Michael Grunwal, Historiador de la era Obama
«La idea de que Obama no ha hecho nada es ridícula»
Grunwal cree que se puede discrepar sobre si el presidente de EE.UU. acertó o no, pero que nunca se le podrá reprochar que pecara por falta de acción

La revista «The Economist» lo ha calificado como «el libro más interesante que se ha publicado sobre la Administración Obama». « New New Deal », título que enlaza la política de estímulos realizada por Barack Obama con el «New Deal» de Franklin D. Roosevelt tras la Gran Depresión, es una reivindicación de una estrategia económica que incluso el equipo de campaña del presidente es reacio a llamarla por su nombre.
«La palabra estímulo es tóxica», explica el autor del libro, Michael Grunwald , periodista de la revista «Time». Con el subtítulo de «La historia oculta del cambio de la era Obama», la obra intenta combatir los prejuicios que en muchas esferas de la sociedad estadounidense se han creado respecto las ayudas públicas que la Administración volcó sobre la economía, al tiempo que presenta los logros obtenidos mediante las mismas.
-¿Ha tenido éxito Obama en su presidencia?
-La gente puede discrepar sobre si la presidencia de Obama ha sido un éxito, un fracaso o algo intermedio, pero lo que está claro es que Obama realmente ha hecho cosas grandes. En primer lugar, evitó la depresión: cuando la economía caía el 9 por ciento, él puso en marcha una política de estímulos y en el siguiente trimestre se creó el mayor número de puestos de trabajo en treinta años. En segundo lugar, ha hecho grandes reformas, en energía limpias, en sanidad, educación, infraestructuras, investigación, control de operaciones en Wall Street... La idea de que Obama ha sido un presidente que no ha hecho nada es ridícula.
-Pero hablar de un nuevo New Deal para el período Obama ¿no es una exageración?
-Es un tipo distinto de New Deal, no es otro New Deal, sino uno nuevo. Mi libro es sobre la Ley de Recuperación y Reinversión Americana, que es la primera acción que Obama llevó a cabo cuando tomó posesión: ochocientos mil millones de dólares de gasto público para restaurar una economía que estaba en caída libre; una sola ley en el primer mes de Obama que, en su volumen de conjunto, era un cincuenta por ciento mayor en dólares contantes que todo lo que supuso el New Deal de Franklin D. Roosevelt, que se compuso de diferentes leyes a lo largo de varios años. No se crearon agencias estatales que pusieran a trabajar a millones de personas, ni se generó un gran aparato gubernamental, como se hizo en el original New Deal. Pero lo que tienen en común ambas políticas es la respuesta a una calamidad y el cambio propiciado por las mismas.
-Esos cambios de los que usted habla, ¿son entonces la esperanza y el cambio prometidos por el presidente Obama?
-Eso es la más pura destilación de lo que Obama quería decir cuando en su primera campaña hablaba de cambio. Por ejemplo, de unos pocos miles de millones de inversión en energía verde el Gobierno pasó a destinar 90.000 millones de dólares; se ha hecho la mayor reforma educativa en décadas, el mayor recorte de impuestos a la clase media desde Ronald Reagan y la más grande inversión en infraestructuras desde la creación de la red de autopistas de los años 50. Son grandes logros a los que nadie presta mucha atención.
-Pero hay mucha gente que se encuentra decepcionada.
-Una cosa que Obama dijo en su campaña y no ha cumplido es que cambiaría Washington. Que acabaría con la política «sucia» y gobernaría con más consenso. Pero incluso antes de que tomara posesión los republicanos decidieron que no iban a colaborar con él, lo que le convirtió en un «rompedor de promesas». Al mismo tiempo, por lo mal que estaba, la economía ha tenido una difícil recuperación. Y esa difícil recuperación ha ensombrecido todo lo que el presidente ha hecho de forma muy tangible. Además, por otro lado, los republicanos han realizado un excelente trabajo a la hora de perturbar la forma en que se perciben las políticas de estímulo, y los demócratas han hecho uno pésimo trabajo a la hora de «vender» las mismas.
-¿Por qué el equipo de los demócratas no usa la palabra estímulo en la campaña electoral?
-Porque es un término tóxico. La gente cree que las políticas de estímulo no han funcionado. Un año después de que la ley fuera aprobada, el porcentaje de estadounidenses que creían que se habían creado empleos gracias a la misma era menor que los que creían que Elvis Presley todavía está vivo. El Gobierno intentó «vender» algunas cosas, como lo llevado a cabo en energía limpia. Pero poco más.
-En España, en cambio, se ha llevado a cabo una política de extrema austeridad para sanear las cuentas y salir de la crisis.
-En España hubo un giro hacia la austeridad y en su país han recaído en la recesión. Pero no se puede saber qué habría ocurrido si España hubiera aprobado políticas de estímulo económico. O en sentido contrario, si Estados Unidos hubiese llevado a cabo una política de austeridad. No se puede demostrar que el estímulo haya funcionado y, en cambio, la austeridad no. Que sea una política equivocada.
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