El día que Burgos soñó en convertirse en el Texas español del petróleo
Unos 6,000 litros del preciado oro negro brotaron en 1964 en las prospecciones que se realizaban en la comarca de La Lora

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Eran las 11,43 horas del 6 de junio de 1964 cuando de las entrañas de la tierra de la comarca burgalesa de «La Lora» brotó un potente chorro de oro negro que se elevó hasta los cincuenta metros. «¡Petróleo! ¡Petróleo!», exclamaron con gran alborozo los habitantes de Sargentes de la Lora y de Valdeajos que al sentir una explosión y ver alzarse sobre los trigales el chorro oscuro, abandonaron sus faenas y corrieron hacia allí con la sorpresa en sus rostros. Entre estas dos localidades, la primera de un millar de habitantes y la segunda de apenas 45 vecinos, acababa de ser descubierto el primer yacimiento importante de petróleo de España.

Hacía tiempo que se realizaban prospecciones en estos terrenos, señalados por los especialistas españoles como una zona de altas probabilidades petrolíferas, pero aquella lluvia de preciado oro negro cogió desprevenidos a los técnicos que llevaban a cabo la prospección número 101 en el pozo de Ayoluengo número 1.
Inmediatamente, los técnicos cortaron la salida del crudo, pero para entonces los trigales ya se habían teñido de luto en una extensión de 300 metros.

«El páramo de la Lora de la patata se ha convertido en el páramo de la Lora del petróleo. La Castilla del Mío Cid está a dos pasos de transformarse, en el Texas español. Un pueblo que viene en pocos mapas aparece estos días en los grandes titulares de las primeras páginas de todos los periódicos. Unos honrados labradores que creían que la tierra terminaba allí donde alcanzaba la reja de su arado, hablan hoy de subsuelo, de capas arcillosas, de bolsas de gas y de petróleo, en lugar de patatas. Los verdes trigales de las altas parameras de la Lora, este año no se volverán dorados y pajizos; han quedado negros y empapados en un untuoso aceite. Y todo por un pinchazo de 1.388 metros de profundidad», escribía el enviado especial Manuel Adrio.

La comarca se llenó de repente de periodistas, ingenieros, funcionarios y cargos políticos, y todos incidían en esa idea. De cultivar patatas, la zona iba a pasar a ser algo así como Texas, pero en España. Todavía mejor. En aquellos años, a mediados de los 60, España acababa de salir de la autarquía, comenzaba a recibir una cantidad de turistas más que importante y la industrialización comenzaba a ser una realidad. El hallazgo de petróleo en Burgos hizo que más de uno albergara esperanzas de que la economía iba a verse propulsada a gran velocidad.

El optimismo se respiraba en el ambiente. Los habitantes de los pueblos vecinos al del campo en el que se realizó la primera perforación se gastaron en una fiesta las 8.000 pesetas (50 euros, equivalentes a unos 1.500 actuales) que recibieron por los terrenos. Un gesto muy español de «que me quiten lo bailao». Alguno montó un pequeño chiringuito de bebidas y bocadillos cerca de la torre de perforación, con el que hizo su pequeño agosto vendiendo a periodistas, ingenieros, funcionarios y curiosos que se acercaban por aquel lugar. Y la taberna de Valdeajos se transformó en «Snack Bar Brasserie» y adoptó el nombre de «El Rey del Petróleo».

La producción se convirtió en una realidad en la zona y llegó a alcanzar en sus mejores momentos los 8.000 barriles diarios (1.272.000 litros al día). Sin embargo, el crudo extraído tenía un alto contenido en vanadio, lo que impedía su destilación y «las prospecciones realizadas en los años siguientes determinaron que Ayoluengo era una excepción y no el pico del iceberg de oro negro que alimentaba los sueños», contaba Mar González en 2017.
Aquel año se caducó la concesión del yacimiento de hidrocarburos de «La Lora» y en noviembre de 2018, el Gobierno cerró el único yacimiento de petróleo terrestre de la península y el más antiguo.

El sueño del Texas español se quedó en eso, un sueño, aunque algunos, como el alcalde de Sargentes, que se había apostado 40 duros a que se encontraba petróleo en su pueblo, ganaron su apuesta.
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