El espía soviético que engañó a Franco
Kim Philby llegó a ser condecorado en 1938 con la Cruz del Mérito Militar
![Cataluña, 1939. Guerra Civil Española. Francisco Franco dirige en campaña las operaciones del frente de Cataluña, acompañado de su ministro de Guerra, el general Dávila](https://s3.abcstatics.com/media/archivo/2021/02/03/1409203102-k0NF--620x349@abc.jpg)
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« Periodista inglés condecorado por el jefe del Estado», tituló ABC de Sevilla la nota en la que informó de que el inglés Harold A. Philby había sido condecorado personalmente por Francisco Franco el 2 de marzo de 1938 tras haber sobrevivido en la batalla de Teruel a un proyectil que mató a tres corresponsales extranjeros.
«Este amigo de España vino a nuestra Patria en febrero de 1937 para pasar aquí sus vacaciones, que terminaban en abril del mismo año. Enamorado de nuestro país, «The Times» le concedió continuar entre nosotros y fue nombrado por el gran diario londinense su corresponsal en la España nacional», decía la información sin firmar que publicó el periódico. Nada más lejos. Philpy había sido captado por los soviéticos en 1934 y al no lograr infiltrarse en un puesto relevante en la Administración británica, su enlace soviético, Theodore Mally, le había enviado en febrero de 1937 como periodista «freelance» a la Guerra Civil española.
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Aquí forjaría su carrera como espía y, según sus propias palabras, aquí emergió «como un agente que ha alcanzado su plena madurez al servicio soviético». Tenía una doble misión, según Enrique Bocanegra, autor del libro «Un espía en la trinchera» (Tusquets): «Informar del movimiento de oficiales italianos y alemanes en el bando nacional y conseguir toda la información posible de una persona que, tras unas primeras semanas de confusión, está apareciendo como principal líder de los nacionales, un tal general Francisco Franco del cual los rusos no sabían nada, porque no sabían casi nada de España».
Gracias a los contactos de su padre y a la furibunda reacción nazi a la información del «Times» sobre el bombardeo de Guernica, el periódico decidió contar con un corresponsal en el bando nacional y Philby fue el elegido.
El último día de 1937 se encontraba en el pueblo de Caudé con un grupo de corresponsales que cubría la batalla de Teruel cuando un obús alcanzó su coche. Bradish Johnson, de Newsweek, Dick Sheepshanks, de la agencia Reuters, y Edward Neill, de Associated Press, fallecieron en la explosión, pero Philby solo resultó levemente herido en la cabeza por la metralla.
¿Fue Philby?
El historiador Hugh Thomas, cuya esposa estaba emparentada con Sheepshanks, contó en ABC que la familia del corresponsal de Reuters creía que fue Philby quien destruyó el coche y mató a sus compañeros. Según su versión, Sheepshanks le había acusado de espiar para los rusos. «Un secretario de la Embajada británica en Salamanca, cuyo nombre era Dupree, afirmaba que Sheepshanks le había dicho que Philby le había pasado a los rusos información sobre la posición estratégica de las tropas de Franco», escribió Thomas. Y Tom Burns, el destacado periodista católico inglés, parece que pensaba lo mismo, según relató su hijo en su libro «Papá espía».
![Avance desde el Alfambra al Este, después de la toma de Teruel](https://s3.abcstatics.com/media/archivo/2021/02/03/4371633-t6w--620x452[1]-k0NF--510x349@abc.jpg)
El propio Philby, además, le había dicho al secretario de la Embajada que viajaba con un grupo de periodistas de camino a Teruel desde Zaragoza. El espía soviético iba en un sedán de dos puertas, según el relato de Thomas, y se apeó en Caudé justo antes del bombardeo, quizás para orinar.
«El coche estalló en pedazos cuando Philby volvía a él», pero «en su crónica para The Times, publicada el 3 de enero de 1938, dice que él también estaba en el coche». El historiador británico detalló que Johnson murió en el acto, Neil falleció días después por la gangrena en un hospital de Zaragoza y Sheepshanks pereció más tarde, en un hospital de Monreal, a unos 50 kilómetros al norte.
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«Philby describió más tarde su "buena suerte". Pero el funcionario británico pensaba que, en realidad, Philby había puesto una granada en el maletero del coche en aquel momento, algo muy sencillo puesto que Philby siempre llevaba ese dispositivo explosivo consigo para usarlo en caso de que le tendiesen una emboscada», continuó Thomas.
El embajador británico en esa época contó por carta al jefe de Asuntos Exteriores en Londres esta acusación de Sheepshanks, pero en el departamento que se ocupaba de los asuntos de España en el Ministerio había dos espías soviéticos, con lo que habría sido muy fácil que la carta fuera interceptada. Por todo ello, Hugh Thomas creía que «Philby asesinó a Sheepshanks y a sus dos compañeros en la carretera de Teruel. ¿El motivo? Que no lo desenmascarasen como agente de la Unión Soviética».
Matar a Franco
Siete años después, Carlos G. Santa Cecilia escribía en el ABC Cultural que esta hipótesis parecía «improbable. No era un agente de operaciones, su especialidad era la inteligencia, lo que probaría que la orden de matar a Franco, que efectivamente se cursó, nunca de puso en marcha y no era más que un cruce de intereses de los dirigentes de la URSS».
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«Era una orden incumplible -opinaba por su parte Bocanegra-. Philby provocó la muerte de muchas personas, pero nunca mató a nadie con sus manos. Su peligro estaba en su mente».
El suceso de Caudé convirtió a Philby en un héroe y le abrió el acceso hasta su objetivo. «Hasta entonces, el bando nacional le había hecho la vida imposible a los corresponsales, porque pensaban que iba a ser una guerra muy corta. Él representaba exactamente la clase de periodista que buscaban para revertir esto: un joven conservador comprensivo con los motivos de Franco para sublevarse», explicaba este investigador.
En marzo de 1938 recibía la Cruz Roja al Mérito Militar de manos de Franco y pocos días después entrevistaba personalmente al Caudillo para «The Times». Mientras sonreía a Franco y hablaba de la España del bando nacional «con verdadero entusiasmo», el espía que inspiró a John Le Carré el personaje de Bill Haydon en «El topo» enviaba información a la URSS a través de aparentes cartas de amor.
Su paso por España le abrió las puertas del MI6 durante la Segunda Guerra Mundial y durante dos décadas fue « el espía perfecto», proporcionando a Moscú valiosa información estrátegica y nombres de agentes infiltrados tras el Telón de Acero hasta que desertó en Beirut en 1963 y se refugió en la Unión Soviética, donde murió en 1988. El famoso doble agente británico no sólo engañó a Franco.