ABC CORDOBA 23-09-2007 página 36
- EdiciónABC, CORDOBA
- Página36
- Fecha de publicación23/09/2007
- ID0005671104
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36 INTERNACIONAL El recuerdo de la matanza Katyn reabre heridas entre Rusia y Polonia DOMINGO 23 s 9 s 2007 ABC Una nación descabezada El gran cineasta Andrzej Wajda ha presentado por fin su Katyn post mortem la mayor herida entre Polonia y Rusia, y lo hace en un tiempo en que sus dirigentes azuzan los demonios de la memoria RAMIRO VILLAPADIERNA CORRESPONSAL BERLÍN. El presidente Kaczynski ha pisado por primera vez Rusia y ni lo ha acogido Putin ni tan siquiera el polaco ha querido ver Moscú. El bosque de Katyn, donde hace 67 años Moscú intentó decapitar a Polonia, masacrando a su clase dirigente, era solo telón de fondo de este desencuentro histórico, reiterado y creciente entre el nacionalismo polaco y el ruso; pero también entre una pequeña y una gran economía, y entre una joven democracia y una vieja autarquía. Últimamente la Rusia de Putin está intentando recuperar hasta a Stalin: el autor de Katyn. Si en Berlín, con las heridas frescas de la RDA, hay un museo de la nostalgia impensable tras otras dictaduras, Putin acaba de presentar una Moderna Historia de Rusia que, al modo comunista, reinterpreta a uno de los mayores criminales de la historia. No es que Stalin fuera bueno pero iría en la tradición local y es lo que la Rusia de entonces habría necesitado, como Alemania la autoridad de hierro de Bismarck y, el 11- S, una respuesta de EEUU que vulneró ciertas libertades. Andrzej Vajda, quizá el mayor cineasta polaco vivo y que particularmente ha encarado la historia- -de la épica polaco- lituana a la resistencia, Solidaridad y Juan Pablo II- -ha necesitado 17 años de pluralismo y llegar a los 81 para afrontar el trauma de la zbrodnia katynska, el gran crimen de Katyn. En aquel bosque Stalin ordenó eliminar a las clases sociales hostiles al proyecto, ergo las cabezas pensantes. Entre ellas al padre de Wajda, quien para estudiar tuvo que ocultarlo y aceptar la versión única de una URSS libertadora: Sobre esta mentira reposa nuestra sumisión a Moscú El gran Penderecki del Requiem Polaco ha compuesto la música del filme estrenado el lunes coinci- Inteligencia rusa contra intelecto polaco BERLÍN. El jefe de la inteligencia soviética Beria lo vio claro: a Polonia le sobraba gente de estudios. Lo habían dicho de España también Largo Caballero y Nelken, por mor de reconstruir al pueblo desde cero. En Katyn, y desde las primeras 390 ejecuciones el 3 de abril de 1940, al menos 22.436 polacos fueron ejecutados. Un informe del KGB a Krushchev en 1956 ya contenía datos incompletos de 21.857 presos ejecutados de Kozielsk, Starobielsk y Ostashkov. La lista incluía un príncipe, un almirante, dos generales y 24 coroneles; 79 tenientes coroneles, 258 comandantes, 654 capitanes, 17 capitanes de navío, 3.420 suboficiales, 200 pilotos y 7 capellanes: la mitad de la oficialidad. Además 20 catedráticos, 300 médicos, cientos de ingenieros, abogados y profesores, más de cien escritores y periodistas, 3 terratenientes, 43 altos funcionarios. El 99 por ciento de los prisioneros restantes terminaron ante el paredón. Se sabe que se salvaron sólo 395. Militares alemanes descubren en 1943 en Katyn una de las fosas comunes de oficiales polacos diendo con la presentación del libro Katyn de Allen Paul. Los polacos suelen decir que han sido los únicos en haber tomado Moscú, y ésta ha cambiado su fiesta nacional al 4 de noviembre, el día que echaron a los polacos. La reedición del viejo enfrentamiento empezó con la imperdonable apuesta polaca por una Ucrania democrática, frente a los autócratas en ésta, u otros vecinos, que Moscú prefiere. Varios países centroeuropeos esperaron en vano de Putin, en el 60 aniversario de la victoria aliada en Moscú, una REUTERS Un informe del KGB a Kruschev en 1956 hablaba de 21.587 presos polacos ejecutados en Katyn Vuelve el rambo soviético Los monjes budistas se movilizan contra el Ejército de Myanmar PABLO M. DÍEZ CORRESPONSAL PEKÍN. Los monjes budistas de Myanmar (antigua Birmania) desafían a la junta militar que dirige esta paupérrima nación del sureste asiático. Los religiosos, que gozan de gran influencia, se manifiestan dentro de las protestas que estallaron hace un mes por la subida de la gasolina, por lo que 10.000 monjes recorrieron ayer las calles de Mandalay. Tras estas movilizaciones subyace el descontento contra el Ejército, que gobierna con puño de hierro desde que, en 1990, anulara las elecciones democráticas y detuviera a su legítima ganadora, Aung San Suu Kyi. Tras pasar casi 12 de los últimos 18 años bajo arresto domiciliario y lograr el Premio Nobel de la Paz, esta mujer es un icono del movimiento democrático, por lo que un millar de monjes le rindieron ayer homenaje en su casa de Yangon bajo la mirada impotente de los policías que la custodian. La disidente salió de su residencia- -en la que cumple arresto domiciliario desde mayo de 2003- -para rendir homenajes a los monjes que sobrepasaron la barricada montada por la Policía, mientras recitaban el salmo de metta sutha las palabras de Buda para la fraternidad. Kyi conversó durante algunos minutos con el líder de los manifestantes antes de regresar a su domicilio. disculpa histórica por la dictadura con que tuvieron que abonar el servicio. Pero con el retorno del rambo soviético el pro- americanismo de checos o polacos se ha disparado; y así el malhumor de Putin, que salpimenta el desencuentro con boicots comerciales. Pero ni Polonia ni otros son sólo meras víctimas: El gobierno actual es mezcla de la retórica nacionalista de Bush y de las prácticas de Putin denuncia el ex disidente y publicista Adam Michnik. No es por nuestra política sino por los procesos internos que atraviesa Rusia asegura Jacek Cichocki, del Centro de Estudios del Este en Varsovia. Pero la prensa no ha dudado del electoralismo de la visita a Katyn del presidente Kaczynski, con la excusa del 68 aniversario de la invasión soviética. Katyn no ha estado exenta de polítización y, desde que Goebbels la empleó como el primer intento de desacreditar al monstruo soviético el flaco favor a las víctimas requirió 50 años y a Gorbachov antes de que Rusia oyera la triste verdad.