ABC MADRID 17-10-1912 página 2
- EdiciónABC, MADRID
- Página2
- Fecha de publicación17/10/1912
- ID0000032061
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HUEVAS AVENTVHAj DE ARSENIO LUPIN LA AGUJA HUECA CXCIII Por el lado de las rocas no había tronera. Pero, por el lado del mar, como no halía que temer miradas indiscretas, se; abrían dos ventanas con cristales, por las que entraba la luz abundantemente. El suelo estaba cubierto de un entarimado de m a d e r a s preciosas, de dibujos concéntricos. En las paredes, dentro de unos escaparates, unos cuantos cuadros. -Las perlas de mis colecciones- -dijo Lupia- Todo lo que lias visto hasta ahora está á la -cuta. Unos objetos sé van y otros vienen. Es el oficio. Aquí, en este santuario, todo es sagrado. Nada- más que ío mejor de lo mejor, lo inapreciable... Mira estas alhajas, Beautreíet; amuletos caldeos, collares egipcios, brazaletes célticos, cadenas árabes... Mira estas estatuas, Beautrelet, esta Venus griega, esté Apolo de Corinto... Mira estos T a n a gras... Todos l o s verdaderos Tanagras están aquí. Fuera de este escaparate, no hay uno solo en el mundo que sea auténtico. ¡Qué placer pensar todo esto... ¿Te acuerdas de los ladrones de iglesias del Mediodía, las cuadrillas de Thomas y compañía, mis agentes, dicho sea de paso? Pues bien, aquí tienes- la custodia de Ambazac, la verdadera... ¿T e acuerdas del escándalo del Louvre, -la tiara reconocida como falsa, fabricada por un artista moderno... Aquí tienes la tiara de Sáitaphames, la verdad e r a Beautrelet... Mira, mira lama- fi ravillá de Ta s maravillas, Iá obra a prenia, el pensamiento de un dios, la Joconda, de Vinci, lá verdadera. ¡De rodillas, Beautrelet, toda la mujer esta delante de ti? Prodújose entre ellos un largo rato de silencio. Abajo se aproximaban los golpes. Dos ó! tres puertas- nada más los separaban de Gánimard. En alta mar se veía la negra silueta del torpedero y se divisafon l a s barcas. El joven preguntó; ¿Y el tesoro? ¡Ah! Joven, eso es lo que más te interesa... Todas estas obras maestras del arte humano no valen tanto para ti como lai contemplación del tesoro... ¡Toda la multitud será como tú, Anda, vas á queda- satisfecho. Golpeó violentamente co. i et pie, hizo así girar imo d; jos discos que componían el sirdo, levantó como la tapa de i na cuba y descubrió un hveoí ea vado en la roca. Estaba r. cío. Un poco más alia, repuio la misma maniobra y apar e c i o otra cuba, vacía también Volvió á empezar otras tres veces, y otras tantas ap- ire rieron cubas vacias. -i E h? ¡Q u é decepción I- -dijo Lupin con sarcasmo- En tiempo de Luis XI. de Enrique IV y de Richelieu, las cinco cubas debían de estar lie- ñas. Pero piensa en Luis XIV, en la locura de Versalles, en. las guerras, en los grandes dc. sastres del reinado... piensa Y en Luis XV, el rey pródigo crii la Pompadour, en la Dubarry... ¡Lo que se ha- debido- de sacar, entonces... ¡Con qué agudas uñas se debió de arañar la tie- t rra... ¿Ves? No queda nada... Se c a 11 ó un momento, y; EN LOS CAMPOS DE BAILEN Monumento conmemorativo do la batalla de Bailen y l a s lía vas. rr- oí, Beautrelet, queda al- go... la sexta cuba... La in- Pipi S. 4 Sl; l.i; f f f y. 5 llí, i. f í: i f f f j i, s i s JSvM jSlIililsfcl Íi; iÍiliPí h KÍ f B Í í i t ó i- 1 i J t í S y I t s í ÉL i. ¡iÉÍSs iSs á O l. w Í IÍ JS SS Í: lílHIllElíiPlilSilB: Í! 4 Bl KK s i v; éÍ fÍ jS pS Xs: í Ij ti- tíÍpsH i fes S 3 ffll, S y ¿1 i s 2 H í; S: S EL TEMPORAL DE MEL 1 LLA fiieute sobre elriode Oro, destruido á causa de la inundación del día 12 del actual, la cual lia ocasionado grandes destrozos. Fot. Cano.