Los engaños bolcheviques sobre la suerte del zar y su familia
Nicolás II, su mujer y sus hijos fueron ejecutados durante la noche del 16 al 17 de julio de 1918, pero el Gobierno soviético ocultó el asesinato y llegó a presionar a Alfonso XIII para que España lo reconociera como legítimo a cambio de su liberación
![Vista de la Casa Ipatiev, donde fueron ejecutados el zar Nicolás II y su familia](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2020/07/14/54617813-t6w--620x503[1]-kiSD--620x349@abc.jpg)
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«Las palpitaciones de la tragedia imperial -a veces olvidada en el tumulto de la tragedia rusa- repercuten en la muchedumbre desde hace unos días y agitan los corazones de los monárquicos. ¿Qué es de la Familia Imperial?, se preguntan angustiadamente éstos, y con inquietud los miles de almas de la multitud. Solo algunos personajes del Gobierno y de la Embajada alemana en Moscou, así como los diplomáticos de Bologda, sabrán la verdad y por qué fueron trasladados el Zar y su esposa y sus hijos de Tobolsk a Ekaterimburgo, en el Ural, y no ignorarán lo que es de ellos a esta hora. Las versiones son -como todo rumor, noticia o interpretación en este inmenso manicomio- incoherentes, antagónicas, perturbadoras», publicaba la corresponsal Sofía Casanova el 23 de julio de 1918
.
El día anterior ABC había publicado una nota en la que se decía que el ex zar Nicolás había sido asesinado. «Por tercera o cuarta vez en el breve espacio de unas cuantas semanas», las agencias habían acogido el rumor de su muerte y aunque en ocasiones anteriores habían sido seguidos de una rectificación, esta vez se insistía en que la noticia era cierta. El Gobierno inglés había recibido un comunicado del ruso que decía que el zar había sido fusilado «después de haberse descubierto una conspiración contrarrevolucionaria que tenía por objeto llevarse a la zarina y el zarevitch». Aunque esos mismos despachos de agencia afirmaban que la zarina y sus hijos seguían con vida, en lugar seguro.
![22/08/1917. La Familia Imperial: de Ida. a dch. la Gran Duquesa Maria, la Gran Duquesa Olga y la Gran Duquesa Tatiana; sentados, zarina Alejandra Fedorovna, el Zar Nicolás ll y la Gran Duquesa Anastasia; sentado a los pies, el Zarievich Alexei.](https://s3.abcstatics.com/media/archivo/2020/07/14/7306893-t6w--620x524[1]-kiSD-U40985435552By-510x369@abc.jpg)
Nada más lejos. La Familia Real rusa había sido brutalmente asesinada en la noche del 16 al 17 de julio en el sótano de la casa de Ipatiev. Yákov Yurovski, comisario del Sóviet de los Urales, al frente de nueve soldados se encargó de cumplir la orden de Lenin. Nicolás II, la zarina Alejandara y sus hijos (Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alexei), junto con el médico Eugeny Botkin y tres sirvientes fueron fusilados y rematados a cuchilladas salvajemente. Según recogió en 1919 el investigador monárquico Nikolai Sokolov, sus ejecutores desnudaron los cadáveres y los subieron a una camioneta para trasladarlos a una mina de sal. El vehículo sufrió una avería en el camino y decidieron cavar una zanja junto a la carretera y enterrar allí sus restos, después de rociarlos con ácido sulfúrico para que no pudieran ser reconocidos.
Cuando el Ejército imperial llegó a Ekaterimburgo el 30 de julio no encontró al zar y su familia en la casa de Ipatiev, pero tampoco sus cuerpos, por lo que no se pudo confirmar la suerte que habían seguido. Se daba por muerto al zar, pero no así al resto de su familia. Los periódicos de Moscú decían por entonces que la zarina y sus hijas se encontraban en un lugar seguro de Siberia.
Los intentos de Alfonso XIII por salvar al zar
Alfonso XIII, que había creado una oficina de rescate de prisioneros de la Primera Guerra Mundial, llevaba meses intentando salvar al zar y su familia. El vizconde de Pegullal relató las gestiones del Rey en un artículo publicado en 1958 en ABC, titulado « La Rusia trágica y una intervención de Alfonso XIII». El vizconde había sido secretario en la embajada de San Petersburgo y había vivido esos «aciagos momentos» de la Revolución rusa «en primerísima línea», por lo que se veía «capacitado para escribir sobre ello».
Según este diplomático, «Alfonso XIII y su Gobierno, haciéndose partícipes del sentir de muchos españoles, acordaron ofrecer asilo en España (concretamente en La Toja) a la Familia Imperial» y el embajador español en San Petersburgo, Luis Valera, marqués de Villasinda, aprovechó una de las reuniones habituales de los diplomáticos en la Embajada francesa para exponer los deseos del Rey a la consideración de sus colegas. «El discurso de Villasinda, elocuente, sentido, fue escuchado con atención», pero no logró su apoyo ya que consideraron que sería interpretado como una injerencia en los asuntos internos del país. «A la razón política, pues, se sacrificó todo intento de salvar a los Zares y a sus hijos», explicó.
