ABC MADRID 09-04-1910 página 2
- EdiciónABC, MADRID
- Página2
- Fecha de publicación09/04/1910
- ID0004370161
Ver también:
A B C SÁBADO 9 DE ABRIL DE 1910. EDICIÓN i. PAG, 2. y serán distribuidas á medida de las necesidades de la guardia. La consigna será de tirar sobre qaíen no conteste al ¿quién viye? A y que no se acerque para ser reconocido. No habrá santo y seña: inútil. Para pasar, bastará con que cada cual diga su nombre y enseñe su cara. Además, sólo nosotros (Continuación. tendremos derecho á pasar. Desde mañana- -Acaso no estuviera ya allí- -dije yo. temprano haré poner, en la entrada interior -No sé... Oí ruido en una gruta... de la puerta Norte, la verja que hasta esta- ¿Y no fue usted hacia donde sintió noche cerraba su entrada exterior- -entraruido? -preguntó vivamente Ranee. da que queda ya cerrada por la puerta de- -No- -contestó sencillamente Pepe; -hierro; -y durante 1 día, los proveedores pero no, bien lo suponen ustedes, porque te- no podrán franquear la bóveda más allá de miera á Larsán. la verja: dejarán su mercancía en el cuar- ¡Vamos allá- -exclamamos todos levan- tito de la torre, en donde he metido al setándonos á una, -y acabemos de una vez! ñor Santiago. A las siete, todas las noches, -Creo- -dijo Ranee- -que nunca se nos se cerrará la puerta de hierro. -Mañana tempresentará mejor ocasión de vernos las prano, igualmente, el Sr R. ance dará ór- caras con Larsán. En el fondo de Rochers denes para que vengan carpinteros y albaRouges haremos de él lo que queramos. ñiles. Serán contados cuantos vengan, y Darzac y Ranee estaban ya listos; yo es- ninguno, bajo ningún pretexto, podrá franperaba el parecer de Pepe. Con un ligero quear la poterna del segundo recinto; á las movimiento de mano los calmó y les pidió siete de la tarde, hora de salida de los obreque volvieran á sus respectivos asientos. ros, nuevo recuento. En un día tendrá que- -Hay que pensar- -dijo- -en que Lar- quedar terminada la obra, la cual consistisán no hubiera obrado de otro modo si se rá en hacerme una puerta para mi poterna, hubiese propuesto atraernos esta noche ha- en reparar una, ligera brecha del muro qufe cia- Rochers Rouges. Se muestra á nosotros, uae al castillo Nuevo con la torre del Tedesembarca á nuestra vista en la punta de merario y otra brechita que se halla situaGaribaldL. Aunque nos hubiera- gritado da cerca de la antigua torre Redonda de bajo las ventanas: Sepan que estoy en ástgulo que defiende el ángulo Noroeste del Rochers Rouges, donde les espero no re- primer patio. Cuando todo eso esté hecho, quedaré tranquilo, y quedando así en segusultara más explícito ni más elocuente. ¡Usted ha ido á Rochers Rouges- -in- ridad la señora de Darzac, á quien prohibo sistió Ranee, quien, por otra parte, declaró que salga del castillo hasta nueva qrdei muy sensato el argumento de Rouletabille- -podré intentar una segunda salida é ir seyno se ha mostrado! Seguro que se escon- riamente en busca 4 e Larsán. Vaya, señor de allí meditando algún abominable crimea Ranee, tenga la amabilidad de ir en busca para esta noche... Hay que sacarle de ese de las armas de que disponga usted esta noche... Yo he prestado mi revólver á Becsitio. -Mi paseo á las grutas- -replicó Pepe- -T nier, quien se paseará ante la puerta de la no ha dado resultado alguno... porque iba habitación de la señora de Darzac... solo. pero si vamos todos, acaso nos enQuien ignorara los acontecimientos de contremos con algo á nuestro regreso... ¿A nuestro regreso? -interrogó Dar- Glandier y oyera semejante lenguaje en boca de Rouletabille, no dejaría de tratar de zac, que no comprendía. á quienes- -Sí- -explicó Pepe, -á nuestro regreso locos á todos, á quien hablaba yhubiera visi esa persona al castillo, en donde habrá quedado la se- escuchaban. Perola galería inexplicable, y la ñora de Darzac, y en donde quizá no la ha- vido la noche de como llemos... Esto no es más que una hipótesis noche del cadáver increíble, hiciera bravacargar su revólver y esperar sin- -añadió el joven en medio del silencio ge- yo: el amanecer. neral, -una hipótesis. Pero, en este momen- tas to, no podemos razonar sino por hipótesis... VIII Todos nos miramos aterrados. Cierto que, sin Rouletabille, acaso intentáramos algo ALGUNAS PAGINAS HISTÓRICAS SOBRE JHAN muy grave. ROUSELL- LARSAN- BAIXMEYEK. Pepe se había levantado, pensativo. -Después dentado, lo mejor que podíamos hacer esta noche era atrancar bien el Una hora más tarde, todos estábamos en castillo. Desde mañana quedará la plaza nuestro puesto y nos paseábamos á lo largo en estado de defensa absoluta. He hecho de los parapetos, bajo la luna, examinando cerrar la puerta de hierro y la hago guar- atentamente la tierra, el cielo y las aguas, dar por el Sr. Santiago. Mattoni está de y escuchando con ansiedad los menores ruicentinela en la capilla. He establecido una dos de la noclie, la respiración del mar, el valla, aquí, en la poterna, único punto vul- viento, que comenzó su canción á eso de las nerable del segundo recinto, y yo guardaré tres de la madrugada. Edit, que se había leese sitio. Bernier velará toda la noche á la vantado, se llegó á Rouletabille, que estaba puerta de la torre Cuadrada, y su mujer, en su poterna. Este me llamó, me encomenque tiene muy buena vista, y á quien, ade- dó que guardara