ABC MADRID 14-04-1936 página 45
- EdiciónABC, MADRID
- Página45
- Fecha de publicación14/04/1936
- ID0000334055
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A B C. MARTES 14 DE ABRIL DE 1936. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 45. tro pur. i o de vista, totalmente cinematográfico, Morena clara es una magnífica película. En el mismo programa se proyecta Castillos en Castilla, documental de Fernando G. Mantilla. y Carlos Velo, prodigiosamente fotografiado rjor Bertrán. Con más pretensiones literarias que El Escorial, obra de los mismos animadores. Castillos en Castilla habría ganado mucho si se hubiera limitado su alcance, como en aquel modelo, a una rían ación histórica con el auxilio de la imagen. Con todo, la belleza de los escenarios elegidos, la perfección de sus fotogramas y el inteligente encadenamiento de éstos, hacen de Castillos en Castilla un interesante doeumental. -ANTONIO BARBERO. sombras; y el espectador, provisto previamente de esas gafas, podía apreciar de ese modo él relieve. (Nos referimos al de las siluetas, no al de las vicetiples. Pues bien: ahora que eí cine tiene ya resueltos dos problemas importantes, el sonido. y el colorólos hombres de ciencia que a éi consagran sus desvelos han puesto un empeño decidido, han reconcentrado todos sus esfuerzos en lograr solución al más interesante de ellos: la tercera dimensión. La empresa está erizada de obstáculos al decir de- los técnicos, pero, entre tanto, y mientras la cosa se resuelve, la Metro ha pensado que quizá resultase un negocio ir divulgando, al amparo de tan atrayente cuestión, un experimento de física recreativa, ya dado a conocer por otros medios; así, ha compuesto una película corta, en la que, tras un breve preámbulo explicativo, presenta diversos casos, en todos los cuales el objeto avanza, hacia el objetivo- -ahí queda eso- a fin de que la sensación de relieve se aprecie mucho más. El hecho de que las imágenes hablen y luzcan sus colores naturales contribuye mucho a producir la ilusión de la realidad, ilusión nada más, puesto que el procedimiento es muy imperfecto; pero no vale reírse, pues no estamos tan lejos de aquel primer film de los hermanos Lumiere, con la llegada de un tren a la estación, ni, mucho menos, de las demostraciones de registro de sonido realizada por Lee de Forest, y, sin embargo, ahí están sus respectivas consecuencias, que cualquiera se hubiese atrevido a prever. -ALFREDO MIRALLES. dos seducciones. El hombre triunfa en la causa patriótica porque su rival se ha tornado, de fuerte y escéptica, en débil y enamoradiza por arte de una extraña pasión, en la que hubo de caer en fuerza de hurtarla. El amor vence, aunque padezcan los sagrados intereses nacionales y pague ella con su vida la pequeña traición a la Patria. Hay intensa y bien dosificada emoción en este bello pasaje de la película. El reparto de Brigada secreta es digno de tal prdouccióh. A la intervención tan acusada y admirable de Vera Korene y Jean Murat hay que unir con elogio la de Janice Crispin, Jean Max y Pierre Larquey. La visión fotográfica es impecable; la máquina rio hurta, con sus sabias traslaciones, los más leyes matices psicológicos y de expresión, siguiendo- a los actores, sin quebranto de la imagen, en los instantes de mayor emoción dramática. Montada, además, la película con un gusto exquisito, tanto en los decorados como en los trajes, de los que hace alarde en preciosos modelos Erna Flieder, la sugestiva espía. Pierre Billón, el director de la cinta, se ha lucido y recreado en los detalles, condición muy francesa. -J. DOSA. Palacio de la Música: ¿Quién me quiere a mí? Esta película española tiene todas las de ley. Quiere decirse que una gran parte de. los recursos empleados con éxito en la producción mundial son recogidos aquí e hilvanados en un asunto. Nótase demasiada servidumbre al ejemplo de fuera, y tanto acatamiento a la ejemplaridad acaba. perjudicando a la película, porque le resta carácter propio, persSnaíidad, manera diferencial. Esa obsesión de los modos extraños llega a influir en el propio argumento, que no sigue una línea definida en su afán de aprovechar retazos de líneas ya enjuiciadas ventajosamente por el público. Así, lo que empieza en un problema de niña perdida se trueca sucesivamente en problema amoroso, en problema de triunfo artístico y hasta en problema judicial. El Sr. Sáenz de Heredia, director de la obra, que ha desarrollado hábilmente cada, uno de estos fragmentos, al querer ensamblarlos todos en su afán de brindar temas gustosos, ha hecho perder al total unidad e intensidad. Nuestro deseo de que alcance el cine español la prosperidad que merece, nos lleva a aconsejar menos supeditación a los influjos extraños y más rienda suelta a la inventiva propia, a la propia creación en asuntos y en desarrollo, en lo esencial del tema y en lo formal de los resortes- empicados. Ya está esponjada y abonada la tierre española para cultivar cine; ahora, a sembrar semilla propia, sin buscar imitadoras de Shirley Temple, ni glosar vistas de procesos yanquis, ni echar mano de marido gángster que no tienen- -todavía- -bajo nuestro cielo sabor de realidad, aunque se les relacione con mendigos de puerta de iglesia. Hecha esta salvedad del influjo extraño, ¿Quién me quiere a mí? resulta una película interesante, graciosa