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ABC MADRID 16-08-1918 página 2
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ABC MADRID 16-08-1918 página 2

  • EdiciónABC, MADRID
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í 1 IMPOSICIÓN DE CONDECORACIONES TL GEXESALI IMO ALEMÁN KASGOS E ESPAÑA HINDENBURQ CONbECOS. ÍNIX) A VARI Os OriCIALLS. (rOTO B U r Yo he visto pasar por derrite del balcón de mi vivienda en esta residencia estival en que moro varios carros cargados con las tablas de uno de los circos feriales que aquí han atfáído la curiosidad de las gentes. Y eran portadores del cargamento los que fuefon acróbatas, payasos, equilibristas e histriones en el espectáculo. Los personajes de Los cachorros, la linda farsa, de Bénávente, han aparecido ante mí en su propia 1 realidad. Ellos no iban ahora aderezados con los oropeles, sino en el paupérrimo traje ordinario de su vivir doloroso. Un- caballo de. los que circulan en la. pista se. resistía a entrar en el vagón. Le habían en. señado todo menos viajar en tren. La caterva de los perros y os monos doctísimos aullaban y gruñían, descontentos de qae cada semana los cambien el domicilio. Aquella sílfide que flotaba en el alambre tirante, vestida de japonesa, iba con una deslucida tdaleta te almacén y escondiendo su. cabellera, teñida con agua oxigenada, bajo un sombrerete de paja vulgarísimo. Tal vez aquí dejaba una pasión. El. hércules, go: rd o y oleoso que en la pista levantaba. las pe sas. colosales, apenas tenía vigor para em- pujar el baúl de sus trebejos, cuando fue necesario ponerlo, en el andén de pequeña velocidad. Y los que bajo la malla, parecían Apolos, columpiándose en el trapecio, resultaban en la faena prosaicos ganapanes, llegada la hora triste del viajé. La ciadad fantástica, que, durante el pé- t riódo de la feria, entusiasmó a ¡públicOí ha- bía sido- desbaratada y huía en busca de lacuriosidad, lejana. Y al marchar no dejaba ni huella, de sus cimientos. Un historiador del clasicismo, de los que hacían pronuri- EL VIAJE CIRCENSE ciars discursos a los héroes, atribuye a Ale- sobre los arcaicos cimientos, ior ¿nd ci jandro el Macedonio estas palabras: He donde los abuelos, con los méritos y los destruido cien ciudades He construido vein- resabios de ellos. Yo he visto a Sepulvete- Y más trabajo me hd costado borrar la da cubierta de ruinas y de polvo secularr memoria de aquéllas que convfetWr éstas en a Siguenza, que parece esperar que de mágica Catedral surja la voz arcaica liberencanto de los pasajeros. No valdría la pena de referir el éxodo tadora, como en los sigloá de los abades lude los titiriteros, ni citar al más sublime chadores, a Avila, relicario santo, a I oleperturbador de la humanidad, si rió hubiera do, el prodigio perdurable de la Inatoua leído estos días, no recuerdo dónde, aun- gloriosa; a San Pedro de Cárdena donde que sí que aJ píe del aserto había una firma el vigor de la raza buscó s en su Cid y en su ilustre, que España, en lo que atañe a los Romancero ef caudillo y el estro propios problemas de la guerra y de la política in- Y por todas partes encuentro vieios sillates, ternacional, era como- pueblo movedizo, memorias altas, puentes eternos, que deian sin raíces, que tiene, cual los árboles año- pasar bajo sus arcos con desden, las aguas sos, su sostén en la compasión de lo s a íes de los nos legendarios, monasier os en Y añadíale retórico: La última palabra los que continúa diciendo la misa de alba sonará entre los estremecimientos de hu- un cuia octogenario, que paiece inmortal, y castillos que no acaban de hundirle como racán. N Esta lectura ha dado a la odisea de los si ellos fuesen espirituales piesea de los artistas circenses que f 1 a, zar puso ante mi imperecederos. Esa quietud desafia: cualvista, cierta solemne significación. Sí; ellos quier especie de mudanzas- Lo que no veo es el pueblo movedizo, v se van ellos mudan cada día de residencia; ellos siguen el rumbo de los regocijos po- sin raíces, que ná según quiera el hurapulares, y acuden donde los llaman. Y con can de los. sucesos. Ni siquiera le harán ellos se va la ciudad de tablas que rápida- camb ar de residenc a los alegies himnos Porque ese pueblo está mente eligieron. Leonard Pansh, el rey de de la victoria los circos estantes y árribularítes, me dijo: acostumbrado a despreciar loss fáciles triunfos, aun. siendo suyos. Sómos hostiles a Jo- Nosotros. tenemos las raíces en la. taqui- nuevo. Y 1 eso, que acasj 9 es- una lamentar lía. Y; al despedirse de mr este simpático ble condición, nos asegura contra la vorha ári leño franco- inglés, exclamó- ¡Si vie- luntad ajena... De suerte que, al ver cómo ra usted cuánto echo: de, merios. el atyirri- viajan; jos burladores de la- curiosidad po- miento- de vivir; siempre en. el mismo pue- pulachera, nos; quedamos, canteritos sobre tilo, y ílá; frá riqüilidad i te rio v andar buscan- las ruinas aún inexploradas, deritró de cuyo do el gusto de cada hijo de vecino a tra- misterio se éncier. rá lo futuro; veá; de lá geografía! Él filósofo; que jdia- y- -No tenemos- nuestras 1 raíces en la ta, loga jpbn ei- cfowtt había d cho algo mará- quilla no, atisbamps. la. victoria para sir gp. g yilloso, y llp había dicho elegantemente. ill h b í di l marnos a los. vencedores, sean los que. fue: Pero él anda de aquí para allá, con sus ren; y esperamos el cuaiplimiento át ¡a cajones- de maravjilíasTy. ¡jsort su- troupe de voluntad de Dios, que ya cuidará dé dar balááines en demanda dé íá emoción fi- a cada uno lo suyo; no en el plazo mersueña- o tráKrcá. Y lítísótrós nos- -quedamos cantil de una, letra dé cambio, sino, en e?

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