- Precio
Periódico ABC MADRID 23-07-1926, portada
- EdiciónABC, MADRID
- Páginas32
- Fecha de publicación23/07/1926
Ver también:
ÍVIADR 1 DD 1 A 23 DE 1 U L l O D E 1926 NUMERO SUELTO 10 CENTS. B FUNDADO E L i. DE J U N I O DE 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE T E N A ABC DIARIO ILUSTRAD O A Ñ O VI G É SIMOSEGUNDO N. 7.351 CASA TÍPICA DE LABOR, QUE PERTENECIÓ A ABD- EL- KRIM. Y A LA CUAL SE ALUDE EN EL ARTICULO SIGUIENTE UN VIAIE POR EL RIF. VIENTO DE PONIENTE A los muyanindiu- -guerreros del Islam- -del Rif y de Yebala. Saludos... Y después. Nuestros enemigos propalan que se citá negociando una paz entre España y la República del Rif, lo cual es incierto, pues hemos rechazado a los emisarios despectivamente, diciéndole al Goibierno de la nación con qu cn luchamos que no podemos tratar de igual a igual, pues somos los vencedores, y ellos los vencidos; por lo tanto, hemos de ser nosotros, los muyahindiu, los que impongamos condiciones, y si ño las aceptan, seguirá la guerra, que no cesará hasta que no haya un palmo de tierra- marroquí profanado por la planta de los españoles, y les hayamos arrojado a la costa del Andalus. Las condiciones que impongamos a la nación vencida y humillada, gracias a vuestro valor y constancia, y a la protección de Al- lah Celevado sea) son las que vosotros habéis acordado en las reuniones de los jefes de las cabilas, sin habernos apartado de ellas en nada: Reconocimiento de la República del Rif, que tendrá por límite el río Kert; en su territorio no quedará una posición española, ni en su costa podrán ejercer vigilancia los barcos de la nación vencida. Obligarse ésta a no sostener más tropas musulmanas, pasando las que tiene ahora a su servicio a depender del Gobierno de la República del Rif. Entrega de los prisioneros moros, sin abono de rescate, y pago de una fuerte suma por la devolución de los españoles. La República del Rif es una realidad, y se habla de ella en toda la Prensa del mundo. Cuenta con más de 50 millares de guerreros, y profusión de cañones, fusiles, aeroplanos, ametralladoras, gasohneras, y abundantes municiones, todo ello cogido al enemigo. Pronto dispondrá de varios millones de tesoro, por los rescate s, con lo que adquiriremos artillería antiaérea y otros elementos. El porvenir no puede presentarse más lisonjero para nosotros, ni más negro para España, si se empeña en continuar en nuestra tierra. Y la paz. Así hablaba hace un año, en una proclama, Mohamed Ben Abd- el- Kerim el Jattabi, cuando empleaba su fantasía musulmana en jugar a las nacionalidades, y extremó su juego trágico hasta hacerse llamar Sultán del Rif. He releído la bizarra alocución a los muyahindiu, instalado en una casa de la vega de Beniurriaguel, casa del patrimonio del hijo de Abd- el- Kerim, como llaman aquí todos a Mohammed el rebelde, a quien dimos nosotros los europeos el nombre de su padre, ni siquiera bien escrito, más atentos al sonido de una fuerte pronunciación, y así le nombramos Abd- oi- Krim arbitrariamente. Un error más. De esta suma de pequeños errores se formó la República del Rif. Apena el ánimo, aun después del triunfo, y quizá lo acentúe el esfuerzo y las vacilaciones en lograrlo, el releer aquí la República del Rif es una realidad, y se habla de ella en toda h Prensa del mundo Es verdad que se habló, y a punto estuvo de ser realidad esto, que mirado de cerca, no es nada, ni lo fué, ni tuvo cimientos en que sostenerse. Fué la tolvanera de un viento de Poniente, que cegó a los hornbres que venían de Europa. Y porque tenían cafíones que disparaban, se creyó en un ejército de blancos turbantes, mandados quién sabe si por Mahoma (su nombre sea respetado) y al recontar los cañones rescatados, y las ametralladoras, y los morteros- -armas modernas de guerra- -se advierte que ni un mediano criterio militar les dirigió, que si la audacia en la rapiña la administrara un estratega, estas armas de guerra modernas no volvieran tan pronto a sus depósitos. Jugaron los rífenos a los ejércitos, como jugaron a la República, y han sido víctimas de este material de guerra, que no se hizo para guerrilleros, s ino para científicos. Y alguien que la historia no mencionará les hizo el juego de la guerra y el juego de la nacionalidad, y aquí se ve que ni ejército ni República, que todo fué tolvanera de viento de Poniente. Solimán nos esperaba un poco más allá de Ein- Zoren. Somos sus huéspedes. Su caballo nos guía por el valle, sin duda fértil cuando el agua corra por los marcador canales, hoy secos por la guerra. Heñios llegado hasta aquí sin ver un puesto militar, sin que corte el paisaje un múrete de sacos terreros, sin ese enredijo de alambre de espino, redil del rebaño guerrero; s. n esas siluetas que se recortan atisbando los caminos. Viajamos solos unos curiosos de Marruecos, y por primera vez caminamos sin que la vigilante figura del soldado nos marque peligro. No dimos jamás en África un paso, por firme y victorioso que fuese, sin dejar ese rastro de protección de hombres despiertos sobre los laureles. Tan confiados, tan desamparados, nunca se anduvo por tierras que aún tienen el estigma de la guerra, y sin embargo vamos seguros, y me cuesta trabajo, para decir que no siento recelo, hallar la palabra, que esta vez no tiene sentido. El camino polvoriento hace fatigosa la