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Periódico ABC MADRID 18-03-1907, portada
- EdiciónABC, MADRID
- Páginas6
- Fecha de publicación18/03/1907
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MADRID, LUNES 18 DE MARZO DE 1907. NÚMERO EXTRA iistim rtittumtimmi xo CÉNTÍPAOS B) B 1 J CRÓNICA UNÍ VERSAI I L U S T R A D A AÑO IlL NIJM. 653. m B) S 2. É P O C A CAMPEONATO DE CARRERAS A PIE MADRID. SALIDA DE LOS CORREDORES QUE TOMARON PARTE EN LAS CARRERAS ORGANIZADAS POR LA SOCIEDAD GIMNÁSTICA ESPAÑOLA, Y VERIFICADAS AYER MAÑANA i Fot. A B C E N EL P R E S E N T E NUM. EXTRAORDINARIO incluímos el suplemento ilustrado de ocho páginas L A M U J E R Y L A C A S A que deben exigir iodos nuestros suscriptores y compradores. PRECIO: DIEZ C É N T I M O S EN TODA ESPAÑA B E R I O D I Q U E R I A S LA ¡N F O R M A C I Ó N GRÁFICA. P O R Á N G E L M CAS TELL Se lia cometido un horrendo crimen. Un desalmado, un criminal ha asaltado la casa de iin buen hombre, padre de familia, trabajador ejemplar, modelo de ciudadanos. I, e ha cosido á puñaladas, le ha robado, después ha rociado el cadáver con petróleo y le ha prendido fuego. El asesino ha huido. La policía hace activas pesquisas para capturarle. Ya tiene- una pista. Mañana tendrá dos... -El crimen ha causado honda sensación. El periódico gráfico publica el retrato de la víctima. Mil, diez mil, cien mil lectores le contemplan y hacen el comentario lógico que es de esperar: ¡Pobrecito! ¡Qué cara de bueno tenía! ¡No, si lo que es la fotografía no engaña! No hay más que ver este retrato para adivinar que la infeliz víctima era un pedazo de pan! ¡Qué miserable el asesino! lyos comentarios siguen diez, quince, veinte días. I a policía los fomenta, porque ya son diez, quince y veinte las pistas que tiene y ningTina es la buena. I as activas pesquisas continúan. Ya no se habla del triste suceso, cuando el criminal es capturado á las tantas de la madrugada. El periódico gráfico publica horas después el retrato del feroz asesino: Fulano de Tal, que apuñaló y robó á Zutano de Cual y luego quemó el cadáver lyo que tiene es que con la precipitación del íijuste del periódico se ha equivocado el cliché y en vez del del asesino, hecho de prisa y corriendo, se ha metido el de la víctima, el ya publicado á raíz del crimen. Mil, diez mil, cien mil lectores, leen la hoja, contemplan el retrato y hacen el comentario lógico que es de esperar: ¡Infame! ¡Qué cara de bandido tenía! No, si lo que es la fotografía no engaña. Basta mirar ésta para comprender que el original es un ser depravado, capaz de todo! ¡Qué miserable asesino! Es un cuento, pero podía ser verdad. I a información gráfica es ciertamente un adelanto; l ero adelanta mucho más la gente. ¡I o que ella prevé, lo que ella adivina... E l día de Inocentes de 1905 publicó A B C tinaiotografía del Viaducto de la calle de Segovia que se había hundido á las cuatro de la rtiádrugada. A las cuatro de la madrugada, en un mes que amanece Dios á las siete, se había hecho una fotografía... I a gente corrió en tropel á ver los efectos de la catástrofe. El propio alcalde de Madrid fué en cuanto leyó la noticia y vio el grabado. La triste nueva se telegrafió. Los sesudos periódicos franceses se tragaron este poisson d Avní de Diciembre. Por triste que sea hay que decirlo. También la fotografía miente. Eso sí, sus mentiras las más de las veces, son inofensivas. Sus verdades son terribles. Los mayores enemigos de la fotografía instantánea son los toreros. El objetivo de la máquina les sorprende al entrar á matar, y muchos aparecen en la suprema y gallarda suerte hechos un garabato y atropellando todos los cánones del arte. No son solamente los toreros los disgustados con la fotografía. Yo recuerdo otro descontento que no era, ciertamente, devoto del arte de Cuchares, aunque, en realidad, nos toreó bien á los españoles. Mr. Taylor, el famoso embajador de los Estados Unidos á