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14/08/1923
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Periódico ABC MADRID 14-08-1923, portada

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MADRID D 1 A 14 DE AGOSTO D E 1923 NUMERO SUELTO 10 CENTS. S F U N D A D O E N E L A Ñ O 1905 P O R D T O R C U A T O L U C A D É T E N A ABC DIARIO ILUSTRA DO. AÑO DÉCIMONOVENO. N 6 4 3 0 10 CENTS. MADRID, ENTIERRO DE SOROLLA SALIDA DEL ATAÚD DE LA CASA DEL LLORADO ARTISTA. EN PRIMER TERMINO, EL HIJO (x) DEL FINADO, (F O T O PÓRTELA) ESPAÑA EN EL EXTRAN 1 ERO En los primeros días de Julio tomaba) ro el tren dé Francia, y al abandonar mi país confieso que mi espíritu estaba sobremanera conturbado. Todas las inminencias más catastróficas cerníanse sobre el suelo de mi pobre Patria, y el corazón temblaba de espanto al recorrer los ojos las columnas de los periódicos. Era cuando Aguilera y Sánchez Guerra se trenzaban a bofetadas; cuando los ateneístas amenazaban con la revolución; cuando, en suma. parecía milagro que el país no se hubiera abrasado ya en las hogueras del cataclismo. Un poco avergonzado por mi viaje al extranjero, en instantes tan decisivos par- a mi Patria, dormí malamente en mi vagón del tren y saludé a la aurora, sobre los bellos campos de Francia, con una gran mirada de tristeza. ¡Quién sabe lo que habría pasado en España a aquellas horas! En llegando a París vo é hacia el primer puesto de periódicos, y compré uno. cualquiera de lo mejor informados. Revisé todas las páginas aceleradamente: ni una noticia de España... Compré dos o tres periódicos más, y obtuve el mismo silencio. Preacupado, desconcertado, aguardé a la tarde para adquirir los diarios vespertinos, y tampoco encontré ni el más m odesto telegrama, ni el más sobrio comentario sobre los acontecimientos de mi país. Los días siguientes ocurrió lo mismo. Para la Prensa de París, no sólo en España no pasaba nada de extraordinario; es que España ni siquiera existía. Me quedé estupefacto. Y entonces comprendí de qué manera nuestros periódicos son gesticulantes, alborotadores e hinchaperros, y hasta qué punto el ambiente de nuestra política está sobrecargado de ímpetus sin razón y de movimientos en vano. Todo aquel alboroto de los primeros días de Julio, al pasar por el cernido del extranjero- se quedaba en una simple ag. ua de cerrajas. Entonces también me di cuenta del poco efecto que nuestros ademanes hacen en Europa; del ningún ruido que metemos en el mundo; de la especie de complot del silencio con que nos abruma el mundo. Por espacio de un mes he recorrido diversas naciones europeas, y he vivido, por propia decisión, incomunicado con mi Patria y sin querer recibir una pUjblícáción española. Pero no siempre lograba someterme al rigor de esta privación, y al abrir un diario de Francia, de Suiza, de Italia, mis ojos buscaban sin remedio la noticia que me hablase de mi país. La noticia no llegaba. Mi país era como si no existiese. Espatia carecía de industria, de profesores, de escritores, de artistas, de economía, de problemas, de intereses. Mientras tanto los periódicos hablaban extensamente de los conflictos de las reparaciones, de la situación de los pueblos yugo- eslavos, de la vida en Holanda y en Polonia, de Mussolini, de Grecia, de Turquía, de cualquiera. Pero digo mal. Tres o cuatro días en un mes yo he leído noticias de España en los periódicos extranjeros. Una vez la noticia se refería a cierto gobernador que en una ciudad castellana había lidiado y matado dos toros por su propia mano; el Rey r- decía el periódico- -mandó prender al gobernador por medio de un edicto. Otra vez leí la noticia de que treinta y cuatro personas habían muerto envenenadas en una hostería. Otra vez un telegrama decía escuetamente: La Hacienda española ha liquidado con un déficit de 900 millones. Las noticias, por consiguiente, existen; los periódicos extranjeros no hay duda que i -ií 2 zaik- s- Z. i -í 5 í ¿r

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