ABC MADRID 11-10-1935 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación11/10/1935
- ID0000323895
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DIARIO ILUSTRADO. AÑO TRIGESIMOPRIMERO, 5 CTS. NUMERO FUNDADO EL i. DE JUNIO DE 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA ABC PENSANDO EN EL El ERCÍTO La nueva quinta. Sin elevar la afirmación a la categoría de axioma se puede sostener que el Ejército es la mejor escuela de patriotismo. Ninguna función ensancha, como la militar, el área ideal en que se mueve aquel sentimiento, más influido por la noble preocupación de defender lo propio que de invadir lo ajeno. J 1 C miles gloriosas de la comedia latina, caricatura del soldado, no puede interpretarse más que como un d. sahogo del odio de clase, muy propio de hombres como Plauto, que era esclavo. En serio, H profesión de las armas no ofrece blanco a la sátira. Que en el Ejército hay hombres de todas las temperaturas morales? Evidente. Nadie, que yo sepa, ha pretendido que el uso de la espada preserve al militar de las tentaciones comunes a todos los humanos. Pero en general la elección de a carrera suele ir acompañada del culto del honor y la misma severidad con que son castigadas sus infracciones indica la puré? 1 de su origen. Y a cuento de qué vienen estos comentarios? Lo voy a decir. El otro día, al poner los pies en la calle, llamaron mi atención unos grupo- de jóvenes que iban cantando, sin que nadie cohibiese sus jocundas expansiones. Eran soldados de la nueva recluta, que abandonan temporalmente la ociosidad, si son ricos, y el taller y la oficina si carecen de rentas, por el cuartel, que los retendrá un par de años entre sus muros. k Qué pierde el hombre con pasar por ti cuartel? Qué adornos de dignidad se deja en el uniforme al salir? Ya nadie se atrevería a formularse esas preguntas sin ponerse en ridículo. Si quiere mostrarse sincero tendrá que declarar que la convivencia militar le ha hecho sentir con más intensidad que en la ida ordinaria aquel patriotismo, que sj se nutre en la escuela de remembranzas históricas, que son como las viñetas que explican y adornan un texto, necesita afirmarse más tarde, para subsistir, en el contacto con las armas, que son, por ahora, los únicos argumentos con que defienden los pueblos su independencia. La idea de patria, que se le aparece al hombre un poco difusa en los primeros años, adquiere en el cuartel una concreción sin la cual permanecería en su mente como un recuerdo. ¿Que debemos aspirar a una civilización sin fronteras? S í como debemos aspirar al premio gordo de la lotería. Yo quiero creer que esa ilusión se realizará algún día, como imagino que el azar va a decidirse a visitarme cargado el? dones; pero entretanto conviene que mi país disponga de un Ejército rjuc responda a su rango histórico y a su importancia territorial. Este es también el criterio del Sr. Gil Robles, que, felizmente para España, tiene de todo menos de soñador y de malabarista de utopías. Lo que está haciendo en su departamento, asesorado por un hombre del alto valer del general Franco, demuestra que conoce a fondo la rcalidr. d. La fe en lo providencial y la confianza en el propio derecho no están reñidas con aquella saludable precaución que nos ordena no ir al encuentro de un hombre armado con las manos vacías y el pensamiento Heno de argumentos jurídicos. MANUEL DIARIO ILUSTRADO. AÑO TRIGESIMOPR 1 MERO. ÍS CTS. NUMERO 12 DE OCTUBRE ¿Día de la raza? ¿Fiesta del habla? ¿Día de la Hispanidad? Porque no somos una raza, sino cuatro cuando menos: la blanca, la negra, la india y la malr. ya y todas las intermedias de mestuos, mulatos y zambos, acuñó la palabra Hispanidad el sacerdote español D. Zacarías de Vizcaria, y quiso que al Día de la iUiza se le denominara Día de la Hispanidad. Otros hubieran preferido llamarlo Fie- ta de nuestra Habla. Y es que no sólo ocurre que no somos una raza, sino que no queremos serlo, ni le clamos importancia al sentido étnico de raza Lo importante para nosotros, españoles, no es lo que pueda trasmitirse por las obscuridades protoplásmicas, sino la escuela, la crianza y el modo de sentir: el habla, el espíritu, la luz. Nuestras antologías líricas se ufanan á jue en ellas figuren composiciones de un negro como Plácido, de un indio como Altamirano, y de un tagalo como Rizal, y no solamente por la conversión posticra de Rizal, sino porque los españoles quisimos siempre y seguimos queriendo la gloiia y la prosperidad de Filipinas, que Tii al anhelaba. Llamarla Fiesta del Habla no sería cabal El habla es un signo. No chré que solamente sea un signo, porque tiene propio valor y es deber de los escritores tratar de embellecerlo. Pero el valor fundamental de un signo depende de su