ABC MADRID 09-05-1945 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación09/05/1945
- ID0000387505
Ver también:
IÜCISTRA: INF 0 RMA. DO Gt N GENERAL, 25 (SENTIMOS íí TRENTO Y SAN FRANCISCO js acontecimientos muy lejanos- -sepaTados de nosotros. -imopor tierras y mares y- el otro por siglos- -se hallan presentes en la atención pública, si bien con diversa intensidad. Lo que no se hahechores relacionarlos, olvido, que a popo que se mire ha da tenerse por inexplicable. Cuatrocientos años hace, que en una Catedral se congregaron el brazo 1 y la inteligencia de la época, para estudiar y resolver lo que la inteligencia y el brazo actuales tratan de dirimir en un teatro. Podrán parecer distintos fcs temas, pero, en definitiva, nengunoabordó el Concilio ni entretiene a la Asamblea de los aliados, que no se inspire en el deseó d é l a salvación de los hombres. Sólo que en Trento, referíase. todo a la eterna, y n San Francisco se piensa que bastaría con arreglar las cosas de tejas abajo. Hoy como entonces, una ciudad se ba improvisado capital- del mundo, y la californiana, como antañona- tirolesa, lo alberga en delegaciones afectivamente. universales. Quizá en esto la moderna población supera a la antigua. Siendo causa apremiante del Concilio los riesgos y el escándalo de la Reforma, Lutero, que aun vivía, no acudió a la llamada, y por ei contrario asiste a las reuniones de la Opera el pavoroso Molotov, quien, e. no dudarlo, encarna la herejía social, engendro de la teológica. También gana San Francisco a Trento en la facilidad con que sus huéspedes han podido trasladarse desde, los más apartados rincones de la tierra. Finalmente, mientras que al abrir el Papa la magna consulta de los doctores, todavía el Emperador no era el que fue en Mühlberg, es decir, que andaba en vela, y prueba de armas; apenas inauguradas las diplomáticas sesiones del día, surge la, paz. Cómo se ve, desde l a técnica a los hechos fortuitos, digamos providenciales, sin contar la depuración por virtud de las sucesivas centurias filtros, en el que se supone ininterrumpido progreso de la humanidad, todo concurre al. éxito de las deliberaciones. ¿Anulará aquel, de los teólogos? Por lo pronto, ellos, ya. fuesen del Papa ya del Emperador, símbolos de lo temporal y lo espiritual reunidos en una voluntad, definieren el dogma. Sea así en San Francisco- por lo que respecta al derecho y la cuestión social. Después, con su moral elevación, los egregios varones tridentinos reformaron las costumbres de la Clerecía, la nobleza y el pueblo. Así sea allá en la costa del Pací. fioo. Y amén repito al contemplar el panorama de las consecuencias artísticas, tan ilustres en la música y la imaginería, e incluso no- falta quien sostenga que en la arquitectura, que siguieron al Concilio: superfluo parece recomendar este capítulo, tras unos bombardeos que no ya redujeron a escombros las casas, sino que destrozaron sus cimientos: nada quedó tampoco de los tercios custodiados en los templos y les deniá? edificios tradicionales. ¿Y se acordonará el peligro que amenaza con invadir el orbe, como en la anterior ocasión se maiiluvo. cn su campo a los hercsiarc. i? ¿Y dónde d Continente indiano con el que. compensar las pérdidas de territorio sufridas por el catolicismo? Y, -por último, ya que no existan esas Indias de refugio y solución para nuestros problemas, ¿escoltarán durante varias generaciones los Acuerdos de California, gigantes del corazón, y de la mente, a semejanza de los que aseguraren la posteridad de Trento, mu- chos de los cuales se. veneran en los altares? Amén, amén Así sea, así sea- así sea. Ecuménico y español: con, estos títulos constituye don Marcelino Menéndez y Pelayo el de la magna Junta de la Contrarreforma. Acaso a la sazón los dos significaban lo mismo. Establézcase, sin embargo, la diferencia que exigen entrambos prodigiosos sinónimos, pues lo. primero- -la universalidad- -iba en la naturaleza del Congreso, y. obra de una casi exclusiva, vocación nacional debe considerarse su españolidad, que, aparte excelsos antecedentes- -ha habido comentarista que los descubre en ciertas intuiciones de Raimundo Lulio- se revela y afirma de indestructible modo, en el celo de Carlos V, en la abundancia y- la calidad de nuestros teólogos, igualmente avasalladotas, y en las religiosas milicias que se encargaron de que no caducase la ley de ja sabiduría y la virtud, trabajando de consuno, bajo- el fuego y la luz del Espíritu Santo. ¡Viejas grandezas patrias! En, 154.5, España era quien removía el cielo y ordenaba el- mundo, aunque no apareciese sino como