quien sucedió Wordford meses antes d e declararnos l a guerra s u nación, aquel taimado diplomático que dejó España, haciendo mil protestas de cariño inextinguible, pero que en cuanto llegó á su país escribió un folleto poniéndola de vuelta y media, era; enemigo furibundo de la fotografía, al punto de no haberse hecho jamás un retrato. El día que presentó sus credenciales de despedida á la Reina Regente en San Sebastián salió también para Firancia de camino para los Estados Unidos, Volvió de Palacio, vistiendo, naturalmente, de levita, y calzando, por cierto, unas botas, que si las tira á la calle no las coge un pobre. Como merced especial á este cronista, que entonces mal manejaba un modesto kodak, y como recuerdo grato de España, ¡á la que tanto quería! consintió en que le hiciese una fotografía. Detalle interesante: empuñaba el buen Taylor un puñado de claveles rojos y amarillos, ¡todo como testimonio de su amor á España! Cuando tres horas más tarde tomaba el tren de la frontera y veía una prueba de la fotografía, exclamaba con aire de sinceridad: L o único que siento es que si este retrato se publica no va á apreciarse que las flores que tengo en la mano son claveles de los colores nacionales españoles. La contrariedad debió ser, efectivamente, sincera. Le habría seducido más que los españoles hubiésemos a: eído en su afecto leal y desinteresado, porque así, al publicar poco tiempo después su libro injurioso para España, el triunfo de su cinismo habría sido mayor, Pero en honor á la información fotogr ica hay que decir que sus partidarios son muchos más que sus adversarios. Observen ustedes la fotografía de cualquier grupo y verán que cuantas personas le componen están esforzándose para salir bien. Antes de que el artista haya abierto el obturador, las mujeres se habrán dado un toque rápido al vestido y los hombres se habrán retorcido las guías del bigote. Lo que tiene es que así como la fiebre reporteril inspiró hace años á un escritor j anqui el proyecto de enviar al pre. údente de la República una máquina infernal para tener el privilegio de ser él el único periodista que diese la noticia, la fiebre de información gráfica puede llegar á ser, y lo hg, sido ya en ocasiones, peligrosa para quienes la practican. A menos que se llegue- -y á todo ha de llegarse- -ai arte d e hacer fotografías sin máquina. El telégrafo sin hilos es cosa ya casi vulgar. Lo serán pronto, de seguro, las máquinas de coser, también sin hilos. vSe llegará á reproducir fotográficamente el pensamiento humano, y de este modo el periodista sorprenderá las ideas de los hombres políticos. Algunas veces será él el sorprendido al observar que en cerebros donde esperaba hallarlas no hay una, ni señal de ella, para un remedio. i fi NUESTROS GRABADOS a m p e o n a t o de carreras á pie. Por separado damos cuenta de la prueba deportiva organizada por la Sociedad Gimnástica Española j realizada ayer mañana, á la cual se refiere la instantánea que hoy reproducimos. ü r a n c i s c o Aijona Reyes, Currito. Insertamos en el presente número el último retrato que se hizo, vistiendo el traje de luces, el torero Currito, de cuyo fallecimiento, en Sevilla, dimos noticia ayer. i SILUETAS PARISIENSES p R E D E R I C MASSON Bs alto, recio y tie- ne siempre la sonrisa en los labios. Su pelo, blanco como la nieve, y un largo bigote del mismo color, le dan un aspecto de viejo guerrero. Más que escritor parece un militar retirado. Es individuo de número de la Academia Francesa, y desde hace treinta años alcalde de Asnieres. Nunca se ha ocupado de política. Cuando está en París se le encuentra siempre en su magnífico hotel de la calle de la Baume. Solo allí, en un despacho espléndido, al que se llega por una escalerilla independiente del resto de la casa, recibe á sus amigos, con los que charla horas y horas. Porque Federico Masson es hombre que adora esos ratos de conversación, y su mayor contento, cuando