á la joven y la poterna y más, he hecho entregar un anteojo marino, se fue á efectuar una ronda. Edit estaba de permanecerá hasta por la mañana en la excelente humor. El sueño le había sentado plataforma de la torre. Sainclair se insta- bien, y parecía divertirse mucho de la cara lará en el pabelloncito de hojas de palmera, paliducha que acababa de ver á su marido, en el terrado de la torre Redonda. Desde á quien había llevado una copa de Whisky. esa altura vigilará, y lo mismo yo, todo el- ¡Esto es muy divertido, muy divertido! segundo patio y los bulevares y parapetos. -me decía dando palmaditas. ¡Cómo me Los Sres. Ranee y Darzac irán al patio pri- gustaría conocer á ese Larsán... mero y allí se pasearán hasta la aurora, el No pude menos de estremecerme al oir seprimero en el bulevar del Oeste, y el se- mejante blasfemia. Decididamente, hay algundo en el del Este, bulevares que cierran mitas románticas muy curiosas, y que, en su el patio primero del lado del mar. Esta no- inconsciencia, insultan al destino. ¡Desgrache será duro el servicio, por no estar toda- ciada, si hubiese podido sospechar. vía organizados. Mañana veremos cuántos Pasé dos deliciosas horas con Edit, consomos y con quiénes podemos contar con tándole enormidades sobre Larsán, todas toda segundad. Si hay criados sospechosos, ellas históricas. Y puesto que la ocasión se les hará salir de la plaza. viene rodada, me permitiré hacerle conecer A esta poterna, y sin que nadie lo vea, al lector históricamente, para emplear una habrá que traer todas las armas- disponibles, palabra que expresa bien mi pensamiento, FOLLETÍN DE A B C EL PERFUME DE LA DAMA ENLUTADA ese tipo de Larsán- Ballmeyer, cuya existencia, con motivo del extraordinario papel que le atribuí en El misterio del cuarto amarillo, ha podido ser puesta en duda por algunos. Como ese papel llega, en MI perfume de la dama enlutada, á alturas que á muchos les parecerán inaccesibles, estimo que debo preparar el ánimo del lector á admitir jue no hago más que relatar un asunto único en el mundo y que nada invento. Por otra parte, en el caso de que me permitiera añadir al o imaginario á tan prodigiosa y natural historia, no se mordería la lengua Rouletabille para decirme cuántas son tres y dos. Están en luego intereses harto considerables, y el hecho de tal publicación ha de acarrear harto temibles consecuencias, para no sujetarme á una narración severa, un tanto seca y metódica. A quienes creyeran esto una novela policíaca- -la abominable palabra ha sido pronunciada- -los remitiré sil proceso de Versalles. Los letrados HenrfRobert y Andrés Hesse, que defendían á Darzac, hicieron oir allí admirables oraciones forenses que han sido estenografiadas, y de las que, ciertamente, han debido guardar copia. En fin, no- ha de olvidarse que, mucho antes de que el destino entablara! a i lucha entre Larsán- Ballmeyer y Pepe Rouletabille, el elegante bandido había suministrado ya mucha tarea á los cronistas judiciales. Para saber á qué atenernos sobre ese individuo, no tenemos más que abrir la Gaceta de los Tribunales v recorrer las reseñas de los dianos de gran circulació el día en que Ballmeyer fue condenado por la audiencia de lo criminal de París á die: años de trabajos forzados. Entonces so comprenderá eme nada puede inventarse acerca de un hombre cuando puede uno contar semejante historia; y de esa manera el lector, conociendo ya su género es d? cir, su manera de operar- y su audacia sil. igual, se guardará de sonreírse cuando ver á Rouletabille e c h a r prudentem eMte, t puente levadizo entre Ballmeyer- Larsán y Matilde. ALonsieur Albert Bataille, del Fígaro, que ha publicado las admirables Causas criminales y mundanas, ha consagrado interesantes páginas á Ballmever. Ballmeyer tuyo una infancia feliz. No llegó al robo y á la estafa, como otros tantos, después de recorrer las duras etapas de la miseria. Hijo de un rico comisionista pudo soñar con otro destino; pero su vocación le impulsaba á apoderarse del dinero ajeno. Desde muy joven se destinó al robo, como otros se destinan á la carrera de ingeniero. Su- estreno fue genial. La historia e increíble. Ballmeyer sustrajo una carta eoiv valores dirigida á la casa comercial de st ¡padre, y tomando luego el tren para Lyón con el dinero robado, escribió al autor de sus días: Muy señor mío: Soy un antiguo militar retirado y condecorado. Mi hijo, empleado de, Correos, para pagar una deuda de juego, h- x sustraído, en la oficina ambulante, una carta dirigida á usted. He reunido á mi familia dentro de algunos días podremos allegar la cantidad necesaria para pagarle. Es usted padre; ¡apiádese de un padre! ¡No estropee todo un pasado honroso! Ballmeyer padre concedió noblemente plazos. Aun está esperando el pago del primer vencimiento; es decir, ya no lo espera, pues el proceso que entabló le hizo saber, al cabo de diez años, quién era el verdadero culpable. Ballmeyer, dice el señor Bataille, parece haber recibido de la Naturaleza todos los atributos que constituyen al estafador de raza: una prodigiosa variedad de espíritu, el don de persuadir á los incautos, la preocupación de presentar bien las cosas, hasta en sus más mínimos detalles; el genio del disfraz, la precaución infinita, hasta el punto de hacer marcar su ropa blanca con im-