uno de los invitados de Trento. El vigor hispánico y su influencia corrían en lo iníerno de la cristiandad. Hoy, en cambio, las exterioridades manifiestan el españolismo, que en, realidad no existe, puesto que se reduce a la toponimia y a unos simulacros arquitectónicos en. 1 estilo virreinal de América del Sur, sustituida la sal del barroco moreno por el azúcar del: barroco rubio. Encantadores bellísimos remedos, no obstante, en torno a las auténticas reliquias de la albáñilería de Fray Junípero y sus hortelanos misioneros, tan conmovedoras: yo las besaba de rodillas. Contamos asimismo en la Asamblea de California con el uso de. la lengua española: otra fórmula. Ahora bien; de improviso se alzó España en esas Repúblicas que arrollaron a Molotov, al defender a la mayor de la gran familia cervantina, y sobre todo, en ese hidalgo del Ecuador que no consiente menosprecio a su estirpe, 1 i a los humildes: un verdadero Quijote. 1 Sin España 110 hubiese sido Trento, y sin Trento, no habría renacido España en San Francisco. FEDERICO GARCÍA SANCHIZ De la Real Academia Española. DIARIO ILUSTRADO DE INFORMAGION GENERAL. 25 SENTIMOS los estandartes triunfales, ni siquiera cerrando, el cortejo de los. vencedores. La paz se gana o se pierde mucho después, a distancia de meses o añoí de haberse dispararlo el último explosivo en los campos de batalla. Desgraciadamente, nuestro siglo puede decirse que no ha conocido la plenitud de la paz. Por eso, ante los poetas y los pregoneros literarios, que ya: la quieren exornar de tropos y; ditirambos bellísimos, yo me resisto a sumarme al coro de aduladores de una paz inexistente, que sjn perfil ni vibración, sólo alienta en las mentes de los alucinados o de los. tontos. La: paz; no tiene; no puede tener realidad, viva y- operante, mientras los cadáveres se pudran bajo el sol o la lluvia, las tumbas v estén recién abiertas y las ciudades, en ruinas, manten- gan las espectrales, y atormentadas: fisonomías da su horrendo martirio. LaJ. paz no existirá. mientras el hambre persista, los hogares no se rehagan, impere el salvajismo de; la. venganza, y, en definitiva, los pueblos no concierten su sinfonía clamorosa para que caiga 1 sobre ellos como l a bendición de Dios. La paz, para- ser, para existir, necesita una base fundamental y rotunda: la justicia. Y unas columnas firmes y armónicas: el orden. Y una cúpula solemne y majestuosa: la autoridad. Y sobre ella, la cruz cristiana conectando el cielo con la tierra. Y debajo, el hombre, con todos sus derechos y todos sus deberes, con todas sus grandezas y todas sus, limitaciones naturales. Sin eso la paz no es más que un rótulo vacío, una quimera en la imaginación de- los. utopistas, o el silencio sepulcral que trata de imponer la horda, eliminando a los débiles o a los vencidos. El mundo ha caído, en tina sima de querellas, de amarguras y de egoísmos. La paz hay que ganarla con la fe y las obras, no con el júbilo inconsciente d e la multitud que pierde los frenos y solemniza las victorias, profundizando los motivos de la guerra. La paz es el equilibrio, y lan giatsia de Dios inundando la conciencia y los co. rn; -nes. Mientras- la guer- f a hacía- galopar, -los frenéticos corceles ¡de la muerte, la paz era un símbolo de esperanza y de liberacr in. Y justamente 1o que conviene evitar, al término de la más monstruosa de las conflagraciones, -es que la paz, no sea un imjosible y sii mito no se nos ofrezca cómo- pr. eludio de otra- catástrofe, que haría de la humanidad un infierno, donde sería exacta la máxima del pórtico que escribiera Dante. La paz es la obra de los hombres de buc: na voluntad. Churthill, y ahora Truman, han dado cumplido testimonio de la fe que les anima y de los esfuerzos de su empeño para conseguirla. Pero no basta que- sean ellos solos los que la quieran. Tra. j. de la guerra 1 hay que emptezar la batalla de la paz ¿Cuánto durará y cuáles serán sus resultados? Difícil sería aventurar un pronóstico. Pcro. no hay duda que no es. suficiente desear la paz, sino merecerla. Y el premio no lo regateará Dios si los pueblos y los hombres se hacen dignos de tan divina merced. JULIÁN CORTES CA V ANILLAS D Q U E ES LA P A Z o es hora de cantar a la paz con sonoros adjetivos y con brillantes metáforas. Cuando una guerra tennir. a- -máxime esla guerra sin posibles paralelos- en vez de explosiones de júbilo deberían los ánimos recogerse en la niedita ción 3 el recuento de los hechos dramáticos ¡iie la; provocaron. La paz 1 0 es la victo 1 riiiy- tii- su esencia castrense y lírica. Es algo más trascendente, que no va a remolque de N