ABC MADRID 03-11-1923 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación03/11/1923
- ID0000136995
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DIARIO ILUSTRADO. AÑO DECIMONOVENO. N. 6.500 10 CENTS. 2 FUNDADO EN EL AÑO 1 0 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA 95 AB DIARIO ILUSTRANDO. AÑO DECIMONOVENO. N. 6.500 10 CENTS. clair? En la pobreza... ¿Y André Suares... ¿Y Paul Valery... ¿Y Charles Maurras... También en la pobreza, a pesar de ser los ases de sus generaciones y de escribir en prosa obras que se venden... En cuanto a los poetas, ¡ah! miseria 4 e miserias; en cuanto a los infelices poetas, resulta tan triste la vida que llevan, que se necesita un caso como el de Maurice du Plessy, que a éStas horas e muere de hambre en una guardilla para que la gente se decida a hablar de ellos y a murmurar cual si se tratara de algunos pájaros exóticos: ¡Pobrecillos... Sólo que por desgracia no es eso, ni caben las suaves melancolías y los diminutivos gentfles cuando se piensa seriamente en la miseria de los literatos que no forman parte de la élite. Es trágica la situación de esos seres. Y en vano los Mecenas y las Academias multiplican los premios anuales o mensuales. Creyendo con ello hacer una gran obra de misericordia, lo que hacen, por el contrario, es ahondar el mal aumentando los alicientes para atraer hacia nuestro campo a los niños que sueñan en los bancos de los co egios. Lo bueno, lo útil, lo trascendental sería dar primas a los que, sintiéndose con vocación de poetas, supieran resistir a los ímpetus de su espíritu y vo ver la espalda al Parnaso para seguir caminos más fáciles. Con esto, cierto, el Universo perdería algunas obras maestras. Pero al propio tiempo remediaría, al menos en parte, una de las ma. yores nrseria- de nuestra época: la miseria de los que, tan ciegos cual Hornero, no ven en los albores de la existencia el antro en el cual penetran al dejarse cautivar por las voces de la eterna sirena. E. GÓMEZ CARRILLO. París, Octubre de 1923. LA G R A N MI S E R I A DE LA LITERATURA Hace apenas se s meses, una revista artística preguntaba a sus amigos: ¿Debemos quemar los Museos? Hoy, una revista literaria dirige a sus lectores la siguiente interrogación: ¿Es necesario matar a los literatos... Y esta vez ya no son a ardes de modernismo cubista o contorsionista, sino encuestas serias, organizadas por dos escritores que no tardarán mucho en ser académicos. Así, al sólo ver las firmas, antes de leer el artículo de La Vie, todo el muno o se tranquiliza, comprendiendo que no puede tratarse de un acto de inútil ciueldad. Y, en efecto, es un piadoso sentimiento con fraternal el que dicta a Mario y a Ary Leblond su extraña pregunta. En una Europa en la que los sa ar os de todos los trabajadores han aumentado muchísimo, no existe sino un oficio que sigue siendo retribuido lo mismo que antes de la guerra. ¿Este oficio es la literatura. Ahora bien: ¿Cómo hacer para no morirse de hambre, teniendo que gastar cuatro veces más de lo que se gana? La respuesta, los mismos inquisidores la dan. Trabajando cuatro veces más exclaman. Pero como esto convierte al grem o entero en algo que hace pensar en una casta de condenados; como esto crea un infierno de surmenage en metí o de un universo a quien la ley le- ha concedido las ocho horas de labor: como esto pone fuera ce la medida común a los infelices plumíferos, los hermanos Leblond, f urmuran: -Lo más caritativo sería suprimirlos... Hay algo de maltusianismo piadoso en la if ea de los que, con c arividencia, desean remediar así lo que pasa en el mundo de las letras. No puoiendo, de una maiera 1; teral, matar a los que ya penan en el infierno de la via a 1 teraria, lo que quieren cb hacer que las escuelas sean menos fecund a erí soñadores. Porque, según pare- e, todo el mal proviene de la educaran que se recibe en. las aulas, donde todo está insp ado por a literatura donde no se haí a sino desde el punto de vi- ta de la literatura, conde el ambiente, saturado por los m asmas de la literatura, envenena los jóvenes intelectos, desde las primeras letras. tasma de Virgilio ha derrotado al espíritu de P erre Hamp. Aun dentro del ejercicio mismo de la gramática, dijérase que- se desea alejar a los escolares de todo contacto con las- rea idades del siglo. Los vocabularios científicos, los léxicos de términos técnicos