ABC MADRID 25-03-1944 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación25/03/1944
- ID0000377882
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS g) S KyOCACION I) E UN VIAJE A AMÉRICA DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS Jg 8 mirador de Eróspero, una plaza municipal, un discurso elocuente, i a la vera, en Pocitos, el mar de muchas voces iíi me digo: Chile es la Belleza. Otra cosa clásica, y más cabal, más perfecta- ¿Los chilenos nacen músicos? Deberían nacer escultores. El ser humano es allí, con frecuencia, escultura viva, de tipo alejandrino, atanagrado. Una ley de hermosura preside, graciosa soberana, la existencia. Música, sí, pero de linaje pitagórico y yitrubiano, como proporción armónica, euritmia corporal, número de oro. Y una gracia de jardín, cultivada en primores. Epicuro en viña del mar. El mar, viña, vino, regalo de los labios, platónico banquete, tarde del mundo. En el extremo del planeta, sociabilidad y. diálogo, gentilezas antiguas, tienen su veranillo de San Martín, primavera en otoño. Se conserva, se sonríe, se danza, en un fundo remoto, a mil leguas de Europa, veraneando al borde de unos ojos, al borde de un lago de tierna pupila azulada. iY me digo: Perú es la- Aristocracia, la sangre mayorazga, hidalguía de pro. Cada casa limeña siente nostalgias de un solar de Cantabria. Por eso la solar divinidad del inca se enternece con llovizna pirenaica, y, a pesar de la amazónica latitud de las palmeras, los palios del jirón noble guardan un aroma invernal. Triunfo de la memoria y la lealtad genealógica. En los mismos antípodas se, funda una ciudad que, para humedecerse con las brisas de España, se acerca al mar, de espaldas a las vértebras andinas, oh huesos del planeta, tibias cósmicas, quena para la grandiosa e inhumana tristeza del indígena. Lima, contrapunto sensible a la música de hierro del extremado extremeño. Lima sensitiva y mimosa, caricia, seda, beso, descanso del guerrero, La dama se ha puesto la mantilla, ha hecho enganchar el mejor tronco y, seguida de sus pajes, ha ido a la misa de Corpus en San Francisco. Pero esa tapada que con un paso de minué se apea ahora en la Alameda de los Descalzos, ¿quién es? Debe ser la virreina, cues ya se ve la carroza del virrey al galope. Se le acercaron los mendigos y les dio la doble limosna de una onza y una sonrisa. Tien la bolsa larga y los dientes blanquísimos. Un mendigo agradece: Mi señora virreina. Y ella sonríe otra vez. Ya ha entrado en el portal y ya se ha descubierto. Se curvan los criados. Pero entonces repara. en que perdió el abanico. Vuelve atrás, lo recoge. Es una mesticita llamada Perrichóli. EUGENIO MONTES (De la Real Academia Española. Todas las cosas los esp añoles las hemos traído o las hemos llevado por el mar. En Salamanca, donde existía una capilla de bóveda azul con casi toda la fábrica y cosas de astrología para que los futuros nautas, aprendiendo a mirar el cielo, supieran no perderse por los caminos del mar. Se han escrito, pues, en estos años, muchas páginas de exaltación alonar. ¿Qué hicieron los españoles en el mar y a través del mar? En estos días, iha caído en mis manos un gran libro de historia marinera española, una biografía del gran marino guipuzcoano don Antonio de Oquendo. Su autor, un marino ¡lustre de nuestro tiempo, don Rafael Estrada, hijo del vicealmirante don Ramón Estrada, que tanta gloria dio a la Marina española con su Tratado de astronomía y navegación, y que ya, en la vejez, al revivir sus recuerdos trueca sus entusiasmos científicos por cierta nostalgia histórica, modelo de la claridad de una vida en el mar que, como quería Tucidides que fuera la Historia, para siempre, quede para enseñanza de todos en sus Recuerdos de tiempo viejo. s Don Rafael Estrada, al trazar esta biografía del almirante Óquendo, nos ofrece, en realidad, una historia de la Marina española, tanto en el aspecto bélico como en el comercial, durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. ¿Cómo eran en este período en que se inicia la decadencia nuestros hombres de mar? ¿Qué clase de afición sentían por el mar los españoles? ¿Qué libros estudiaban, qué concepto tenían del mundo, qué disciplina y qué organización administrativa tenían los barcos? ¿Cuáles eran las responsabilidades y ganancias de quienes los mandaban? En suma, en este libro, en puntual compendio, y en torno a un figura ilustre del mar español, tenemos una imagen clara y estricta de lo que eran la guerra y la paz en los mares del siglo XVII. Ño excluye el señor Estrada la nota de color al describirnos las naves, los uniformes, el estrépito del abordaje y las pausas de a