![Tsárskoye Seló (Tsarskoe Selo), agosto de 1917. El ex zar Nicolás II de Rusia, custodiado por varios soldados durante su reclusión en Tsarkoe Selo](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2020/07/14/55187066-t6w--620x856[1]-kiSD-U40985435552tNC-510x689@abc.jpg)
Los rumores sobre estas gestiones llegaron hasta la prensa el 2 de agosto de 1918 y el entonces ministro de Estado, Eduardo Dato, confirmó su existencia por iniciativa del Rey. «Han existido negociaciones particulares entre el ministro y el embajador de Rusia, que llevan un curso satisfactorio, pero sobre las cuales no se ha dicho todavía la última palabra», informó ABC.
Cinco días después, el 8 de agosto de 1918, ABC replicaba una información de un periódico de Hamburgo que aseguraba que el Gobierno ruso consentía que la familia del ex zar viniera a España. Pasaron semanas antes de que se informara de que las negociaciones estaban «detenidas». «Resulta que el Gobierno maximalista ha expuesto su pretensión de que las sumas depositadas a nombre de la familia Romanoff en las bancas de Inglaterra y Francia le sean entregadas, negándose, en caso contrario, a autorizar la salida de Rusia de la familia del ex Zar», decía la noticia (22 de julio. La libertad de la ex Zarina).
El Gobierno de los soviets, que mantenía en secreto el trágico final de la Familia imperial, intentaba sacar provecho de la desinformación que fomentaba con su silencio. Así trató de conseguir también que España reconociera su gobierno como legítimo.
![](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2020/07/14/abc-madrid-19800330-114-kiSD-U40985435552gjH-220x300@abc.jpg)
Entre el 1 y el 5 de septiembre de 1918, el diplomático español Fernando Gómez Contreras se entrevistó en dos ocasiones con el comisario de Negocios Extranjeros ruso, Gueorgui Chicherin, en su despacho de Moscú. En la primera de ellas, Gómez Contreras expuso al ministro de Lenin la «humanitaria aspiración» de Alfonso XIII de proporcionar asilo a la familia del zar, pero el ministro de Lenin aludió a la detención de Trotsky en España y respondió que «tanto para negociar las condiciones como tratar cualquier otro asunto se requiere que ambas partes se reconozcan mutuamente la misma personalidad, por lo cual es necesario ante todo que se nos reconozca».
Hábilmente Gómez Contreras replicó que estas solemnidades no eran necesarias para autorizar el traslado de la zarina y sus hijas porque el propio comisario del pueblo ruso ya había dicho en una nota «que el reconocimiento era una cuestión de forma que el poder de los soviets era completamente indiferente a este detalle del ritual diplomático». Además, adujo el representante español, al propio Gobierno soviético le interesaba mostrarse humanitario, «pues un martirio inútil de indefensos cautivos les traería la reprobación del mundo entero».
García Contreras relató después que Chicherin le aseguró que «procuraría solucionar la situación en que se encuentran las imperiales damas en el sentido de su liberación» y llevaría el caso al Comité Central Ejecutivo, «ante el cual él se proponía apoyarla y someterla en cuanto el estado de Lenin lo permitiese».
El representante español salió de aquella entrevista que duró casi una hora «profundamente impresionados de la astucia, ruindad y mala fe» de Chicherin y los hombres que le acompañaban, pero volvió a reunirse unos días después con él antes de regresar a San Petersburgo para tratar de arrancarle una promesa más firme.
![Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alexei](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2020/07/14/1422110004-kiSD--510x349@abc.jpg)
«En cuanto a la situación de la emperatriz y de las grandes duquesas y del gran duque heredero -escribió García Contreras en su informe el 15 de septiembre-, no me ha sido posible recoger nuevos datos... pues el comisario ha rehuido sistemáticamente con maliciosa doblez y falacia cualquier contestación a mis preguntas que pudiera darme idea del lugar y condiciones en que se encuentran, detalles que aquí todo el mundo ignora y que es imposible obtener por estar interrumpida toda comunicación con esa región de Ekaterinbourg, donde se hallaban cuando fue ejecutado S.M. el emperador. Y la sola respuesta que ha dado tanto a mis francas preguntas como a mis encubiertos rodeos ha sido siempre que estaban en poder del Soviet y en perfecta seguridad».
Chicherin, que debía de saber la verdad, tuvo el cinismo de asegurarle a Gómez Contreras que los prisioneros «en perfecta seguridad» cuando hacía ya cincuenta días que habían sido ejecutados.
Con el tiempo, Alfonso XIII fue perdiendo la esperanza de que estuvieran vivos. El Gobierno soviético ni confirmó ni desmintió los rumores que circulaban sobre su asesinato. Los restos de la Familia Imperial fueron exhumados en 1991 en un bosque situado a 20 kilómetros de Ekaterimburgo. Las pruebas de ADN confirmaron que correspondían al zar Nicolás, a la zarina Alejandra y a tres de sus hijas. Faltaban los restos del zarévich Alexei y de su hermana María, que fueron hallados a las afueras de Ekaterimburgo e identificados en 2007.