Revelaciones del médico que operó a vida o muerte a Franco en 1975: «Es dramático, sangra a bocanadas»
Pocos meses después de fallecer el dictador, el doctor Manuel Hidalgo Huerta publicó en ABC algunos de los extractos más íntimos de su libro ‘Cómo y por qué operé a Franco’
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Faltaban menos de dos semanas para que el dictador español muriera, cuando ABC publicaba en su portada y en las sucesivas noticias los siguientes titulares: ‘Franco fue trasladado ayer urgentemente al Hospital de La Paz’, ‘Cuatro horas de operación’, ‘Se le extirpó una gran parte del estómago’ y ‘El pronóstico es muy grave’, entre otros. Desde que el 15 de octubre de 1975 sufrió su primer infarto, este diario estuvo contando su lenta agonía, incluido el consejo de ministros que presidió en contra del consejo de su médico y al que siguieron numerosas intervenciones innecesarias y dolorosas.
El obispo de Zaragoza le administró la extremaunción, el 25 de octubre, en un quirófano improvisado en el Palacio de El Pardo.
Aún así, tres días después fue sometido a una operación a vida o muerte, según reveló a este diario, un año después, Manuel Hidalgo Huerta, el médico que la llevó a cabo: «El martes 28 de octubre de 1975 me encontraba almorzando con algunos amigos en un restaurante, con motivo de la despedida a uno de ellos, Palomo Linares, que marchaba a Sudamérica a su campaña taurina, cuando recibí una llamada de El Pardo en nombre del marqués de Villaverde, para que visitara al Generalísimo con motivo de su enfermedad».
El doctor describía después su visita al dictador: «Mi primera impresión al ver al jefe del Estado fue penosa. Estaba en su lecho de El Pardo, relativamente consciente, con respiración dificultosa, con el abdomen abombado por la ocupación abundante de líquido, hemorragias rectales y pulso alterado». A continuación enumeraba una serie de problemas que daban un «pronóstico infausto», incluida una radiografía lateral del abdomen que añadía una posible «perforación del tracto digestivo».
![Relato de Hidalgo Huerta sobre su operación a Franco](https://s3.abcstatics.com/media/archivo/2023/03/21/abc-madrid-19760525-117-kLlD--510x349@abc.jpg)
«¿Qué podemos hacer?»
Según el médico, el 3 de noviembre, el doctor Alonso Castrillo le llamó de nuevo, urgentemente, comunicándole que el dictador estaba sufriendo una hemorragia gástrica masiva que prácticamente no se puede reponer con las aportaciones rápidas y cuantiosas de sangre. «Regreso rápidamente a El Pardo y el panorama es dramático –proseguía Hidalgo Huerta en ABC–. El Caudillo sangra, a bocanadas, de forma abundantísima con fenómenos de ahogo por el paso de sangre a las vías respiratorias y el estado general».
«¿Qué podemos hacer?», le preguntó el doctor Cristóbal Martínez-Bordiú. El médico recomendó que el jefe de Estado debía ser operado ‘in extremis’. Algunas teorías posteriores apuntaron a que todas estas intervenciones tenían el objetivo de prolongar su vida hasta el 26 de noviembre, fecha en que debería renovar el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel como presidente del consejo del Reino y de las Cortes para garantizar una persona «fiable» que pudiera influir en la elección del futuro presidente del Consejo de Ministros.
Martínez-Bordiú consultó a continuación con su suegra y esposa del dictador, Carmen Franco, y con su mujer, Carmen Franco y Polo, que dieron su visto bueno a la intervención. ‘El marqués de Villaverde decidió que Franco fuese operado a vida o muerte’, podía leerse en una información de ABC publicada el citado 8 de noviembre, 12 días antes de que el dictador falleciera. «Pero no hay tiempo para llevarlo a un centro hospitalario. Es preciso resolverlo allí y por los medios que sean, aunque parezca una utopía o una locura. Pero así es y no tenemos otra alternativa. En este momento, el general Gavilán me dice: ‘En el cuartel del regimiento contiguo al Palacio hay un quirófano que podría valer’».
