- Precio
Periódico ABC MADRID 13-09-1905, portada
- EdiciónABC, MADRID
- Páginas12
- Fecha de publicación13/09/1905
Ver también:
SUSCI PC 10 N PAGO ANTICIPADO POR CADA MRS España, pts. i,5o. Portugal, pts. 2. Unión Postal, 2,5o francos. Administracióní 55, Serrano, 55, Madrid N. 246. MADRID, MIÉRCOLES i3 DE SEPTIEMBRE DE 1905 NUMERO SUELTO, CINCO CÉNTIMOS EN TODA E S P A Ñ A ABC PUBLj lDAD SOLICÍTENSE TARIFAS Anuncios económicos. Reclamos. Anuncios por palabras. Noticias. Informaciones. Administración: 55, Serrano, 55, Madrid LA GRAN BRETAÑA Plaza de Santa Ana, 1; Preciados, 7; Fuencarral, 102, y Atocha, 111. H M -VENTAS A PLAZOS Y AL CONTADO CAMAS Y MUEBLES MALETAS militares de Madrid y provincias, sueldos del Estado, Ayuntamiento, Congreso, Senado, pasivos y fincas. M A Y O R H. 3 9 2.0 izq. De 6 á 9 tarde. usadas, compro. Pérez, DENTADURASCrraviua, 5 desde 6 pts. MONTF. BIÍNEFIGO 1 2 MOJVTKliV, 1 2 ARENAL, 16 Medallas, l oiKlouiifsí. Pulseras y sortijas de petición, etc. UDÍCOS tallcroá premiados en Exposición de Bellas rtes. SE VENDE una magnífica mesa ¡lara consejo de administración capaz para doce plazas. Plaza del Ángel, 6. E l CEMTItO. Casa en San Sebastián: AVENIDA, 3 8 J E R E Z Y COGNAC llüi Umm DEL RüAL TüSORO SFLSÍ I CORSÉS DE NOVIA HECHOS Y A M ElUDA LOS DE 3 TAS LUJO Y LOS MAS MODESTOS. l i A I I U U I A I i A L A 4 T c l é i u u u 2l í. p) i e ai aci n para la Fa cuitad de Derecho, á cargo de un profesor cxcedentodc. la. misma. Informes; T i l l a l a r 3 l. u dcha. De 2 á í de la t. AGUA DE M A R C A LA GIRALDA D e v e n t a eii l a s p r i n c i p a l e s rariiiaeia. p e r r i i u i c r í a s y li o iiei ías d e t o d a E s p a ñ a P r e c i o s Primera cfií dad, 2,50 pesetas botella; Segunda calidad, 1,50 pesetas botella. 8o BIBLIOTECA DE A B C LA BARAJA SIMBÓLICA 77 Entonces fué cuando rompió el silencio M r Rodger, diciéndome: -Casi todos los hombres demuestran su apego á la vida; pero yo, en cambio, estoy ya muy cansado d e ella. Yo, como era natural, me quedé asombrado y no sabía adonde iría á parar con aquel preámbulo. -M i misión está ya terminada y puedo dejar el mundo con la perfecta tranquilidad de que he realizado uno de los deberes más sagrados que me había impuesto, sin que nadie tenga que reprocharme nada p o r ello. P o r consiguiente, ya puedo dejar est ¿mundo de miserias y de sinsabores. Picado p o r la curiosidad y algo asustado, le pregunté q u é quería decir con todo aquello. -E s una historia muy larga y muy triste, pero puedo referirla en brevísimas palabras. S o y jugador, John, y h e sido arrastrado por el vicio del jnego de una manera apasionada é irresistible. Durante mi infancia recibí una esmerada educación; tenía la íníeligencia bastante despejada y no carecía del criterio suficiente para discernir lo ¡útil de lo pernicioso; p e r o mi voluntad estaba virgen p o r completo y no tenía el suficiente freno moral para reprimir mis pasiones. H e r e d é una fortuna considerable, pero me entregué al juego y me arruiné p o r completo. Yo le escuchaba con vivísimo interés. El prosiguió asi: -Si las pérdidas me hubieran correspondido á mi sólo, el mal no hubiera sido tan grande; pero aquéllas alcanzaban también á Mirlan, huérfana de unos parientes míos muy queridos. Yo era su tutor y también perdí el capital suyo, que había sido confiado á mi custodia. La pobre niña quedó también arruinada p o r mi culpa y p o r mi incalificable ligereza. Hizo una breve pausa y p r o s i g i ó -A h o r a ya estoy algo tranquilo, porque M i r l a n aunque p o b r e es virtuosa y buena como un ángel y está confiada á tí, que eres honrado y trabajador. Yo le agradecí sus frases lisonjeras y le rogué que no se preocupase tanto p o r aquéllo, tanto más, cuanto que ya no tenia remedio. Al principio me mostraba torpe y embarazado al hablar con la joven; no sabía q u é decirla y comprendía que los asuntos de la labranza no la interesarían mucho; pero no tardé en d o minar mi timidez, y á los tres días ya casi nos tratábamos como antiguos conocidos. M r Rodgers prolongó su estancia dos semanas y al cabo de ellas regresó á nuestra granja. Después de saludar á mí padre y á mí, cogiendo á M i r l a n p o r la mano, depositó un beso en su frente y durante breves instantes permanecieron con las manos entrelazadas, sin decir palabra, y con los ojos arrasados en lágrimas. P o r su imaginación debían cruzar tristes pensamientos, no era necesario ser gran observador para apreciarlo, y sus mismos semblantes lo revelaban claramente. M e produjo bastante emoción presenciar aquel cuadro y no pude menos de retirarme á otra habitación. M i padre me siguió al poco rato. ¡Q u é gentes más extrañas! -me dijo. -Son buenos y cariñosos, pero en el fondo de su alma debe existir alguna grande amargura. M e da mucha lástima de la muchacha y yo no vería con malos ojos que su tutor la dejara para siempre entre nosotros. Estas palabras me decidieron á ser explícito con el autor de mis días, y aprovechando ocasión tan propicia, me decidí á enterarle de todo lo o c u r r i d o Punto p o r punto le narré mi aventura del bosque, pues como ya he dicho antes, la primera vez sólo le narré la parte que me pareció conveniente. N o le oculté nada y no hay para qué decir que le expresé que la separación de M i r l a n seria aún más dolorosa para mí. Estábamos hablando todavía cuando llegó M r R o d g e r s -M i r l a n le espera á usted- -me dijo; -yo entretanto voy á hablar un rato con su p a d r e Diez minutos más tarde, y sin necesidad de emplear muchas palabras, M i r i a n y yo nos habíamos entendido. Los dos viejos no tardaron en llegar al lugar donde nos e n contrábamos, y denotando un profundo júbilo en sus semblantes, nos dieron su bendición.