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La polémica frase del árbitro de la primera copa del Real Madrid en París: «Ganó el mejor, no cabe dudas»

La final contra el Reims, que venía con mejores resultados que el Madrid, batió varios récords a nivel económico y demostró el potencial de la competición

Final de la primera edición de la Copa de Europa.+ info
Final de la primera edición de la Copa de Europa.
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ABC informaba el 4 de marzo de 1955 de que la UEFA iba a reunirse próximamente para estudiar la propuesta de crear una Copa de Europa donde participarían los mejores equipos del continente. La iniciativa venía impulsada por el periódico deportivo francés L'Équipe, de mano de su director en la época Gabriel Hanot junto con su colega Jacques Ferran, y con el apoyo del presidente del Real Madrid Santiago Bernabéu, así como de Gusztáv Sebes, subsecretario de deportes de Hungría y vicepresidente de la UEFA.

Sebes y Bernabeu, como recordó el diario madrileño, «eran antiguos conocidos porque jugaron enfrente en un partido entre el Magyar Tergyakorlok y el Madrid celebrado hace treinta y tres años en el desaparecido campo del Narváez».

De la asociación entre viejos rivales y nuevos amigos iba a nacer la competición más prestigiosa del mundo. De cara a la primera edición se produjeron muchas renuncias (la más sonada la del Chelsea, campeón de Inglaterra) y cambios de última hora que impidieron que competieran únicamente los campeones nacionales.

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La lista definitiva de equipos incluyó al Real Madrid, al Sporting Clube de Portugal, al Budapesti Vörös Lobogó, al Partizan de Belgrado, al Servette Football Club Genève, al Sportklub Rapid Wien, al Philips Sport Vereniging, al Associazione Calcio Milan, al Rot-Weiss Essen, al Fußball-Club Saarbrücken, al Arhus Gymnastikforening, al Stade de Reims, al Warszawski Klub Sportowy Gwardia Warszawa, al Royal Sporting Club Anderlecht, al Djurgårdens Idrottsförening y al Hibernian Football Club.

El Real Madrid se abrió paso a la conquista de la primera Copa de Europa venciendo al Servette, al Partizan de Belgrado, al Milán y, finalmente, al Stade de Reims. Los de Alfredo Di Stéfano y Paco Gento se mostraron intratables en los terrenos de juego, pero los escollos más graves tuvieron lugar en la esfera política. El cruce entre el Real Madrid y el Partizan en cuartos de final causó una tormenta política ante el temor de que la España de Franco o la Yugoslavia de Tito prohibieran la celebración del partido.

ABC informó el 5 de noviembre de 1955 de que Bernabéu garantizaba «vehementemente» que, ante los rumores de que Franco pondría objeciones, «la directiva del Real Madrid y la Federación española de Fútbol, en pleno, aceptarán, sin la menor sombra de dudas, los resultados del sorteo de hoy».

El vicepresidente de la Copa de Europa reiteró que «el deporte y la política son dos cosas absolutamente distintas. Los deportistas no deben hacerse eco de posibles divergencias en los puntos de vista políticos de sus países, aunque sean de naturaleza ideológica». Y así fue. Finalmente, el Madrid eliminó al Belgrado y, no menos importante, ambos equipos fueron recibidos con gran cordialidad en sus desplazamientos. ABC contó que el equipo madrileño incluso acudió a la ópera en la ciudad yugoslava y celebró una comida con el equipo contrario.

La gran final

La final contra el Reims, que venía con mejores resultados que el Madrid, batió varios récords a nivel económico y demostró el potencial de la competición. En la víspera del partido, el cronista de ABC Carlos Sentis escribió que «la primera final de la Copa de Europa—nunca se había jugado anteriormente— batirá dos marcas o "récords" extradeportivos. El primero está ya batido: el de demandas de localidades para presenciar en Francia un partido de fútbol. La actual demanda, en efecto, no tiene precedentes para entrar en el estadio citado, cuyo aforo no pasa de las cuarenta mil personas, hay doscientos mil voluntarios. Gentes que, por lo visto, no habían ido nunca al fútbol, en cuanto se han enterado de que es tan difícil lograr entrar, se lanzan al intento de obtenerla».

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La reventa de entradas disparó su precio hasta diez veces el precio original, aprovechando que, según informó un periódico local: «Diez mil españoles llegaran el domingo a París sin billetes. Esperan obtenerlos de los reventadores». Además, el otro récord que batió el partido fue el de los diez millones de personas que lo siguieron por televisión y que vieron al Real Madrid remontar hasta en dos ocasiones el encuentro (4-3).

ABC recogió al pitido final las declaraciones de los protagonistas, entre ellos las de Di Stefano, autor de un gol, las del presidente del Reims, que felicitó al árbitro por su actuación y afirmó que había ganado el mejor equipo, y hasta las del árbitro de nacionalidad británica. El colegiado Mr. Ellis aseguró: «Un gran partido, correctamente jugado y con una excelente técnica. Ganó el mejor, y de esto no cabe dudas».

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