y bien lograda técnicamente. La interpretación de Lina Yegros y Mari Tere, muy acertadas. La. nena tiene la ingenuidad precisa, pero deja notar la presión constante del director. Se distinguen también en su trabajo respectivo los señores Baviera, Linares Rivas, Freiré, Arbó, Luis Heredia, Pozo e Hidalgo. -A. C. Palacio de la Prensa: La vida es sabrosa No es extraño que un buen realizador, ducho en los secretos del cinematógrafo, se equivoque de medio a medio cuando más seguro y envanecido se halle de la perfección de su obra. Como el arte no está sujetó a reglas fijas y frías- -entonces dejaría automáticamente de ser arte para encuadrarse en esa cosa sin brío y sin espíritu, que es la vulgaridad- -el artista, de cualquier índole que sea se deja llevar por el aliento de su fantasía, se encastilla en la inspiración del momento y hace caso. omiso de otros factores que pudieran ser refuerzo considerable para la idea matriz. El caso de Frank Borzage en La vida es sabrosa. Concepción admirable de la película. Buen proyecto y argumento substancioso, del que se pudo sacar el mejor partido. Se abstrae en su teoría, por lo visto, este animador de imágenes, y a cuenta de ella deja que la realidad corra en desafueros y torpezas para dar al traste- -no del todo, afortunadamente- -con un asunto que es gracioso, debió ser ágil y tiene en su entraña elementos sobrados. para haber llegado a la meta del éxito sin el más leve contratiempo. Pero ya hemos dicho que un buen realizador, como un buen autor dramático, o como un novelista de alcurnia pueden equivocarse. A veces, de medio a medio. En esta ocasión sale mal parada la segunda mitad de La vida es sabrosa. ¿Por qué ese deleite de Borzage en la reproducción sucesiva de primeros planos, en los que virtualmente siempre, o casi siempre, se paraliza la acción del film? No será, claro es, con el proposito exclusivo de que el público se fije bien y acabe familiarizándose con la bella efigie morena deKay Francis, de sobre cor nocida como mujer de sugestivos encantos, y bien admirada como actriz de excepcionales méritos. Ni tampoco para que nos percatemos de la soltura, naturalidad y gracia comedida de ese gran actor que se llama Warren William, que con Geórgc Brent, forman un trío de alta calidad interpretativa. Ha sido, sin duda, la confianza en sí mismo del director la que ha hecho que se malogre una película que, aparte otros valores- -comicidad, dinamismo y bellos fotogramas- -tiene en sus comienzos detalles de técnica perfecta como aquellos que dan ocasión a las incidencias aviatorias, captadas con gran pericia. Digamos también que la moral sale de esta obra sin sufrir el más ligero rasguño. -ROrJENAS, y Fígaro: Brigada secreta Una gran película por su interés, bien trenzado, su perfección técnica y su elevado rango entre las producciones sobre espionaje y contraespionaje. Sus méritos confirman la justicia de ese galardón concedido por el cinema francés. Acaso perjudique a esta cinta lo complejo del. tema, llevado en dos acciones paralelas semejantes y su excesivo metraje, pues su desarrollo ocupa casi dos horas de rodaje en la pantalla. Y cierta reiteración, mejor diríamos ensañamiento, que se. pone en ciertas escenas de índole escabrosa, demasiado expresivas y gráficas. Las oficinas de Información del Ejército, los Centros secretos de Guerra y sus servicios de Inteligencia, ...tienen en esta película un curioso campo de orientación y aprendizaje para perfecionar sus redes misteriosas de espionaje militar. En su curso se ponen en práctica todas las agudezas y las mejores artes de que se valen los confidentes de un Ejército para apoderarse de los secretos técnicos, y de fabricación de los nuevos medios de combate del país posiblemente rival. No hay que decir que tratándose, en este caso, de una Casa francesa quien plantea estos temas, esas dos naciones adversas son Francia y Alemania. Y siempre suelen ser los gases de guerra o el dominio del espacio por medio de la aviación- ¡oh, los motores silenciosos! -r- el móvil de todas esas luchas sordas, enconadas y esos afanes persecutorios y de represalia entre los agentes secretos de cada bando, que a veces se enlazan amistosamente para ver quien engaña o mata al otro. Y la mujer, cuya idoneidad para estos servicios se, ha acusado, es factor decisivo en estas luchas por su astucia y sus medios de seducción. Los agentes femeninos, aquí en esta cinta, han sido elegidos con gran fortuna. La espléndida belleza de Vera Korene, la gran actriz, se pliega bien a la peligrosa misión que se le confía, sobre todo cuando pretende ejercitar su g ncho cerca de un apuesto capital- -el Tenorio de los espías, porque no hay mujer que no quede prendida en sus prendas físicas- -r, Jean Murat. actor meritísimo, siempre sobrio y ajustado, buscando en este dúo el choque y contraste entíre. Actualidades: Audioskopiks cine sonoro en relieve) Hace ya bastantes anos se realizó- en Ma drid este mismo experimento, consistente en buscar el relieve a las imágenes valiéndose de unas gafas bicolores, y no sólo fue en el cinematógrafo, sino también en el teatro. A la sazón se representaba en el Reina Victoria determinada revista, en uno de cuyos cuadros más curiosos las vicetiples evolucionaban por detrás de un telón blanco, sefcre el cual aparecían proyectadas sus