bordo, cuando los pajes recorren la cubierta anunciando la comida. En el momento en que España aparece más prisionera que nunca en el mar, la figura de Oquendo marca la exaltación y el entusiasmo, la sabiduría y la elegancia, el gesto caballeresco y el espíritu de aventura, la serenidad y la pasión del hombre entregado al mar, porque tiran de él la vocación y el atavismo. En el fondo de su vida descubrimos una vena novelesca admirable, eii la que el héroe, cuando no tiene el mar por escenario, pierde lo más inefable de su personalidad. Bellos nombres de galeones, urcas y carabelas: Santa Beatriz, Nuestra Señora de la Cinta, Papagayo verde... galeones pintados como retablos, en los que el almirante pisaba sobre alfombras y comía en vajillas repujadas. Galeones cargados de plata, con el riesgo permanente gravitando sobre la riqueza, perseguidos y acechados por corsarios y piratas... Tras la lectura dé este libro, pensamos que España se fue perdiendo por el mar, y que por el mar podemos ganarla de nuevo. Y, sin embargó, algo dejamos en los mares del mundo, que nadie pudo borrar: el idioma. FRANCISCO DE COSSIO URUGUAY, CHILE Y PERÚ y, viajero por nieblas de añoranza, revivo, en pleamar. de recuerdos, mi peripío americano cuando, Va para siete años, misión y vocación unánimes, y un vendaval de drama azotando la vela, me llevaron a aquellas remotas tierras donde no sé qué voz irresistible llama, cariñosa e imperiosa, a mi sangre gallega. En nuestro Finisterre, por sazón de verano, cuando las espigas se rinden, celebra la piedad antigua una romería de asistencia inexcusable para la céltica estirpe. Es el Saii Andrés. de Teixido, cohetes de tres retumbos, pañuelos amarillos cadmios y rojos, corpinos de mozas con el corazón bordado en seda verde, y un trino de gaitas en el pinar perdido. La muiñeira en el atrio de la capilla románica, en lo alto dé un promontorio cuyas piedras guardan aún el sabor amargo y dulce de la sangre druida, sacrificada al misterio original. Y el refrán dice: Ao San Andrés de Teixido vaise de morto ou de vivo. Pero si se va de muerto, entonces ya no es con figura humana, sino en forma de lagartija. Mas ese Finisterre ya no es él fin del planeta. Tres carabelas hicieron caer el balcón al infinito. Aparecieron las Indias- Ultreya, Ultreya. El bordón se convirtió en remo. El verdadero San Andrés de Teixido está en las Indias, y como nosotros los gallegos sabemos que el mundo es peregrinación y la existencia es romería, allá vamos, a América la lejana, y en plena juventud, en plena vida, para no ir muertos en forma de lagarto perezoso. Por esp un día embarqué, raza de emigrantes, camino a Nuestra Señora del Buen Aire. Y era par el San Andrés, en el tiempo de las ribeiranas, cuando las faldas de las raparigas son ecos tímidos de olas. Cantaban las campanas argentinas. Oír campanas y no saber dónde. Oír voces castellanas a miles de leguas de Castilla Oír acentos de unas y otras naciones en la uni- dad de un idioma sobre cuyos dominios el sol no muere. Sentir la máxima diversidad, oh, sirena del mundo, cosida por las invisibles hebras de la ese líquida y sonora. En el principio era el verbo, un poco de aire, nada; el soplo, el espíritu, todo. Y de la vida, por mucho que e ella ahondes, sólo te quedará una cosa: el temblor. Eso, el temblor del aire humanizado, la palabra volandera el logos, timbre de la voz, vocablo de alas fugitivas cuyo rastro permanece y dura. En la bruma del tiempo se me confunden, voluptuosamente, los países, y, goloso, de unidad, apenas acierto a distinguirlos. Me afano por. separar en la melodía americana matices que se me funden en un solo ritmo, y, no sin artificio, consigo al fin cifrar cada uno en una nota, en una sensación, aislada a fuerza de análisis. Y entonces me digo: Uruguay es la Democracia, en el sentido griego; corros en la calle, pasión partidista, zoón politicón, agora, polémica, comido, ostracismo. ¡Todo cabe en un horizonte, en el circunscrito espacio de los ojos. Nostalgia del vie 4o Rodó, So. cra. tes del café Tupinamba, Sú C IERRO los ojos UN LIBRO DEL MAR NTRE los principios de nuestro tiempo, impulso de nuestra Cruzada liberadora, con los que se intenta devolver al sentimiento español los más fuertes resortes de universalidad, se encuentra el deseo, reiterado desde las. más altas esferas, de que los españoles vuelvan sus ojos al mar. Los españoles no tuvieron nunca demasiado amor al mar, y, sin embargo, nuestro espíritu de aventura nos llevó por el mar a las más altas empresas que consigna la Historia, y fue el mar el que, en los días imperiales, nos dio la clave de nuestra preponderancia en el mundo. E