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Periódico ABC MADRID 05-10-1905, portada
- EdiciónABC, MADRID
- Páginas12
- Fecha de publicación05/10/1905
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SUSCRIPCIÓN PAGO A N T I C I P A D O POR CADA MES España, pts. i,5o. Portugal, pts. a Unión Postal, 2,5o francos. Administración: 55, Serrano, 55, Madrid N. 268. MADRID. JUEVES 5 DE OCTUBRE DE J 905 NUMERO SUELTO, CINCO CÉNTIMOS EN TODA ESPAÑA i v k S ABC EN UNA ESCUELA Maestro. -Dice usted que Dios liizo el mundo para recreo del hombre. ¿Y cómo debemos recrearnos? iscí p o- -Comiendo buenas tajadas. Maestro- ¡Se necesita dcs alvogol... Discípulo. -Lo que se necesita son buenos dientes: para lo que es preciso enjuagarse á diario con el l i i c o r d e l Polo. PUBLICl DAD SOLICÍTENSE TARIFAS Anuncios económicos. Reclamos. Anuncios por palabras. Noticias. Informaciones. Administración: 55, Serrano, 55, yVtadrid ABANICOS, SOMBRILLAS Y PARAGUAS Uiico íorlÉi o café torróle urca MONTERA, 32. Teléfono 1.555 Los únicos é inmejorables cafés torrificados los vende M. DE DIEGO fl UBKTA B E L O r i: 5 LA ESTRELLA 24, PRECIADOS, 24 CASA FUÑO FLEVEl DE COLA, EDEL SÁLGALAS PROBÁDLOS Y OS CONVENCERÉIS encana MONTERA, 51 2 0 0 0 pías. V A I i O K 1.000 EMPORIO DE VENTAS DB M U E B L E S Actualmente lá casa de moda en Madrid 12, Montera, 12 moda ocasión. Monte Benéfico SOLUCIÓN SÁNCHEZ SANTANA 36 BIBLIOTECA DE A B O) Hemos adquirido una partida de Pianos y de objetos deco rativos, raros, elegantísimos, y lo realizamos á precios intrcí blemente baratos. Teléfono 1.852 Montera, 12, pral. d e I iiiniaiiucl y S a n t i a g o l i e g a i l l l O S ÓO J. lMtí DE GLICEKOFOSFATO DE CAL OlíIlOSOTAL, TERPINOL Y H E R O Í N A 2 PESETAS EKAS (X) Es la preparación más J acional y cientílica para curar los catar ros crónicos, tubr- iculosis en su prii icr y segundo grado, las toses recientes, la broncpiilis ci ónica, la debilidad en general. De venta en, todas las boticas. liaboi a t o r í o o d o l a i i t o i- e: II d o l BN K. aiáiii. ÍÍO. y A r e n a l 1 5 Ü pts. I V a s f o CAFES ÍEL PRECIO DE U N A VIDA i33 Apenas ¡levaba varios segundos en su asiento, cuando se abrió la portezuela del vagón y entraron en él dos nuevos pasajeros. E r a n éstos ima señora de alguna edad y un caballero joven, Glady hizo un movimiento de desagrado y se dirigió hacia el extremo opuesto, colocándose al lado de la ventanilla. D e buena gana Iiubiera descendido en busca de otro coche, pero ya faltaban brevísimos momentos para partir, y además, no le parecía jiisti. Ficado aquel cambio ante sus nuevos vecinos. ¿Estás seguro que el mozo ha colocado el equipaje dentro del vagón? -preguntó la señora al caballero. -E s t á ya todo colocado. -E s t a r á colocado, pero los bultos que veo aquí no deben ser nuestros- -añadió mirando á la rejilla, -porque este paquete grande envuelto en papel gris no creo que nos pertenezca. -T o d o es nuestro; ese paquete es una cosa que he com- prado. ¿Y qué puede ser ese armatoste? -exclamó la señora sintiéndose sumamente intrigada y con deseos de satisfacer su curiosidad. -A ver si lo adivina usted- -respondió el joven echándose á reír. ¡Q u é sé yol Para bastones ó paraguas, me parece demasiado grande. ¡Cualquiera adivina qué chirimbolo se te habrá antojado comprar! -N i lo acertaría usted nunca, por más que se devanase los sesos. Es una bandera. La dama le miró con aire de extrañeza. -N o se asuste usted, que eso es la bandera de un regimiento. -P u e s ahora si que lo entiendo menos. -Y a lo comprenderá usted cuando se lo explique. Glady, al oir estas palabras, se volvió rápidamente hacia los viajeros, disponiéndose á escuchar su conversación. Sí, era él, en efecto, aquel joven alto que á última hora había sido su competidor en la subasta y que se había llevado el estandarte p JT his cincuenta libras. Sintió vehementes deseos de echarse á llorar como una cliiquilla, pero hizo iodo lo posible para reprimirse. ¡Dan veinticinco libras! -repitió golpeando al mismo ticnl po con el m a r t i l l o ¿N o hay quien dé más? ¡N o no puedo ofrecer más! -exclamó Glady poniendo en su voz y en el gesto de su mirada una expresión de melancolía y de súplica tan intensa, que no pudo menos de conmover á las personas que se hallaban á su alrededor. El prendero, en tanto, no podía ocultar su regocijo; fumaba reposadamente su pipa y lanzaba bocanadas de humo, mientras contemplaba á su modesta rival con todo el olímpico desprecio que inspira la desgracia en los corazones pequeños y ruines. Después, y dirigiéndose al vecino que tenía más próximo, un joven de elevada estatura que presenciaba en silencio aquella escena, exclamó; -Ya me he quitado de enmedio á la hija del comandante ¡Bueno fuera que se llevase la ganga ella sólita! Ya no tiene más, pero no la quedará otro remedio que subir unos cuantos chelines y comprármela á mí en mi tienda. ¿E s hija de un comandante? -S í del comandante Ashford, que, según tengo entendido, perteneció al regimiento de húsares de D o w n b r o o k y la muchacha se conoce que por sentimentalismo le quiere regalar ahora su antigua bandera. El joven siguió sin decir una palabra; pero después de diri gir sus miradas hacia el sitio en que se encontraba Glady, dijo en alta voz: ¡Cincuenta libras! ¿Cincuenta libras? -repitió el trapero para s í -E n buen lío me he metido; este hombre me va á desbaratar mi combina ción- -añadió, dirigiendo torvas miradas á su inesperado competidor. ¡Dan cincuenta libras! -exclamó gozosamente místet Smeldom. Después, encarándose con el prendero, le p r e g u n t ó ¿N o me ofrece usted más, M r Shederach? El sujeto en cuestión vaciló un instante; no se sentía con ánimos para llegar tan alto, y Je faltaron las fuerzas para pujar. M e n e ó tristemente la cabeza, mirando al comerciante con aire de desconsuelo.