no trabaja, consiste en rodearse de sus íntimos. Tiene amigos en todas partes; su trato ex- quisito y sencillo, y su conversación amenísima, le conquistan eso que muy pocas celebridades logran tener: simpatías generales y ninguna enemistad. Nunca habla mal de sus colegas, y siempre está dispuesto á favorecer y ayudar á los jóvenes con todas sus fuerzas, lo qué hace con una condición, una sola, que no le llamen maestro. El cher maitre le ataca los nervios, le descompone; para Masson no hay nada como la franca cordialidad. Yo le fui presentado precisamente en un día que no olvidará fácilmente: en un día histórico: el mismo día en que los médicos le prohibieron que fumase. -Pues, señor, si no fumo, ¿qué haré? -decía enfurecido. Y los médicos, deseando complacerle y convencidos de que el tabaco le era muy perjudicial, le indicaron una mezcla de hierbas con la FRANCISCO ARJONA REYES CURRITO EX MATADOR DE TOROS QUE ACABA DE FALLECER EN SEVILLA Fot. Beauchy. que, según le aseguraron muy formalmente podría hacer humo. Por esto, cuando alguien le ofrece un cigarrillo, contesta con pesar no exento de ironía: Gracias, no puedo fumar tabaco; yo sólo fumo unos hierbajos indecentes. Pero sus momentos de mal humor son pasajeros. El trabajo es su distracción favorita Masson es un trabajador infatigable. Cuandc se aburre en París, cosa que le sucede con mucha frecuencia, se vuelve á su casa de Asnieres y en ella pasa algunas semanas cuidando sus gallinas y sus perros. Allí es donde está escribiendo esa obra monumental, en la que no se sabefqué admirar más si la honradez con que cuenta los hechos ó la galanura de su impecable estilo. Y digan lo que quieran los sabios críticos, un historiador imparcial que escribe con soltura y elegancia; un historiador sincero que no se abandona á la pasión y dice siempre la verdad, no es cosa que se encuentra todos los días. Recientemente ha publicado el tomo VIII de la Historia de los Napoleones, y al tratar de la temporada que José Bonaparte pasó en España y relatar los esfuerzos del pueblo español para rechazar la invasión, nos trata con mucha justicia, cosa rara en los escritores extranjeros. Ayer precisamente le encontré en la Chausse d Antin, cuando salía de casa de su editor, y como me llamase la atención un bulto enor me que llevaba en el bolsillo, le dije: -Serán libros. -Y de sus libros le hablé. -Estoy muy constipado, mucho; ¡p i c a r o Marzo! -me dijo. -Me voy á Asnieres á respirar y á trabajar un poco. En París esas dos cosas son completamente imposibles; pero en Asnieres, después de dar un paseító por las pintorescas orillas del Sena. Y un formidable estornudo le cortó la palabra. Metióse la- mano en el bolsillo del bulto, y con gran sorpresa mía sacó un griffon delicioso, un perrito diminuto; uno de esos animalitos que cuestan 150 luises lo menos; se lo puso debajo del brazo, y sacando luego el pañuelo, se sonó. -Adiós- -me dijo una vez ternrdnada la importante operación. -No tengo tiempo que perder. Ayer cumplí sesenta años, y todavía tengo que trabajar algunos para completar mi obra. ¿Cuándo vendrá usted á verme á Asnieres? Le leeré una carta que me escriben de España. E n la patria de usted parece que les sorprende y extraña que yo diga que José Bonaparte fué un imbécil... Ya lo creo; es decir, no lo creo; estoy seguro, ¿por qué había de callarla ó decir otra cosa, si es así? Y el buen Fredéric Masson se alejó moviendo la cabeza y volviendo á meterse el feroz griffon en el bolsillo, y al parecer, admirado de que sorprenda á las gentes que hay hombres que dicen sinceramente lo que piensan. F. MORA itf Va REVISTA FINANCIERA l a semana pasada hemos tenido una prueba más de la solidaridad qne existe entre los valores de una misma plaza y también de la que hay entre mercados diferentes. La continuación de la baja del Ríotinto en París ha influido en los valores de aquella Bolsa, perdiendo la mayoría de ellos much