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Karabatic, rey de Francia
El galo, mejor jugador del mundo, lidera a su selección para revalidar el oro conseguido en Pekín
Es la imagen del deportista francés por excelencia y también la de la Francia moderna. Nikola Karabatic (Nish, Yugoslavia, 11-4-1984) representa todo lo positivo que se pueda extraer del mundo del deporte. Competitividad, agresividad, calidad, fortaleza, esfuerzo, dedicación, pasión, deportividad, nobleza, entrega... Un sinfin de cualidades que su propia empresa de marketing, Kara Kom Sport, fundada por su padre, se encarga de explotar y mimar con esmero. Y si a ello se le une un cuerpo escultural, un portentoso físico y un rostro edulcorado por los prodigios del maquillaje el resultado es la imagen perfecta del éxito que lo mismo sirve para anunciar ropa interior , que el último modelo de un vehículo de lujo, que la tarjeta VISA de cualquier entidad bancaria o la más variopinta ONG . Sí, ejemplos hay en todos los países, pero en Francia se llama Nikola Karabatic. Habla francés, alemán, inglés, serbocroata y español, en el instituto era uno de los alumnos aventajados y hoy por hoy lo único que puede distraerle es la ropa de moda, los relojes y su relación con la atleta croata Blanca Vlasic. Además, es todo un referente para sus compañeros, que lo idolatran por su sencillez, naturalidad y capacidad de liderazgo, aunque lo que más valoran es que deja esa imagen de hombre perfecto, de máquina publicitari a lejos del vestuario, y lo único que le permiten es llegar el último al autocar para que pueda acabar de firmar autógrafos.
Nacido en la localidad serbia de Nish, llegó a Francia con cuatro años. Su padre, el croata Branko Karabatic, fallecido el año pasado, fue uno de los muchos emigrantes deportivos de la ex Yugoslavia a finales de los ochenta, cuando el país balcánico amenazaba con explotar. Y es que su madre, Radmila, es serbia. Quizás de la mezcla le viene ese carácter tan combativo pero también su amor a la familia. Y quizás también esa circunstancia de ser hijo de inmigrantes, pero un defensor a ultranza de la bandera francesa, le otorga un carisma especial en la vecina y cosmopolita república gala.
De su padre, portero internacional, aprendió el arte del balonmano, y comenzó a despuntar en su etapa cadete, donde ya confesó que quería ser el mejor jugador del mundo. Perfectamente orientado y guiado en su carrera deportiva , Nikola recaló en el mejor equipo galo, el Montpellier, y de ahí al mejor equipo alemán, el Kiel. Y allá por donde ha caminado Karabatic han llovido los triunfos y los éxitos deportivos. Ganó su primera Champions con 19 años como protagonista de la remontada ante el entonces Portland San Antonio. Desde entonces se ha convertido en el líder indiscutible de la selección francesa, a la que ha puesto en los libros de historia de su deporte, donde también ha entrado por méritos propios como el mejor jugador del mundo. Ha ganado absolutamente todo , pero conquistar consecutivamente el título europeo, mundial y olímpico y volver a jugar en el Montpellier, en Francia, el país chauvinista por excelencia, deja una huella que los galos saben recompensar. Los triunfos insaciables del balonmano francés han encumbrado hasta el olimpo a su máxima figura, Nikola Karabatic, que tiene todas las papeletas para portar la bandera de «les bleus» en el desfile inaugural de Londres 2012.
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