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Del arroyo Abroñigal a la Calle 30

Unas vistas de las obras de circunvalación en Madrid

Madrid, septiembre de 1967. La avenida del Arroyo Abroñigal, dónde se construiría la M-30 -conocida hoy como Calle 30- en una vista desde el puente de las Ventas+ info
Madrid, septiembre de 1967. La avenida del Arroyo Abroñigal, dónde se construiría la M-30 -conocida hoy como Calle 30- en una vista desde el puente de las Ventas - Teodoro Naranjo
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Los primeros proyectos para construir una carretera de circunvalación en Madrid son de los tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera, a finales de los años 20 del siglo pasado. Habría que esperar a los años cuarenta para que se materializase en un proyecto oficial. En los años 60 comenzaron las obras de adecuación. Nada que ver con las impresionantes realizaciones de los años 90 y principios del siglo XXI, pero las excavadoras comenzaban a dar forma a la circunvalación más conocida de Madrid.

Obras de construcción sobre el famoso arroyo Abroñigal+ info
Obras de construcción sobre el famoso arroyo Abroñigal - Teodoro Naranjo

Corría el año 1974 cuando comenzaron a inaugurarse los primeros tramos de la M30, que discurría entonces sobre las antiguas Avenida del Manzanares y Avenida de la Paz, construida a su vez sobre el famoso arroyo Abroñigal.

Hoy en día, la Calle 30 –para todos, M-30- es una vía esencial para canalizar los flujos de tráfico de la ciudad, más aún desde su reciente reforma, que concluyó al final de la pasada legislatura. En la época de su construcción, apenas existían algunos bloques de viviendas en la zona.

Las obras de construcción de la actual Calle 30+ info
Las obras de construcción de la actual Calle 30 - Teodoro Naranjo

La imagen superior de Teodoro Naranjo muestra las obras desde el puente de Ventas. Algunas de las viviendas todavía existen, pero el paisaje ha cambiado completamente. Las obras de la conocida por entonces «autopista de Arroyo Abroñigal» acaban de comenzar y ya presentaban un aspecto esperanzador: la pasarela para cruzar la carretera y sus caminos aéreos, que aún tardarían en ser cubiertos por el asfalto, que poco a poco comenzaba a engullir la ciudad.

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