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Carl Sagan, en 1974: este fue el extraño primer mensaje que los humanos enviamos a los extraterrestres

A lo largo del último medio siglo, en ABC encontramos decenas de titulares sobre la búsqueda de vida inteligente en otros planetas, pero esta fue la primera vez que la Tierra intentó ponerse en contacto con ella

Reportaj de 'Blanco y Negro' publicado en 1992+ info
Reportaj de 'Blanco y Negro' publicado en 1992 - ARCHIVO ABC
Israel Viana
MadridActualizado:

Hace un año, el director del Observatorio Nacional de Radio de Estados Unidos, Anthony J. Beasley, aseguró en la BBC que la vida inteligente en otras partes del universo debe tomarse más en serio y que debería contar con más apoyo y financiación por parte de su Gobierno, tras décadas de rechazo. De la misma opinión es Andrew Siemion, director de Breakthrough Listen, un proyecto de la Universidad de California, pero financiado por el multimillonario ruso Yuri Milner con más de cien millones de dólares. «Ahora estamos listos para hacer el sondeo más completo de todo el cielo que nunca antes se haya hecho», aseguró este último científico a la cadena británica.

La idea no es nueva. A lo largo del último medio siglo, en ABC encontramos decenas de titulares sobre la búsqueda de vida inteligente en otros planetas.

No se trata de películas de ciencia ficción, sino de proyectos reales en los que se han invertido cantidades millonarias para trabajar sobre esa posibilidad. El último, hace cinco años: ‘China busca vida extraterrestre con el mayor telescopio del mundo’. Según la noticia tenía 500 metros de diámetro y era dos veces más sensible que su antecesor.

Las iniciativas en este sentido han sido más descabelladas cuanto más antiguas. En 1848, por ejemplo, Thomas Dick se propuso calcular el número de extraterrestres en el Sistema Solar. Este profesor de ciencia y clérigo escocés predijo que, si la densidad de la población extrasolar equivalía a la de Inglaterra, es decir, 280 personas por milla cuadrada, se podía establecer que el Sistema Solar albergaba alrededor de 22 millones de millones de habitantes no terrícolas.

En los últimos años los intentos han sido, obviamente, mucho más serios y científicos. En el año 2000 contábamos que «un nuevo telescopio gigante para buscar signos de vida en otros planetas». El nuevo instrumento había sido creado por científicos del instituto SETI, la mayor organización privada del mundo sin ánimo de lucro dedicada a estos menesteres, e iba a recoger más de 500 millones de radiofrecuencias del espacio hasta 2005. En 1995 hablábamos de otro proyecto similar desarrollado por la Universidad de Harvard. En 1992 informábamos de que la NASA iba a explorar más de mil estrellas de tipo solar en busca de otras civilizaciones. ‘¿Hay alguien ahí fuera?’, se preguntaba el titular de un amplio reportaje de ‘Blanco y Negro’.

El primer mensaje

Muchos años antes, el 16 de noviembre de 1974, el recién remodelado y gigantesco radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, propiedad de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (NSF, en inglés), enviaba el primer mensaje dirigido a otros mundos. Aquella llamada al espacio exterior fue diseñada por los astrónomos Carl Sagan y Frank Drake, entre otros expertos, y contenía información sobre la situación del Sistema Solar, del planeta Tierra y del ser humano.

Artículo escrito por Carl Sagan en 1975 - ARCHIVO ABC

Así defendía su planteamiento el primero en un artículo titulado ‘La vida extraterrestre, a examen’, que escribió para ABC en junio de 1975: «Tenemos ahora, por vez primera, los instrumentos necesarios para establecer contactos con civilizaciones en los planetas de otras estrellas». El popular divulgador científico de Estados Unidos, pionero en este campo y promotor del proyecto SETI, estaba convencido de que, «si el origen de la vida en la Tierra había resultado extraordinariamente fácil, las probabilidades de que exista vida en otros lugares son también grandes».

El mensaje de Arecibo tenía una longitud de 1679 bits y fue enviado en la dirección del cúmulo de estrellas de Hércules descubierto por el astrónomo inglés Edmond Halley en 1714. La cantidad de bits fue elegida porque es producto de dos números primos. Eso quiere decir que solo podía descomponerse en 23 filas y 73 columnas o 23 columnas y 73 filas. De esta forma, si un supuesto receptor extraterrestre organizaba la información de la primera forma no generaría ningún tipo de información coherente, pero si lo hacía de la segunda, obtendría la referida información sobre nuestro planeta y la especie humana.

La información

Si el extraterrestre lo leía de la manera correcta se encontraría con los números del uno al diez y los números atómicos del hidrógeno, el carbono, el fósforo, el nitrógeno y el oxígeno, es decir, los componentes del ADN del homo sapiens sapiens, que era la especie que enviaba el mensaje. También incluía las fórmulas de los azúcares, el número de nucleótidos del ADN y su estructura helicoidal doble, una figura del ser humano, la población de la Tierra en aquel momento, la información del el Sistema Solar y una imagen del radiotelescopio de Arecibo con su gigantesco diámetro.

Artículo sobre el primer mensaje de Arecibo+ info
Artículo sobre el primer mensaje de Arecibo - ARCHIVO ABC

«Es un hecho sorprendente que el gran radiotelescopio, de 300 metros de diámetro podría comunicarse con una réplica idéntica del mismo en cualquier lugar de la Vía Láctea», aseguraba Sagan. El popular astrónomo explicaba asimismo que el ser humano contaba ya con los medios necesarios como para comunicarse «no solo a distancias de centenares o miles de años luz, sino de docenas de miles de años luz, en un espacio que contiene centenares de miles de millones de estrellas».

Nunca recibimos respuesta ni supimos si alguien ahí fuera nos habría escuchado. Aquel mensaje cayó en el olvido y, lo que es peor, hace menos de un año recibimos la noticia de que la plataforma receptora de 140 metros del telescopio de Arecibo se había desplomado debido a fallos estructurales que arrastraba desde hace meses. Como consecuencia de ello, el plato de más de 300 metros de diámetro y 900 toneladas de peso quedó completamente destrozado.

Poco después, la NSF emitió un comunicado en el que anunció el desmantelamiento del observatorio a causa de su deterioro, poniendo punto y final a una era en una parte de la investigación científica, así como en el turismo de la isla.

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