo de Alvaro Delgado en su (Exposición del Museo de Arte Moderno emanan una penetrante originalidad. ¿Qué magisterio es el eje esta pintura que ha co locado a este íoven artista en la primera 1 línea del interés critico? No, queremos referirnos a sus paisajes, de luces poco con- Juntadas. Pero, sí a sus bodegones y singularmente a los retratos exhalantes de intimismo y de entrañables confidencias. En masas tenues, adaptadas como tíba piel al alma. del modelo, 1 estos retratos ímpregnan de su halo, poético al espectador. Creemos que su mayor virtud- reside en la calidad de su pasta pictórica, grávida, profunda al mismo tiempo esponjosa. y dócil como una ijíeblá toaos los refinamientos expresivos. una reciente crónica de Schldezer diferen ciaba, fundamentalmente; a la música, de la pintura en la distinta elaboración de su- matena. En la música, esta materia se encuentra sólidamente disciplinada, formando un sistema coherente, con los sonidos engar ados jai complejos continuos, mientras que en pihtura se halla entregada a la pura creación, brotando de los piíicetes siempre inédita, Ceñida en toques discontinuos a los golpes de la inspiración. Pues bien, es esta materia reciéftte, cremosa y táctil, como las mejores mancliás de Matisse y vaporizada al mismo tiempo por un hueso de espíritu que la i- lumina, lo qué da, a la pintura de, Alvaro Delgado una tan penetrante poesía. Destaquemos, -como una de las creaciones más gozosas de este conjunto, los blancos de ese Pterrotj tan niveos. e intocables, que después de creados hay que pensar en la dificultad etá una, tela o dé una criatura que sean dignos de tanto candor. Muerte de San Sebastián por Perceval. a las que estos tonos ajado de fulgores privan de esqueleto y de hondura de modelado, aunque sus rostros se hallen surcados de angustia 6; Señorea, en esta Exposición el arte de Jesús dp Perceval. Con aparato de, masas murales, con gestos simples y monumentales, envueltas en colores densos, de opaca y trabajada materia, sus protagonistas se nos presentan encalmados en su misma magnitud. Su patita es muy fuudida y compacta y e s en el matizado de las sombras donde Perceval afronta las mayores agudezas cromáticas, los verdes más limpios. Los lientos de gran formato se corresponden con la grandeza de estas figuras de masa solemne y reposada, con la emoción embebida en la robustez y simplicidad 1 de los volúmenes. Sus formas se hallan inspiradas por un gigantismo que las asemeja a bocetos de grandes estatuas. Quisa esta misma quietud de sus criaturas eximidas por su monumentalidad de toda trama historial, le inclina en exceso a los valores simbólicos. Y no atrevemos a sugerirle una mayor predilección por los segundos términos que dulcificarían un poco esa impetuosa presencia frontal y cruda que vierte sobre el espectador los pri- meros planos con demasiado imperio. No podemos aludir al resto de los pintores por falta de esoacíp. Destaquemos, sin embargo, las finas cintas de Garzolini y los ensayos dfl joven Capuleto, que busca nerviosamente su cause pictórico v que en su autorretrato se estira requiric- iido las voces de los ángeles. Mencionemos, con la pena de lá brevedad, la pintura de María Revenga, que, en Sus paisajes de la Sala Cano, nos ha sorprendido con un vigor hercúleo en la pintura de las vastas soledades serranas, a las que há reproducido con cincel aguileno, en sus más bravas y despejadas perspectivas. en i lai que late el infinito del horizonte y del alma de la pintora. Y al pintor portugués Albino Cunha, de templado criterio realista y qtw. en su cuadros de interiores, sobre todo nos lia dejado notas sensibles dé intimismo, con sobriedad de trazos y las inás entonada armonías de, -color y de ambient JOSÉ QAMON AZKAR principalmente en los cuadros de Miguel Rueda, se ejemplifica una vez más, ja oposición entre luz y color. El impresionismo s- ólo nudo nacer en países ennubecidos, allí donde las atmósferas neblinosas refrenan las violencias del 1 sol y lo colores pueden abrirse como flores. ii ¡miedo de ser devoHe aquí ¡un equipo de pintores almerien- rados por sus rayos. Los regazos de sqmbra ses en Exposición colectiva; conPel signo palpitan así de tibiezas emotivas y las forde la inquietud cómo su principal tesoro, mas se conciben transidas por las horas. En dispuestos a estrujar con juvenil petulancia estos paisajes alménense en cambio, las jas formas hasta adaptarlas al aire de su perspectivas e cuajan PH planos inmovibles, originalidad; Quizá la falta de grandes Mu- ron el silente y casi pavoroso deslumbraseos y de tradición pictórica, en Almería miento de los mediodías, sorprendidas en aligere los pinceles de sus joyenes artistas quieto ardor. Los colores se adelgazan y y deje a su retina y a su alma en puro escalonan sin pausas de- claroscuro, flotandiálogo casi geológico, con esa tierra de tes en una calina que deja a las formas inanchuras descarnadas, liberados endemasía grávidas y pálidas. Esta misma levedad pade toda prevención académica. Aquí, y muy rece que desanima a las figuras de Cañadas,