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ABC MADRID 09-03-1933 página 14
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ABC MADRID 09-03-1933 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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pla que nosotros glosamos a lo largo üz tres actos, en los que hemos querido recoger todo el espíritu popular de la seguidilla. Con decir esto queda dicho que, al escribir en verso la obra, lo hicimos sin otra intención que la de reflejar en ella el aire desgarrado y brioso, incorrecto a veces, pero siempre con un sano y alegre perfume, de las coplas de vuestra tierra. Xada de ritmo interior ni de poesía honda y grave. Ecos de soleares soleariyas íandanguillos, malagueñas, alegrías y martinetes. Y, para que no todo per se. sea co or brillante y luminoso de cromo, alEntre tanta y tanta irrisión contemporágunas ráfagas amargas, que empañan mo La novia de Reverte nca las obras maestras del clasicismo enmentáneamente los tonos recios del cuadro. trañan las dos formas supremas del teatro: Obra en tres actos y en verso, Pero también entonces nos da el pueblo la de Francisco Serrano Anguita y originalidad y novedad. Lo más original, rima apropiada, con la cadencia de la caña Manuel de Góngora, que se estrepara el público de hoy precisamente, no son y la seguirilla gitana cumbres del cante P nará en el teatro Fontalba el próas grande al decir de los maestros. Así, sobre la peripecias del aviador ni las cuitas del ximo miércoles, día 15. radioescucha, sino las cóleras de Segismunel ruido de las sonajas de nuestra pandereta do q las dudas de Hamlet. Lo más nuevo, No hemos querido hacer una estampa de andaluza, llora y ruge alguna vez la trageprecisamente para el tiempo nuevo, no radi- época Vaya por delante esta afirmación dia de esa A ndalucía oprimida y doliente que ca en la escenografía de un palace o de un p ara que nadie se llame luego a engaño. La recrimina a la otra: submarino, sino en la tienda de Héctor o época de Reverte está demasiado cercana Andalucía bonita: en el palacio de Salomón. para poder escenificarla con aquella libertad toros, cante, vino y luz... De ahí que todos los grandes renovadores que nos permitiera prescindir, al planear la I Nadie ve aue estás mardita escénicos- -desde Stanis- lausky a Max Rein- anécdota, de la veracidad y exactitud que y con los brazos en cruz! hardt, a Pitoeí. a Eva La Gallienne- -sean hay derecho a exigir cuando se utilizan como Nos hemos extendido más de lo que nos elementos dramáticos figuras que están vilos grandes exhumadores clásicos. De ahí que junto al repertorio vanguardista de los vas todavía en el recuerdo de las gentes. proponíamos. Apenas si nos queda ya esparusos, de los judíos, de los alemanes, de Antes que reflejar las hazañas y el carác- ejo para decir que, al eserbiir La novia de los yanquis, de los ingleses, de los france- ter de un torero famoso, al que aún no se Reverte, no hemos olvidado las severas y ásses, figuren siempre desde Esquilo a Schil- ha olvidado, hemos preferido crear nosotros peras, aunque justas, advertencias que nos un torero imaginario, al que, naturalmente, hizo la crítica cuando estrenamos La Peteler y desde Calderón a Goethe. entonces la licencia ¿Por qué? Porque el afán de modernidad quisimos dar el espíritu y las modalidades nera. Se nos íepiochó los consonantes, con no es sino afán de eternidad. Y la eterni- habituales en los que consagran su esfuerzo abusiva de prolongar dad de los clásicos es como la sal del pan y su bravura al arte de matar toros; pero daño del buen sentido de los versos. Tenían cuidando mucho de no hacerlo a imagen ni razón los que nos lo dijeron, y esta vez heescénico. de nadie, Señalamos el punto de contrición por si semejanzaen ningún para no pecar de irres- mos seguido sus consejos. Otros defectos, petuosos momento. Esto envuelve un propósito de enmienda. Real- la época de Reverte- -finales del sigloaparte, seguramente, se nos han de atribuir ahora, xjx y mente es preciso alentar el repertorio cu- comienzos del actual- -ni siquiera nos inte- y, desde luego, anticipamos nuestro propóbico con nuevos hechos más que con viejos resa plásticamente. Cuando, no hace mucho, sito de corregirlos en la próxima comedia dichos. Hoy en día, la crónica teatral es hemos asistido a la realización escénica de que escribamos. Y nada más. Porque, ¿qué vamos a decir monopolio del teatro filisteo. De las veperíodo, dettes, de las vicetiples, de la musiquilla, del algunos saínetes del mismo entonces, hecha del entusiasmo, del cariño, del ímpetu y de con arreglo a las modas de el in- la gracia que pone Carmen Díaz en la creaastracán, de las comedias blancas, de la peparecido curioso plaulícula escenificada. De todo menos del es- tento nos haen lo íntimo dey hasta con- ción de esta novia de Reverte que nobnuestra otros hicimos por ella y para ella? Estamos fuerzo literario, del afán artístico, de la je- sible; pero, ciencia, hemos declarado que aquellas muje- seguros de que, a falta de otros méritos, el rarquía, de la prosapia. res y aquellos hombres, con aquellos pei- público ha de agradecernos habcilc dado ocanados, y aquellas ropas, tenían menos visto- sión de admirar a la eminente y españoHsima La salvación del arte sidad y menos brillantez de estampa que actriz, encarnando un personaje en el que se ¿En qué país del mundo, sino en Espa- los de nuestros días o que los de tiempos ofrecen, con violentos contrastes, todos los ña, se despachan las obras clásicas con dos pagados: de los años isabelinos para allá. matices de un bravo carácter de mujer. Ella lineas de compromiso, y en cambio se de- Por lo demás, no es la figura de Reverte será la que consiga el triunfo. Y, con ella, dican columnas y columnas de regodeo a la que en nuestra obra debe atraer la aten- la maestría y el dom nio del admirab e Simó las revistillas desnudistas? ¿Dónde, si no ción del espectador, si nosotros hemos lo- Raso y de los demás artistas de una compañía es entre nosotros, se codean, en la misma grado lo que nos propusimos. Es, más bien, disciplinada y notabilísima. Para todos nuesplana, el autorciilo trimestrero y el escri- la copla de Reverte la que nos habla de tra gratitud. Y para Carmen Díaz- -que pone tor insigne, la tiple sicalíptica y la actriz de aquella novia que en la presentación escénica de nuestra, obra, rango? confiada al ai te de Sigfredo Burmann, todo ...tiene un pañuelo, lil Arte es eso: Jerarquía. Y este consu buen susto 3 su escrúp o de directora imcon cuatro picadores, fusionismo español, este barullo demagógiReverle en medio. ponderable- -nuestra devoción de siempre y co en nuestia escena, lo precipita en el Y esa copla es de ayer, y de hoy, y de nuestro afecto rendido y cordial. arroyo. Estamos tan habituados, que la pro- siempre. Si Reverte vive aún en la memoria FRANCISCO SERRANO ANGUITA testa nos asombra. Qué es esto de pedir más que distinciones, matices, rangos entre los gé- de muchos españoles, quizá sea, y por sus MANUEL DE GONGORA por sus heroicidades en los ruedos neros y sus intérpretes? ¿Qué más da la triunfos fuera de ellos, por el eco inextin Siete puñales tragedia que el sainete? ¿La gran actriz guible de esos siete versos de la seguidilla, que la gran cupletista? ¿La romanza que que el pueblo hizo suya y con la que va gloSe estrenará en ol teatro de el cuplé? ¿El teatro clásico que el teatro rificando a cada torero que gana fama de Lara ol próximo viernes, día 10. contemporáneo? valiente. Porque si nosotros, de niños, oímos Siete hijos: siete puñales que clavan al Pues no es igual en ningún país civili- cantar: hombre en el hogar. Con estas i, labris zado. En todos los países civilizados el Tja novia de Reverte queda expresado el tema de mi nueva cotiene un pañuelo... Arte impone categorías literarias y escénimedia para el teatro de Lara. Y va no tencas. Cada género tiene su valor y cada inLuego, ya en la mocedad, advertimos que go que añadir sino que, con ell rindo térprete su rango. Todos pueden ser igual- se cantaba, con la misma música y el mismo homenaje al arte magnifico de Concha Camente populares; mas cada uno en su lu- ritmo: talá. Debo a Concha mi primer éxito teagar. No es lo mismo llamarse Josefina BaLa, novia de Pepcte tral en Lara. Está vivo en mi tecuerdo ker que llamarse Lucila Pitoef. Ni bailar tiene una bata aquella jornada memorable del estieno de con cuarenta botones un tíllele que interpretar El poder da las La pájara, que abrió a mis aficiones dratodos de plata... tinieblas. Ni componer Ramona que commáticas amplias perspectivas risueñas. Posponer la Novena sinfonía, ni pintar un bo ¡Y quién sabe en qué barrio sevillano teriormente, en todas mis salidas a aqu l degón que pintar La escuela de Atenas. estará formándose ahora el torerillo de ma- escenario, que constituye para mí como un el La salvación del Arte estriba en sus ca- ñana, hambriento de gloria y de dinero, en segundo hogar, me acomoañó sicmpie 11 tegorías. Y entre ellas la primera c? la del cuyo honor vuelva a oír c la copla impere- aliento de la actriz insigne, gala v orgu del teatro de España. Le debía, pues, esta teatro clásico, cuya restauración podría ini- cedera... Uno de tales torerillos, conquistador de comedia, en la que he puesto mis iervores ciar sólidamente el Teatro Nacional. Ese teatro nuestro, en cuyo repertorio, tan vas- muchedumbres, es nuestro Manuel Centeno, más hondos, y a la que he consagrado lo to y rico, taxi popular y tan superior, se Reverte. Y la novia de este Rez ertc es nues- más noble y limpio de mi espíritu. Está míe ci alma nacional al alma universal. Ese tra heroína, cuya interpretación confiamos escrita con el corazón. Trabajé en ella con teatro clásico español que, rarísimo en Es- al arte, al garbo, a la arrogancia y al donaire dolor y con gozo, como se trabaja siempre paña, se representa habitualmente en casi de Carmen Díaz. Ella es el alma de esa co- que nos olvidamos del oficio para no pentodos los países extranjeros, con triunfos tan rotundos como los de Calderón, en Alemania; los de Lope, en Rusia; los de Guillen de Castro, en Italia; y ahora, en estos días, los de Tirso, en Francia, en la adapUn punto de contrición tación de Cheon, con música de Henri MaCon motivo de reponer en el Español La nuel, representada en el Vieux Colombier vida es sueño, advertimos un punto de con- por Los Quince, con formidable éxito. trición. Surgen, acá y allá, finas lamentadoCRISTÓBAL DE CASTRO r a estéticas. Se estima necesario el repertorio clásico, no sólo como educador y ejemplar, sino como espectáculo, como diversión LA ESCENA Y LA VIDA. REPERTORIO CLASICO AUTO CJ T 1 C A S

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