que Remy de Gourmont recomendaba como elementos indispensables para pintar o explicar la actividad de nuestra existencia con su mecanismo comp ejo de electricidad, vapor, deporte y banca, no existen aún en ninguna escuela. En cambio, los profe ores, al corregir los deberes de los alumnos de retórica, -se comp acen en esmaltar la ingenua prosa de los adolescentes, con términos arcaicos y giros rancios. Es lo que se llama cultivar el gusto castizo... Pfero, en fin, de lo que los hermanos Leblond se quejan amargamente, no es de la calidad de los homntes de lettres, sino de su cantidad. Son, según las estadísticas, millares de millares... Son legiones... Son m riádas... Con consultar los catálogos de los libros nuevos y los sumarios de las revistas puede ya cualquier profano darse cuenta de que el gremio no se parece ni a la agricultura ni a la Venus de Milo, en lo de carecer de brazos. Al contrario. Acercándose a cualquier casa editorial, cijérase que se encuentra uno ante una imagen de la diosa Kawanon, ia de las manos incontables... Y todas esas manos se agitan, todas esas manos escriben, todas esas manos p den algo. -Por desgracia- -murmuran los directores de periódicos- -no hay para todos... Xo hay sino para los escogidos, en efecto. Y esos escogidos, si no se cuenta entre ellos a los veinte dramaturgos, a los diez nove istas y a los cinco cronistas que forman la casta de los potentados no merecen sino que se les tenga lástima. Un buen obrero o un buen empleado tienen siemp e una situación más envidiable que la de un literato conocido. Conocido quiere decir el novelista que publica dos obras al año y que alcanza tiradas de ocho a 10000 ejemplares... Conocido quiere decir el dramaturgo que cada temporada co oca una comedia que se representa treinta noches... Conocido quiere decir el cron sta que colabora en revistas y diarios de importancia... Calcu ad, en efecto, lo que representan Y si así es hov. da miedo pensar en lo que los productos de esa labor, y os encontra será mañana. Hasta estos últimos meses, réis con gente que vive en Par s, que asiste en efecto en Franc a había dos sistemas a las fiestas que se oye llamar ouerido ¿e bachillerato, el primero reservado a maestro que tiene la ob igación de ayulos que deseaban seguir nutriéndose de rai- dar a los compañeros sin ventura y que, ces latinas, y creado el otre para los que con todo y con eso, no gana arriba de se preparaban a las carreras científicas o 20.000 francos a! año. Los hermanos Lecomerciales. Pero el actual Gobierno ha su- b ond citan un anciano glorioso que para primido este último, parg someter de nue- sostener su hogar modejtísimo tiene que vo a los futuros ingeniero v a ios futu- trabajar catorce horas diarias. Ese anros electricistas al mismo régimen que los ciano- -agregan- -es una gloria nacional. fufuros oradores. ¡Todo e! munrio Vinista! Y aunque no dicen su nombre, no nos es Y es en vano hicet observar que, salvo difícil adivinar que se trata del gran c ertos casos, lo niño 1 de los Institutos J. H. Rosny... O del genial Elemir Bourtienen, en nuestro siglo de internacionalis- ges... O del maravilloso Georges de Porto mo comercial y de intercambio de esfuer- Riche... ¡Son tantos... zos prácticos, mayor interés en aprender Y si en vez de anciano dijeran joven, intr és, alemán o italiano, que en estudiar también podrían citarse muchos nombres latín. La mayoría de los par amentarios célebres, universalmente célebres. ¿Cómo de París ha pensado de otro modo. El fan- creéis por ejemplo, que vive Camille Mau- RENOVACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA vi EJ Enigma futuro Ausente unos días de España, en a vecina Francia, he tenido ocasión de encontrarme con varios compatriotas, algo inquietos ante la novedad de os sucesos naciona es. Estos sucesos, claro está, son objeto de muy variados comentarios, apasionados unos, irdiferentes otro Para éste, el golpe de Estado significa un viento de renovación que aún no ha sop ado bastante fuerte. Para el otro un ten- a de hondas preocupaciones inspiradas en el más negro pesimismo Xo son pocos los que consideran esta i rdadera crisis histórica como un ameno tema de conversación. Pero lo que más me ha sorprendido es la visible inquietud reflejada en los rostros de quienes me han preguntado en diversas ocasiones: -Bueno... y después de. esto, ¿qaé va a?