significado, y lo mejor que nunc. expresó el nuestro fue el conjunto de sentimientos y conceptos que constituyen nuestra hispanidad ¡con minúscula esta vez, señor cajista! Acaso por eso mismo convenga conservar interinamente la denominación de Día de la Raza. Por el hecho de emplear esta palabra, damos a entender que nosotros no damos a la raza su sentido étnico. Indicamos, además, con ello, que el fenómeno étnico de la raza nos parece un hecho natural, al que no atribuímos importancia. De otra parte, infundimos a la palabra un sentido de pluralidad, La raza significa las ra as. Y acaso valga más así, en tanto que vaya resurgiendo la conciencia de nuestra hispanidad. Porque Hispanidad, en cambio, es unidad. Por la. hispa nidad a la Hispanidad. Esta es la vía. Por la conciencia de la comunidad del ideal, hacia una hermandad de nuestros pueblos hispánicos unidos por el espíritu en su destiro histórico. 3. a Hispanidad sólo debe invocarla quien esté persuadido de que el ideal más noble que jamás trató de realizar pueblo alguno en la tierra, es el que perseguíamos en nuestros grandes siglos: convertir en una sola familia a tocios los pueblos de la tierra 3 alzar al nivel nuestro a las razas caídas encomendadas a nuestro cuidado La Cruz se irguió en la Alhambra el 3 de enero de 1492. Era el día de la Virgen del Pilar. La Iglesia lo celebra el 12 de octubre. Fue aquel año el del Descubrimiento, y ahora el T 2 de octubre une i lo- presente s y a los ausentes, al nuevo y al viejo mundo, a Jos que están en casa con lo que son de casa y están fuera. Pero la Hispanidad pide voluntarios, porque la hispanidad es esencialmente hermandad humana y libertad espiritual. UIIRO DE MAEZTU UNA MEDALLA En el sucio de la. República germinan las dinastías. (Hcnry de Jouvencl. Ex periodista de izquierda, ex embajador y ex ministro de la República francesa, acaba de fallecer el Sr. Hcnry de Jouvencl. Su muerte- -como ordinariamente ocurre- ha dotado del relieve que presta un recobro de actualidad a su obra política y periodística. Y e lo más admirable que en la antología formada lo nuevo es quizá lo que él escribiera en momentos del más hondo desaliento, de la desilusión más torturante. Por todas sus facetas pudo el persona i c fallecido conocer el régimen en quij vivió. El periodismo le descubrió sus métodos do lucha y las artes en ella desplegadas; la representación diplomática, la terrible discontinuidad que le es consubstancial; el Gobierno, la debilidad capital de su acción y los males inherentes a- u espíritu y a su estructura. Y porque todo ello era una indiscutible realidad, las líneas con que la comento amargamente tienen hoy la misma ida que cuando fueron trazadas sobre el papel y perdurarán sin menoscabo alguno como cuanto es verc adero. Paladéese copio muestra este trasunto del sistema político en que él fue periodista, diplomático y gobernante. Un extranjero que al pasar por París se informa- e acerca del Gobierno, puede tener casi la seguridad desque al volver tres meses dcspué, no encontraría el mismo ministerio; pero si retornase a los treinta años, sería lo más piobablc que se haila en en el Poder los mismos que conoció la ver primera o sus hijos, porque en ei suelo de la República germinan las dinastía En ella todo se mue e, pero nada cambia. Tremenda sentencia cuando quien la pronuncia sintió al hacerlo que los labios le ardían. Pero encierra aún mayores enseñanzas el iuicio que a Iícnrv de Jouvenel, ex ministro de la República francesa, mereció en contraste el siglo XVII, es decir, el de Luis X I V Lo que hará eterno el prestigio del siglo xvn- -ha escrito- es que la más excelsa teoría de ministros de que pueda gloriarse la Francia haya tenido este in ariable ideal: honrar al trabajador y no al ocioso; favorecer al productor enfrente del intermediario, poner el Estado al servicio de las profesiones útiles... Si los franceses sufren una especie de nostalgia por el siglo de Luis XIV es porque el desorden contemporáneo acrece en ellos su sed de organización y sus almas aspiran a poseer lo que hov falta en las obras, de nuestros artistas, en lo s escritos de nuestro, pensadores y en las empresas de nuestros políticos: un plan. Yo no niego la eficacia a la corta, del trampantojo. Desconocerla sería la mavor glorificación de la democracia; pues equivaldría a afirmar que la multitud sabe substraerse al engaño y al mal. Pero, grac as a Dios, a la larga, la verdad triunfa casi siempre. Lo demucstia una ve más esa medalla, salida del magnífico troquel preparado por un ex periodista, ex embajador y ex ministro de la República francesa, en que ha dejado- -con gran dolor de su corazón- -impresos para siempre el anverso y el reverso de toda una vida política. VÍCTOR PRADERA BUENO