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¡Haz la cama!

El 80% de los chicos españoles nunca ha hecho la cama. Sepa cómo lograr que participen en las tareas del hogar

Si a los mayores nos aburre hacer las tareas de casa, a los más pequeños de la casa más aún. Sienten que están perdiendo tiempo de hacer otras cosas que sí les divierten. «Por eso, los padres terminan haciendo las labores bajo los típicos argumentos de sobreprotección: para que no sufra, por acabar antes, por no discutir -cuenta Ana Torres Jack, presidenta de la Asociación Profesional de Orientación Educativa de Galicia (Apoegal)-, o recurren a las amenazas y a los castigos que luego no se llevan a la práctica».

Cuándo empezar

Entonces, ¿cómo puedo enseñar a mis hijos a ser responsables, sin gritos, ni estar recordándoles todo el tiempo lo que tienen que hacer? Los niños ganan autonomía a medida que son capaces de adquirir responsabilidades. Para ello, es esencial «exigir conductas proporcionadas a su nivel de desarrollo», explica Torres. La clave está en entrenar, enseñar y apoyar a los hijos en su proceso hacia la independencia. Y cuanto antes se empiece a trabajar con ellos, mucho mejor. « Desde que pueden andar y coger cosas , deben empezar a recoger sus juguetes, poner su ropa sucia en el cesto, llevar el pan o las servilletas a la mesa...», explica la psicóloga Laura Jiménez Escribano. Así se conseguirá hacer del orden un hábito.

En la adolescencia . Cuando se intenta introducir en las labores de casa a un adolescente, las probabilidades de éxito son más complicadas, pero no imposibles. Si tiene en casa un chico de 14 años que nunca ha lavado los platos o hecho su cama, probablemente piense que no puede hacerlo, por lo que es tarea de los padres mostrarle cómo se hace. «La actitud rebelde se corresponde a un momento natural del desarrollo en el que necesitan reafirmar su personalidad. Pero, al mismo tiempo, deben entender que han de cumplir unas normas para que la convivencia sea agradable», añade la orientadora Torres.

Valorar el esfuerzo

Antes de empezar a poner tareas, pregúntese, por ejemplo, por qué su hijo tiene el cuarto tan desordenado. Quizá sea útil establecer distintos espacios: uno para hacer los deberes, otro para jugar, otro para guardar la ropa... Así se facilita al niño la distribución y organización de su cuarto. Por otra parte, también es aconsejable situar estanterías, perchas, cajones, etc., a su altura. Y, muy importante, «hay que aceptar que, a lo mejor, no está tan perfecto como si lo hiciera un adulto, pero lo importante es que se le está enseñando a colaborar, no lo bien que quede», apunta la psicóloga. Es posible que los niños requieran algún tipo de imagen que les recuerde de forma visual lo que tienen que hacer: una lista en su pared con etiquetas, una cartulina en la nevera... «Se debe explicar con claridad la tarea hasta comprobar que el niño la ha entendido y, después revisar cómo lo ha hecho y valorar el esfuerzo», explica Ana Torres.

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