música
Debussy, 150 aniversario
Sendas propuestas del Teatro del Liceo barcelonés y del sello Deutsche Grammophon se adelantan al 150 aniversario de Claude Debussy

Música sin huesos. Así de chocantes debieron sonar para muchos contemporáneos las obras de Debussy . Una de las primeras sensaciones que comunican partituras como el P reludio a la siesta de un fauno , los Nocturnos , La mar o las Imágenes es precisamente el abandono de la firmeza que hasta entonces había sustentado las estructuras formales de la tradición. Con Debussy la música abandona la metáfora arquitectónica y abraza el símil botánico. En lugar de paredes, bóvedas, arcos o columnas, ahora hay fustos, tallos y hojas , es decir, elementos flexibles que se insertan el uno en el otro en modos perfectamente naturales, sin producir una sensación de contraste o tensión. La ambigüedad del diseño armónico diluye ulteriormente la idea de construcción, alisa bordes y superficies; el ángulo recto es reemplazado por la curva. También el elemento acuático irradia sobre el mundo sonoro del compositor el poderoso embrujo de su fluidez .
El gesto más vaporoso
Toda la música occidental se había esforzado en dotar de un sentido de solidez y consistencia al arte impalpable de los sonidos. Debussy emprende el recorrido contrario. En su música, la sustancia se eclipsa a favor del eco, el reflejo, la vibración, la resonancia. Así lo hacía patente Saint-Saëns en sus críticas al Preludio a la siesta de un fauno : «Tiene una sonoridad bonita, pero no hay la más mínima idea musical : no es una pieza de música de la misma manera que la paleta de un pintor no es pintura» . ¿Qué ocurría en la música de Debussy? Que lo meramente sonoro –considerado hasta entonces como un estadio previo, un material bruto que había que moldear y estructurar para convertirlo en música– pasaba a ser el núcleo esencial de la sintaxis musical. Un color, un timbre, tenía ahora el poder de generar una pieza entera.
En la música de Debussy la sustancia se eclipsa a favor del eco
El resultado es una música de aromas, sensaciones e impresiones , cuyos principios se asientan en una suerte de «matemática misteriosa» que revela una estricta simbiosis con «el movimiento de las aguas, el juego de curvas que describen las brisas cambiantes», en radical oposición a las reglas de armonía e instrumentación impartidas en los conservatorios.
Si la genialidad de Debussy se manifestó en el campo de la música orquestal y pianística con un ritmo constante, en el caso de la ópera la trascendencia de su aportación fue inversamente proporcional a su escasa dedicación al género. El estreno, en 1902, de Pelléas et Melisande levantó un memorable escándalo , provocado por un público desconcertado ante las novedades que planteaba una ópera sin arias ni melodías bien perfiladas. S obre el escenario ocurría poco o nada : los gestos se desdibujaban, la acción era muy lenta y sin contrastes elocuentes, rayana en el estatismo.
La genialidad de Pelléas reside tal vez en esto: en dotar a la monotonía de un sentido nuevo y positivo . De concepto denostado a llave para abrir nuevos horizontes estéticos. Monotonía entendida como capacidad para excluir los extremos y moverse en una línea mediana, delgada y al mismo tiempo extraordinariamente fértil, donde cualquier matiz adquiere un relieve capital, el gesto más vaporoso se agiganta y un movimiento mínimo puede cobrar un valor de revelación sorprendente .
Una caja de dieciocho discos
El Pélleas que desde el próximo día 27 ofrece el Liceo de Barcelona , reproposición de la sugerente puesta en escena de Bob Wilson que ya pudo verse en el Teatro Real el pasado mes de octubre, supone un suculento adelanto del 150 aniversario del nacimiento del músico francés , cuya fecha exacta es el 22 de agosto. No ha sido el coliseo barcelonés el único en adelantarse a los acontecimientos. Lo mismo han hecho las discográficas para no encontrar al potencial comprador metido bajo la sombrilla de la playa y con la mente puesta en otros asuntos . Entre las diversas iniciativas, sobresale la inmejorable panorámica que proporciona la «Debussy Edition» de Deutsche Grammophon : una caja de dieciocho discos con grabaciones pertenecientes al catálogo del sello amarillo, en su mayoría de muy notable valor artístico. El apartado de la música para piano es sin duda el más atractivo con deslumbrantes e históricas prestaciones de Krystian Zimerman ( Preludios ), Arturo Benedetti Michelangeli ( Images , Children’s Corner ), Mitsuko Uchida ( Estudios ), Zoltán Kocsis ( Arabesques , Suite Bergamasque , Pour le piano , Estampes ).
El apartado de la música para piano es sin duda el más atractivo
Sobresaliente también el capítulo orquestal, con un Pierre Boulez más caluroso que en su primera grabación para CBS, pero siempre analítico. No menos eficaz el acercamiento muy teatral e intenso con el que Claudio Abbado traduce Pélleas et Melisande . Bueno el nivel interpretativo del reducido catálogo de cámara, aunque ninguna de las versiones aquí incluidas puede considerarse de referencia . El sector de las melodías, encomendado a la soprano Véronique Dietschy , se sitúa un peldaño abajo con respecto a la media general de la caja, pero el interés vuelve a subir notablemente con la grabación de El martirio de San Sebastián servida por una histórica batuta en este repertorio como es la de Ernest Ansermet . Todo está listo, en resumen, para celebrar el 150 aniversario del nacimiento de Claude Debussy.
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