Tres pueblos españoles que desaparecieron bajo las aguas
La geografía española esconde numerosas localidades que acabaron sepultadas a causa de la construcción de embalses
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, numerosos pueblos de España acabaron sumergidos bajo las aguas de los nuevos pantanos y embalses de cuya construcción daba cuenta cada edición del Nodo.
Cada cierto tiempo, coincidiendo con el descenso de las aguas, las ruinas de esas localidades vuelven a ver la luz, recordándonos que el progreso en ocasiones conlleva un alto precio. Gracias al blog “Curiosos incompletos” , conocemos la historia de tres de estos lugares de leyenda:
1.-Mansilla de la Sierra: Este pueblo riojano, en el que la escritora Ana María Matute pasó gran parte de los veranos de su infancia, fue anegado a finales de los años 50 , tras la construcción del embalse de Mansilla nombre en el río Najerilla. El embalse, que fue proyectado en 1935 en una ubicación que no afectaría a la población, ocupa una superficie de 246 hectáreas y tiene una capacidad de 68 hectómetros cúbicos.
Sin embargo, un cambio en el proyecto para evitar el cambio de trazado de un carretera, obligó a trasladar el pueblo unos 300 metros al sur, aunque la mayor parte de sus habitantes emigraron a ciudades como Logroño, Madrid o Barcelona.
En la actualidad, el descenso de las aguas entre septiembre y octubre, permite ver las ruinas de algunas de las construcciones del pueblo.
2.-Tragó de Noguera: Este antiguo municipio leridano desapareció tras la construcción de los embalses de Canelles y Santa Ana, en 1964, que provocaron la inundación de sus núcleos urbanos. El resto de su territorio pasó a formar parte de la localidad de Os de Balaguer . Todavía se conservan algunos restos del castillo de Tragó y del monasterio cisterciense femenino de Santa María de Vallverd, construido en 1172.
3.-Peñarrubia: Esta localidad malagueña, ubicada al pie de la sierra que lleva su nombre, entre los municipios de Teba, Campillos y Ardales, también sucumbió bajo las aguas, en este caso del embalse de Guadalteba.
La localidad consiguió su independencia del Condado de Teba en 1844 y dejó de ser un municipio en 1973, dos años después de su desalojo. El abandono del pueblo fue traumático para muchos de sus 1.800 vecinos, lo que motivó que las autoridades de la época ordenaran derribar la mayoría de las casas para evitar que sus moradores regresaran.
Aún así, se conservó el colegio, la iglesia y el cuartel de la Guardia Civil. Durante muchos años el campanario sobresalió por encima del nivel del agua del embalse, como un testigo mudo de una vida anterior que acabó sumergida bajo las aguas.
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