![Noticia sobre el estado de Franco, publicada el 30 de octubre de 1975](https://s1.abcstatics.com/media/archivo/2023/03/21/abc-madrid-19751030-25-kLlD--510x349@abc.jpg)
«Unos minutos de respiro»
Hidalgo Huertas se trasladó rápidamente para comprobarlo. En el Botiquín había una habitación llamada Quirófano «de medidas reducidas, con una vieja mesa y una lámpara, amén de un par de mesitas auxiliares totalmente ocupadas por trastos que, una vez desalojada, aseada y con material traído del hospital, podría servir». Hasta allí fue trasladado Franco en una ambulancia, «dejando amplios regueros de sangre a su paso». Fue situado a toda velocidad en la mesa de operaciones y se paró la hemorragia por la boca, dando «unos minutos de respiro».
Contaba el médico, de cuyo libro ‘Cómo y por qué operé a Franco’ (Garsi, 1976), ABC publicó algunos extractos, que en una pequeña habitación contigua se encontraban el entonces presidente del Gobierno, Arias Navarro; algunos ministros, altos mandos del Ejército y los Príncipes de Asturias: «Celebramos una rápida consulta médica con disparidad de criterios sobre una intervención de innegable riesgo. Hubo una persona ajena al equipo médico habitual, incluso, que calificó de ‘indigno’ el intento operatorio». Él mismo se sumó a esa corriente, subraya, cuando surgió la sospecha de que el dictador hubiese sufrido una trombosis, pero a los pocos minutos Martínez-Bordiú apareció comunicando que se trataba de una falsa alarma.
En ese momento, le preguntaron de nuevo a Hidalgo Huerta, quien respondió: «Si fuera mi padre, le operaría ahora mismo». Y le dieron el visto bueno, comenzando la operación a las 21.30. El equipo médico determinó que serían necesarios nueve litros de sangre durante la intervención. «Las condiciones del improvisado quirófano eran elementales y para poder tener una visión adecuada usamos una serie de bombillas mantenidas a mano por compañeros. El bisturí eléctrico funcionaba de manera deficiente por falta de fuerza en la conducción eléctrica, a pesar de que toda luz del Palacio y sus dependencias habían sido apagadas».
![Noticia publicada por 'Blanco y Negro' dos semanas antes de la muerte de Franco](https://s3.abcstatics.com/media/archivo/2023/03/21/blanco-negro-19751108-36-kLlD--510x349@abc.jpg)
La hemorragia
Según Hidalgo Huerta, aquella operación a vida o muerte, aunque fuera por unos días, fue satisfactoria: «Se consiguió dominar la hemorragia y actuar localmente sobre las lesiones gástricas acompañantes. No estábamos autorizados a practicar una operación mutiladora gástrica que estaba condenada al fracaso y que era innecesaria al haberse logrado el objetivo propuesto. Suturamos la incisión gástrica, lo que nos aseguró la ausencia de reiteración de la hemorragia», detallaba el médico.
Tras superar el trago de esta importante hemorragia estomacal causada por una úlcera péptica, Franco fue finalmente trasladado al Hospital de La Paz. El 6 de noviembre se encontraba en la unidad de cuidados intensivos cuando el Rey de Marruecos, Hassan II, aprovechó la incertidumbre política de España para invadir el Sáhara español mediante la famosa Marcha Verde. En todo ese caos de un régimen que vivía sus últimos días, el dictador contrajo una peritonitis aguda que le causó fallos multiorgánicos como consecuencia de las perforaciones efectuadas durante la citada operación.
Aunque se empeñaban, parecía que ya no había solución. El 15 de noviembre fue operado por tercera y última vez y, el día 18, Hidalgo Huerta anunció que no lo iba a operar de nuevo. «Ya no había nada hay que hacer, pensé, y, cuando finalizada la reunión con el equipo subo nuevamente a la habitación del Caudillo, Martínez-Bordiú me interrogó por última vez: ‘¿Crees que puede hacerse algo más?’. Mi respuesta fue negativa», recordaba el médico.
Un día después, le retiraron los tubos que le conectaban a las máquinas que le mantenían con vida, falleciendo por un choque séptico el 20 de noviembre a las 4.20 horas. La muerte fue anunciada a los medios mediante un telegrama escrito por Rufo Gamazo, alto cargo de la Prensa del Movimiento Nacional, que solo contenía tres veces la frase «Franco ha muerto». Dos horas después, la noticia fue difundida por primera vez en Radio Nacional y Arias Navarro la retransmitió en TVE: «Españoles, Franco ha muerto».